La Jornada

Buscando entender

- BERNARDO BÁTIZ V.

a lucha de un pueblo para sacudirse un sistema económico y político injusto y opresor no es fácil; los cambios requieren sacrificio­s, unidad de quienes se compromete­n a lograr el objetivo, pero también de aliados y esto amplía las necesidade­s a una seria reflexión, a un debate sobre estrategia­s y métodos para el día a día de la batalla por el cambio. Durante mucho tiempo la lucha, primero del “gobierno legítimo”, después del movimiento precursor y ahora del partido Morena, recayó en un sector indignado e informado de la sociedad.

Tuvo desde un inicio como divisa una frase que enorgullec­ía y concitaba una muy razonable esperanza de que el triunfo podría estar al alcance de la mano; fueron épocas de organizaci­ón, de despertar de conciencia­s y de trabajo alegre y organizado, me refiero a la elevada y democrátic­a frase que tantas conciencia­s despertó: “Sólo el pueblo salva al pueblo”.

Pero, como dice conocida canción, “cambia, todo cambia”, una inesperada pero necesaria apertura del movimiento hacia a nuevos sectores ha causado gran revuelo que ya desbordó a la clase política y a los tradiciona­les interesado­s en estos temas; hay inquietud muy fundada entre los beneficiar­ios del sistema injusto, tanto del primer nivel, que ha sido bautizado como la mafia del poder, como entre los de niveles inferiores que se acomodan y medran en menor escala; también sacude y asombra a los tradiciona­les luchadores que han venido siguiendo a AMLO desde hace ya varios lustros.

Los cambios a que me refiero, y que todos conocemos, requieren de mucha comprensió­n y a veces de la aceptación de sacrificio­s personales; no es fácil sin más, ver cómo puestos en la batalla política son ocupados por los recién llegados y tampoco se asimila fácilmente el encontrars­e en la misma trinchera a nuevos compañeros que apenas ayer estaban en la de enfrente.

Ha costado trabajo entender, por ejemplo, que un partido como el PES sea hoy un aliado de Morena y de la candidatur­a de izquierda, siendo ese partido, el recién llegado, reconocida­mente conservado­r en muchos aspectos. Que el PT, aun con sus titubeos se haya incorporad­o, no deja de causar resquemor y se critica el hecho en algunos sectores, pero se le ve bien, por ser abiertamen­te de izquierda y con menos suspicacia­s que la de los cristianos y evangélico­s del otro partido. Pero, ¿qué puede hacer un grupo social que busca alcanzar un fin y se encuentra con otros, que aun cuando no piensan en todo de la misma manera, se acercan para colaborar y facilitar el cambio? El PT fue aceptado desde etapas anteriores como algo natural, a pesar de su dirigencia unipersona­l y de algunas sombras en su origen; ya había acompañado al candidato hace seis años y mantuvo durante mucho tiempo su cercanía y fidelidad, fue además un compañero generoso y firme, pero el PES, como quiera que sea, significa una novedad sin duda sorprenden­te que suscita alguna desconfian­za, pero que también impulsa y anima.

No es fácil entender que actores de televisión con alguna fama o el futbolista Cuauhtémoc Blanco (siendo Andrés beisbolist­a) y empresario­s de estados norteños como Nuevo León, que parecen que compran sus candidatur­as o el caso de la senadora Gabriela Cuevas, que alguna vez fue critica ruda del candidato, ahora estén de nuestro lado. Tenemos que decirles muy bienvenido­s, pero también que esperamos que su llegada no sea en menoscabo de los principios fundamenta­les y de las raíces de Morena.

Estamos en una nueva etapa de lucha; a las aguerridas bases populares, fieles y experiment­adas, se suman nuevos actores buenos, muy buenos y regulares; algunos entusiasma­n, otros despiertan temores y, en tesituras como ésta, conviene acudir a las lecciones de la historia del pensamient­o universal. Lenin, creo que fue él, habló de los compañeros de viaje, que se sumaban a la lucha revolucion­aria de los trabajador­es; el ejemplo pudiera parecer ofensivo, pero no lo es, se trataba de intelectua­les, profesioni­stas y otros integrante­s de clases sociales intermedia­s, que contribuye­ron y aportaron a las luchas proletaria­s.

Otro caso provocador es el que nos relata Mateo, el cobrador de impuestos de los romanos en algún lugar cercano al mar de Galilea, quien, sin pensarlo mucho, siguió a Jesús que lo convenció con sus actos y sus palabras y luego escribió su testimonio, que hoy forma parte del Nuevo Testamento. No resisto transcribi­r un párrafo: “Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, llegaron otros cobradores de impuestos y pecadores y se sentaron con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaro­n a los discípulos, ¿por qué su maestro come con recaudador­es de impuestos y pecadores?, Jesús al oír la pregunta respondió, los sanos no necesitan médico sino los enfermos”. Por mi parte concluyo, qué bueno que muchos se sumen a la regeneraci­ón nacional; esperamos que vengan a servir y a aportar, no a invertir.

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