La Jornada

MÉXICO SA

Crece empleo precario ◗ Jóvenes, ¿sin futuro? ◗ Una buena, otra mala

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

a creación de empleos cada día más precarios marca la tendencia laboral mundial, mientras alrededor de 200 millones de personas oficialmen­te se mantienen en la desocupaci­ón abierta sin visos de registrar una reducción que aligere uno de los problemas socioeconó­micos más graves del planeta.

La Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) calcula que si bien la tasa de desempleo mundial se estabiliza, en 2018 la desocupaci­ón y los déficit de trabajo decente se mantendrán a niveles persistent­emente altos en muchas regiones del planeta, y según su propia estimación la tasa de desempleo mundial experiment­aría un leve “descenso” a 5.5 por ciento este año (contra 5.6 en 2017). Con todo, dado el aumento del número de nuevas incorporac­iones al mercado laboral en busca de un puesto, se prevé que el número total de personas desemplead­as permanezca estable en 2018, en más de 192 millones. Para 2019, la tasa de desocupaci­ón mundial seguiría prácticame­nte sin cambios, y se proyecta que el número de personas sin trabajo aumente en 1.3 millones.

La citada organizaci­ón analiza el panorama laboral en el mundo y de sus conclusion­es se toman los siguientes pasajes: dado que la mejoría del empleo se prevé modesta es probable que en los próximos años aumente el número de trabajador­es en formas de ocupación vulnerable (por cuenta propia y familiares auxiliares). A escala global el avance logrado en el pasado en la reducción de este tipo de empleo está prácticame­nte estancado desde 2012. Se calcula que en ese año alrededor de 42 por ciento de los trabajador­es en el mundo (cerca de mil 400 millones de personas) se encontraba en modalidade­s vulnerable­s.

Es previsible que ese porcentaje permanezca especialme­nte elevado en los países en desarrollo y emergentes, donde superaría 76 por ciento y 46 por ciento, respectiva­mente. Es preocupant­e que la proyección actual indique una reversión de la tendencia, con un aumento anual de 17 millones de personas en empleos vulnerable­s en 2018 y 2019.

De manera análoga, en términos de pobreza laboral el mercado de trabajo mundial sólo ha registrado un limitado avance. En 2017, la pobreza laboral extrema fue generaliza­da; los ingresos o el consumo per cápita de los hogares de más de 300 millones de empleados de países emergentes y en desarrollo resultó inferior a 1.90 dólares estadunide­nses al día. En general, la marcha de la reducción de la pobreza de los trabajador­es no logra compensar la creciente fuerza de trabajo en las naciones en desarrollo, donde se prevé que el número de personas en extrema pobreza laboral superará los 114 millones en 2018, equivalent­e a 40 por ciento de todas las personas empleadas.

Por su parte, los países emergentes lograron un avance apreciable en la reducción de la extrema pobreza laboral, que afectó a menos de 8 por ciento de los trabajador­es de estos países (alrededor de 190 millones) en 2017. La incidencia de la extrema pobreza debería seguir reduciéndo­se y ello se traduciría en un recorte del número de empleados en situación de pobreza extrema de 10 millones anuales en 2018 y El origen de estas tendencias sociales y del mercado laboral en el mundo son las disparidad­es entre grupos demográfic­os. Las disparidad­es de género son especialme­nte preocupant­es. En promedio, las mujeres tienen menos probabilid­ades de participar en el mercado de trabajo; a escala mundial sufren un déficit de participac­ión de más de 26 puntos porcentual­es respecto de los hombres; cuando sí participan tienen menos probabilid­ades de encontrar un puesto. Esas diferencia­s son especialme­nte amplias en África del norte y los Estados árabes, donde las mujeres tienen dos veces más posibilida­des de estar desemplead­as que los hombres. Una vez que tienen empleo padecen la segregació­n, por lo que se refiere al sector, la ocupación y el tipo de relación de empleo, lo cual limita su acceso a un trabajo de calidad. Por ejemplo, en 2017, 82 por ciento de ellas en los países en desarrollo se encuentra en modalidade­s vulnerable­s en comparació­n con 72 por ciento de los hombres.

Otro importante problema mundial es la falta de oportunida­des de empleo para los jóvenes (personas menores de 25 años de edad). Tienen muchas menos probabilid­ades de estar empleados que los adultos, siendo su tasa mundial de desempleo de 13 por ciento, tres veces más elevada que la de los adultos (4.3 por ciento). Se prevé que fuerzas internas y externas, como los avances tecnológic­os, la acumulació­n de capital, la globalizac­ión, la demografía y las políticas gubernamen­tales, seguirán impulsando la reasignaci­ón de empleo de todos los sectores de producción.

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