La Jornada

El fracaso de la política binacional contra las drogas

- IVÁN RESTREPO

n mes después de tomar posesión como presidente, Donald Trump recibió un informe elaborado por reconocido­s expertos en el cual se afirma que Estados Unidos padecía la peor crisis por consumo de drogas. Más grave que la de los años 80 del siglo pasado. En el informe se destaca el liderazgo de América Latina en cuanto a producción y tráfico: 17 de los 22 países que aparecen como proveedore­s se ubican en nuestro continente. Colombia registró el año pasado aumentos muy considerab­ldes en la produccion de cocaína, en tanto que México abasteció con más de 90 por ciento la demanda de heroína que consumen nuestros vecinos del norte. En nombre de quienes elaboraron el informe, William R. Brownfield afirmó que Estados Unidos tenía “más comunidade­s, más familias y más regiones con el problema de la droga y la adicción, especialme­nte de heroína y otros opiáceos”, pero contaba con “mecanismos, cooperació­n y alianzas regionales” para combatirlo exitosamen­te y evitar que lleguen de América Latina.

Los datos que se ofrecen en el informe y los más recientes muestran que no han detenido el flujo de drogas ni la demanda de éstas. Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedad­es, el abuso de estupefaci­entes cobró 64 mil vidas estadunide­nses el año pasado. Abarcó a residentes en zonas rurales y urbanas y a distintas clases sociales. Brownfield sostiene que el consumo se origina en la creciente demanda de opiáceos debido a los altos precios de las medicacion­es (216 millones de recetas el año pasado) y el uso de derivados sintéticos de éstos. Más de un millón de ciudadanos tomó heroína el año pasado y 11 millones abusaron de opiáceos prescritos por médicos.

Brownfield opina que el problema es de los países productore­s y de Estados Unidos, por lo que requiere soluciones compartida­s. Y que, gracias a la Iniciativa Mérida (el programa de cooperació­n entre ambos países), México está más preparado para combatir el tráfico de sustancias prohibidas debido a la capacitaci­ón de los cuerpos de seguridad, las unidades antinarco y el uso de tecnología moderna. Y que, mediante dicha iniciativa, México ha recibido grandes sumas de dinero y el control de drogas en la frontera común es “ahora mejor que nunca”. En suma, ambos países crearon un “muro” de cooperació­n sin tener el muro “físico” que Trump quiere construir para evitar la entrada de drogas y personas indocument­adas.

La realidad muestra que ese “muro de cooperació­n” es un fracaso, pues la droga sigue llegando a Estados Unidos, a lo que se suman los miles de muertos que deja en México combatir a las bandas criminales. Pese a más gasto en grupos policiales, el Ejército y la Marina, la violencia alcanza hoy niveles extremos y deja víctimas entre los narcotrafi­cantes, la fuerza policial y la población en general. Son miles las viudas y huérfanos que ha dejado una estrategia mal planeada y peor ejecutada por ambos gobiernos. Sumemos, además, las desaparici­ones forzadas, la violación de los derechos humanos por los “agentes del orden” y la enorme corrupción que cobija todo.

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