Colocan salvavidas a El zuavo en París para advertir del calentamiento global
Cuando el Sena crece el agua cubre los pies de la estatua, ahora le llega a los muslos
n lector pregunta por la definición de asistencialismo y por qué en la columna anterior califiqué de asistencialista a la doctora Elisabeth Kübler-Ross.
Asistencia, según el siempre rezagado diccionario, tiene entre otros significados el de prestar socorro, favor o ayuda y, en sentido amplio, se refiere a la asistencia médica o sanitaria que un gobierno dedica a la prevención, diagnóstico y tratamiento de cualquier enfermedad o afección mediante sus políticas e instituciones de salud, independientemente de su eficiencia y cobertura.
Esta es una de las grandes contradicciones del sistema capitalista neoliberal que, por un lado, enferma a la ciudadanía –y al planeta– mediante la indiscriminada permisividad de sus leyes en favor del mercado y el consumo y, por otro, se otorga medallas por los esfuerzos realizados en pro de la salud. Ogro filantrópico de la inmoralidad acumuladora, aparenta estimular y proteger un agraviado bienestar comunitario al tiempo que reprime.
El asistencialismo viene a ser la actitud estatal o de organizaciones, grupos e incluso individuos, orientada a resolver problemas sociales o particulares a partir de la asistencia externa y ocasional en lugar de generar soluciones estructurales por tiempo indefinido. Obligatorio en tiempos de crisis y catástrofes, el asistencialismo debería ser circunstancial, pues de otro modo mantiene a la gente en la pobreza y en su soporte: la ignorancia, agradecida con imágenes, caridades y limosnas que no resuelven el atraso y la desigualdad, incluida la situación de pacientes terminales y desahuciados.
Las sombras del proteccionismo, el paternalismo y el asistencialismo oscurecen entonces toda posibilidad de información, libertad y apoyo eficaz al falso dilema del derecho a una muerte digna, tema en el que históricamente las instancias de poder, congruentes con su vocación explotadora, siempre han estado de acuerdo. Así, gobiernos, religiones, academias, ciencias y medios mantienen al día de hoy el concepto de que “la vida es sagrada”, mientras a diario atentan contra ésta, suprimiéndola en diferentes formas de violencia, misma con la que ya nos familiarizó el sistema.
Sin cuestionar lo anterior, Kübler-Ross dedicó sus conocimientos y esfuerzos a asistir en hospitales a adultos y niños terminales o sin posibilidades de recuperación, rechazando toda forma de eutanasia y de suicidio asistido e ignorando la voluntad de pacientes. Una emblemática estatua de un puente parisino, parcialmente sumergida por la crecida del Sena, fue equipada el domingo con un chaleco salvavidas en una operación simbólica para sensibilizar sobre el impacto del cambio climático.
El zuavo, la célebre estatua de un soldado del ejército francés que custodia el río desde el Puente del Alma, cubierto ahora de agua hasta los muslos, fue vestido por dos hombres que descendieron haciendo rapel.
“Get ready for global warming” (Prepárense para el calentamiento global), podía leerse en una pancarta negra desplegada en el puente sobre la estatua.
“Es un bonito símbolo”, afirmó el francés Yann Arthus-Bertrand, cuya fundación Goodplanet apadrina esta operación, alertando contra “una carrera por el crecimiento que destruye el planeta”.
Situada sobre un pilar de uno de los numerosos puentes de la capital francesa, la estatua representa al soldado de un cuerpo de infantería creado en Argelia que combatió en la batalla del Alma, en Crimea, en 1854 contra los rusos.
El zuavo se convirtió con los años en la referencia informal para los parisinos de las crecidas del Sena: se considera que estas empiezan cuando tiene “los pies en el agua”. Durante las inundaciones históricas de 1910, al soldado le llegaba el agua a los hombros.
El personaje es tan popular que un admirador anónimo le creó una cuenta en Twitter. “Dejarlo todo para irse a Noisy le Sec”, escribió con humor recientemente en referencia a una localidad de la periferia parisina cuyo nombre significa literalmente Noisy la Seca.
Una acumulación de lluvias sin precedente provocó crecidas en serie en Francia el mes pasado. En París, el Sena alcanzó su máximo nivel el 29 de enero.
Según un nuevo estudio científico europeo, el calentamiento global incrementará las crecidas en el viejo continente debido a un aire más cálido que contiene más humedad.