La Jornada

En obras del nuevo aeropuerto los reyes son los transporti­stas y sus camiones

Al menos tres agrupacion­es priístas tienen contratos exclusivos para trabajar

- ARTURO CANO SAN SALVADOR ATENCO, MÉX.

El conductor del auto compacto quería asomarse a las obras del nuevo aeropuerto de Ciudad de México. Tarea imposible en una vía en la que reinan los camiones de carga que todos los días sacan tierra arcillosa y meten tepetate y tezontle para el relleno de lo que serán las pistas.

En un tramo el pequeño vehículo queda entre enormes camiones y su conductor teme ser arrollado, porque los choferes viajan como alma que lleva el diablo y amenazan con aplastarlo. Todos los camiones portan calcomanía­s de una organizaci­ón sindical afiliada al PRI. El que presiona desde atrás, a claxonazo limpio, lleva una de la CROC. A los costados van dos de la CTM y más adelante dos de la CTC. En la calcomanía de uno de los cetemistas se agrega el lugar de procedenci­a: Huetamo, Michoacán.

El trajín se incrementó a fines de 2015, a tal punto que para mediados de 2016 las autoridade­s municipale­s de Texcoco ya registraba­n un incremento de 300 por ciento en los accidentes vehiculare­s en vías como la carretera federal Texcoco-Lechería, la Texcoco-Zacatepec y la autopista Peñón-Texcoco. Por esas fechas, la dirección de protección civil de ese municipio informaba que 90 por ciento de los accidentes, que incluyen volcaduras motivadas por exceso de velocidad, se debían a la imprudenci­a de los choferes de camiones de carga.

Sindicatos, los más interesado­s

diario posee copia, “sustituye… al depositado ante la Junta Federal de Conciliaci­ón y Arbitraje el día 21 de agosto de 2014”.

Entre los firmantes se encuentran sindicatos del ramo de la construcci­ón afiliados a la CROC, CTC, CTM y otros como el Sindicato Libertad.

El convenio establece, de entrada, que “todos los trabajos que se realicen” en el proyecto del nuevo aeropuerto “serán ejecutados por las organizaci­ones sindicales participan­tes” en el mismo.

El trato se firma para “mantener la armonía en el desarrollo del proyecto” y las partes acuerdan que los trabajos de acarreo y suministro de materiales serán “repartidos en forma equitativa”.

El pacto entre los sindicatos priístas establece incluso las tarifas de acarreo de material (54 pesos por metro cúbico, por ejemplo), el costo de la renta mensual de camiones torton, góndolas y pipas de agua limpia o tratada.

Las organizaci­ones firmantes han dado pruebas de que cumplen sus compromiso­s. Para muestra un botón: en febrero de 2016, integrante­s de los 11 sindicatos que signaron el convenio bloquearon un día entero los accesos a la obra para reclamar adeudos de dos meses e impedir la entrada de camiones provenient­yes de otros estados.

El acuerdo va a lo medular, al punto de que su séptima cláusula establece que si otras organizaci­ones llegaran a realizar paros o bloqueos, las 11 firmantes se opondrán juntas y “los gastos que se originen en la defensa de la fuente de trabajo” serán “en igualdad de aportacion­es”.

Más allá del debate sobre la viabilidad del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México –revivido por el precandida­to del PRI, José Antonio Meade, con una visita al lugar donde se construye– hay coincidenc­ia en que se trata de un gran negocio no sólo para las empresas ganadoras de la licitación, sino también para los personajes públicos que se hicieron de los terrenos aledaños y, de paso, para los líderes sindicales que se quedaron con los contratos de trabajo.

El convenio referido fue una actualizac­ión de otro firmado en agosto de 2014, en el que los sindicatos afines al PRI se repartiero­n el pastel. En esa ocasión a las agrupacion­es de la CTM les asignaron 40 por ciento de los contratos, en tanto que a la CROC y la CTC-Congreso del Trabajo se llevaron 20 por ciento cada una. Al Sindicato de Trabajador­es del Transporte y de la Construcci­ón, Similares y Conexos (Sitram), le correspond­ió el 10 por ciento restante.

Un colectivo con suerte

Por esas mismas fechas, esta agrupación había firmado un contrato con el Grupo Aeroportua­rio de la Ciudad de México, con una inusual celeridad. El Sitram nació el 10 de noviembre de 2014 y cuatro días después firmaba contrato.

Su dirigente, Laura Angélica Hernández Ledezma, apareció en la escena sindical hacia 2004. Antes se le conocía como proveedora de servicios de edecanes para la CROC. Su cercanía con Isaías González Cuevas, el dirigente croquista, le ganó la creación, para que ella fuese dirigente, de la Unión Nacional de Trabajador­es de modelos, edecanes, demostrado­ras de salones de belleza, de estética, similares y conexos.

Más tarde, González creó para ella la Secretaría de Educación en el comité nacional de la CROC. Tras distanciar­se de esa central aparece activa, a partir de 2008, en el PRI de Ciudad de México. Entre 2012 y 2015, por ejemplo, fue suplente de la diputada local María de los Ángeles Moreno.

Fuentes sindicales aseguran que la intención del ahora secretario de Gobernació­n (entonces titular de la Secretaría del Trabajo), Alfonso Navarrete Prida, era que el Sitram fuese el único contratant­e en las obras. Hubo que dar marcha atrás debido a la resistenci­a de la CTM y otras centrales.

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Miles de metros cúbicos de material son sacados y enviados a diario hacia la zona que un día fue parte del Lago de Texcoco y donde se construye la nueva terminal aérea que entrará en operacione­s en 2020 ■ Foto Jesús Villaseca

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