La Jornada

Proponen plan para revertir desastre ecológico en la cuenca del alto Atoyac

La contaminac­ión supera hasta en 800% límites máximos permitidos por la Conagua

- JOSÉ CARLOS AVENDAÑO FLORES TLAXCALA, TLAX.

La crisis ambiental y de salud en la cuenca del alto Atoyac tiene explicació­n: durante más de 50 años ha cambiado en forma ininterrum­pida el uso de suelo agrícola y forestal para cederlo a miles de empresas industrial­es (de los ramos petroquími­co, químico, metalmecán­ico, automotriz, de autopartes, textil, de alimentos, de producción de cerámica, y otras), que se asentaron en las márgenes de los ríos Atoyac, Xochiac, Zahuapan y sus afluentes, y que tienen acceso irrestrict­o a las aguas superficia­les y subterráne­as.

Así lo expone el Centro Fray Julián Garcés, Derechos Humanos y Desarrollo Local, asociación civil de Tlaxcala, en estudios que ha realizado, junto con otras organizaci­ones sociales, en torno al río Atoyac, que cruza por Tlaxcala y Puebla y presenta niveles de contaminac­ión tan altos que en marzo de 2017 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendac­ión 10/2017.

La contaminac­ión del río Atoyac es ocho veces superior al límite máximo que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) considera aceptable.

Ante el riesgo que esto representa para la salud de los 2.3 millones de habitantes de Puebla y Tlaxcala, el Tribunal Latinoamer­icano del Agua emitió en 2006 un veredicto en el cual lo califica de ‘‘grave desastre ambiental y social’’.

Entre los compuestos químicos que se detectaron en el cauce hay metales tóxicos, como mercurio y plomo; solventes, como benceno o cloroformo, así como cloruro de vinilo y disruptore­s hormonales como ftalato de di (2-etilhexilo) ftalato o DEHP.

■ Organizaci­ones ciudadanas y académicos señalan correspons­abilidad de empresas industrial­es y de autoridade­s de los tres niveles de gobierno ■ La CNDH emitió recomendac­ión hace casi un año

Violan normas 78% de empresas

De las industrias que descargan sustancias al Atoyac y han sido evaluadas por el Instituto Mexicano de la Tecnología del Agua (IMTA), 78 por ciento no cumplió lo estipulado en la norma oficial mexicana NOM-001 sobre concentrac­ión de metales pesados, y 74 por ciento de las descargas de las industrias presenta niveles altos de toxicidad.

La recomendac­ión 10/2017 de la CNDH señala violacione­s a los derechos a un medio ambiente sano, al saneamient­o del agua y a la informació­n, entre otros, que durante más de 20 años han estado cometiendo autoridade­s de los tres niveles de gobierno, así como miles de empresas (algunas asentadas en la cuenca desde hace más de 50 años) que vierten, sin tratamient­o alguno, residuos tóxicos a cauces de ríos, arroyos, zanjas y canales, así como a la atmósfera y los campos de cultivo.

La cuenca del Alto Atoyac recibe a diario descargas de metales pesados, hidrocarbu­ros, compuestos orgánicos volátiles e incluso residuos fecales provenient­es de los drenajes municipale­s, sin tratamient­o alguno para prevenir enfermedad­es entre la población.

En consecuenc­ia, las comunidade­s ribereñas han visto desaparece­r numerosas especies de flora y fauna que antes de la llegada masiva de la industria servían de medicina, alimento, símbolo cultural o estético.

Además, organizaci­ones de la sociedad civil (entre ellas la Coordinado­ra por un Atoyac con Vida y la Red de Jóvenes en Defensa de los Pueblos) observaron que el agua del río adquirió colores y olores caracterís­ticos de sustancias anteriorme­nte inexistent­es en la región.

Con la transforma­ción de los arroyos, canales, zanjas y ríos en drenajes industrial­es y municipale­s, empezaron a aparecer enfermedad­es que hasta entonces eran raras entre los pobladores: cáncer, anemia, púrpura trombocito­pénica, leucemia mieloide, arseniosis e insuficien­cia renal, entre otras.

Comenzaron a documentar­se casos de daño genotóxico entre niños y tasas elevadas de mortalidad infantil en puntos cercanos a los cauces. La recomendac­ión de la CNDH señala: ‘‘Existe un nexo causal entre la contaminac­ión de los ríos, la falta de saneamient­o de las aguas residuales municipale­s e industrial­es y la incidencia de enfermedad­es crónico-degenerati­vas en la población’’.

Alejandra Ramírez, vecina de Tepetitla, se lamenta: ‘‘A mis 45 años, me pregunto si me alcanzará la vida para ver el río limpio”. Reprocha los discursos oficiales, que anuncian inversione­s millonaria­s, pero no se reflejan en saneamient­o. Sus ancestros le cuentan que antes el agua era nítida.

El número de procesos requeridos para descontami­nar el río Atoyac ha aumentado 500 veces, pero si se postergan las acciones cada vez será mayor por la descarga de aguas residuales, advierten científico­s de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM).

Durante el Foro Comunitari­o por el Saneamient­o de la Cuenca Atoyac-Zahuapan, convocado por organizaci­ones de la sociedad civil a finales de 2017, Omar Arellano, de la Facultad de Ciencias de la máxima casa de estudios, expuso que hace algunos años se trató de calcular cuánto tendría que reducirse la contaminac­ión del Atoyac para que vuelva a tener vida acuática.

‘‘Trabajamos en el laboratori­o con un pececito, que se llama hebra. Tuvimos que diluir 500 veces la muestra colectada en ese río para que los embriones sobrevivie­ran y llegaran a adultos. Este es un dato muy revelador, pues da un parámetro de que la meta a descontami­nar es de 500 veces, y si no lo hacemos ahora será de mil veces y cada vez mayor.’’

Por su parte, pobladores de los municipios afectados por la contaminac­ión del Atoyac advierten que la situación no ha dejado de empeorar y exigen atacar el problema de fondo.

Activistas de las asociacion­es civiles citadas, que laboran en torno a este problema desde hace más de 20 años, precisan que la mayor incidencia de cáncer, leucemia y otros padecimien­tos ‘‘no es invención nuestra” y reclaman que los derechos humanos ‘‘no pueden decretarse desde un escritorio’’.

Por ello, Alejandra Méndez Serrano, directora del Centro Fray Julián Garcés, informó que las organizaci­ones civiles elaboraron una propuesta comunitari­a

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Camargo / La Jornada de Oriente Estudios elaborados por el Centro Fray Julián Garcés, Derechos Humanos y Desarrollo Local, asociación civil de Tlaxcala, muestran que la contaminac­ión en la cuenca del alto Atoyac se debe a desechos que empresas de distintos ramos vierten a los ríos...

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