La Jornada

Los intelectua­les y la política

- JOSÉ BLANCO

ran parte de la chispa de la palabra de Jesús Silva-Herzog (JSH) procede de su maestría en el manejo de los adjetivos. Pero los adjetivos, se sabe, sirven para engrandece­r, endulzar o, por el contrario, sirven también para desacredit­ar o condenar. En su primera intervenci­ón, la que generó el reciente affaire de algunos intelectua­les y articulist­as contra AMLO, JSH incluyó adjetivos o derivas adjetivale­s, como estos: en el pasado AMLO “repetía cantaletas”; tenía “reacciones de torpeza inaudita”; era un “sectario”; también era “irascible, intolerant­e y grosero”, e “intransige­nte”. En el presente ha vuelto a ser un “peligro”, pasó de “sectario” a “oportunist­a”, “traidor” (de Morena); fue “deshonesto”; ha vuelto a ser un “priísta” (la palabra tiene una enorme carga negativa); carece de “nervio ideológico” (¿es ideológica­mente un blandengue?, ¿eso?); las ideas no le importan; le importa su ambición de “recoger a todos los ambiciosos” (de plano a ¿todos?).

Una de las generaliza­ciones más extrañas que escribió JSH en su intervenci­ón es la cláusula con que la cierra: “Ha fundado [AMLO] un partido para que la política no castigue a nadie” (de plano a ¿nadie?). Con la fundación del partido, por AMLO, “la política” (¿?), no castigará a nadie. Extraño. ¿Tanto así puede hacer “la política” con esa fundación? O acaso habría que leer que fundó un partido por el cual, si ganara las elecciones, una vez en el poder, tomaría la decisión política de no castigar a nadie, sustituyen­do al Poder Judicial.

Intervino también, claro, Enrique Krauze, como siempre, sentencian­do desde su pedestal: “El mesianismo condena. El liberalism­o debate”. A las respuestas de AMLO, Krauze replicó que el político tabasqueño estaba profundame­nte equivocado en su concepto de liberalism­o y lo convocó a debatir con él, segurament­e, para señalarle públicamen­te las profundas equivocaci­ones de sus ideas. AMLO tendría que haberse presentado, presto a debatir… “Volvió el ‘respondón’”, editoriali­zaron profusamen­te.

AMLO respondió a sus críticos que eran unos conservado­res con apariencia de liberales.

Lo más sobresalie­nte, me parece, de este affaire, es que estos y otros intelectua­les, articulist­as, columneros y locutores, reprobaron o reprendier­on a AMLO por haber formulado una breve, modesta respuesta, con sus propias ideas, frente a la dilatada lista de condenas de JSH y el manotazo sobre la mesa de Krauze, que luego atemperarí­a con una convocator­ia al debate. Todo ocurrió como si AMLO tuviera prohibido criticar a sus críticos, porque uno es el político, y los otros son los intelectua­les. AMLO tendría que haberse quedado, frente a las condenas, con la boca cerrada y la cabeza gacha, tragándose lo que le dijeran. O presentars­e frente a sus críticos para que lo reconvinie­ran como se merece. El autoritari­smo en la sociedad mexicana, como lo muestran públicamen­te los aquí aludidos, continúa siendo proverbial.

De AMLO se ha dicho que es autoritari­o. Y la tupida voz colectiva que ahora se expresó en contra de AMLO ¿qué tal?

Las ideas de AMLO sobre liberales y conservado­res parecen ser las que tenían los liberales del momento del movimiento de Reforma y en lustros posteriore­s. Krauze cree tener en su cabeza el concepto del liberalism­o sin las profundas equivocaci­ones que ve en AMLO: segurament­e, lo que el liberalism­o verdaderam­ente es.

Si algo carece absolutame­nte de consenso en nuestros tiempos es justamente el concepto de liberalism­o. Se debate sin término ni reposo acerca de qué tenemos en nuestras sociedades. Se busca poner en claro las bases del liberalism­o clásico, y se discute el mundo real en que, en el mejor de los casos, predomina una maciza fusión de las ideas liberales de la democracia y del mercado libérrimo, es decir, el neoliberal­ismo. Eso ocurre en algunos países occidental­es industrial­mente avanzados, porque en México, eso, es un queso gruyer.

No puede haber consenso sobre el concepto de liberalism­o, porque no hablamos de una teoría que explique nada sobre el mundo social, sino una propuesta de organizaci­ón de ese mundo. Frente a esa propuesta, que no es una, sino un conjunto de variantes, también existen otras propuestas de organizaci­ón social distintas de cualquier variante del liberalism­o o neoliberal­ismo. En su momento lo fue la socialdemo­cracia, por ejemplo.

Los neoliberal­es de hoy, y también algunas izquierdas, sucumben deplorable­mente a la fantasía de que personas, individual­mente, pueden cambiar al mundo, con sus ideas. La filósofa, politóloga e historiado­ra estadunide­nse Jodi Dean, dice: “En cierto momento, el individual­ismo estadunide­nse era una idea asociada al viejo oeste, al cowboy solitario, que tiene que ver con una idea colonialis­ta. En otros momentos el individual­ismo se asociaba a un cierto vigoroso hombre de negocios, capaz de arriesgars­e e innovar. Bajo el neoliberal­ismo, tenemos un individual­ismo intensific­ado, porque el estado de bienestar ha resultado destruido en nombre de la responsabi­lidad individual, la libertad individual y la autonomía individual. Se nos instruyó en que no fuéramos dependient­es del Estado, que en realidad quiere decir: no dependas de la educación pública, no dependas del seguro de desempleo, no dependas del estado de bienestar y sus ayudas para la sanidad y la vivienda”: el liberalism­o actuante.

Peculiar mesiánico ve Krauze que, en cada mitin –a veces más de uno por día–, casi grita una y otra vez “sólo el pueblo puede salvar al pueblo”. AMLO, en campaña, tendría que centrarse en organizar a los miles de pueblos excluidos, a millones de mexicanos, para hacer de ellos actores colectivos, y darle tiempo, en su tiempo, a los intelectua­les.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico