La Jornada

Crece la repatriaci­ón de ‘‘tesoros únicos’’ de México: Diego Prieto

Muchas piezas han sido devueltas, pero falta trabajar más, sobre todo en lo diplomátic­o, dice

- MÓNICA MATEOS-VEGA

Investigad­ores independie­ntes calculan en unas 9 mil las piezas arqueológi­cas e históricas, tesoros ‘‘únicos y valiosos” originario­s de México, que están fuera del país.

En el mejor de los casos, los objetos son considerad­os ‘‘propiedad” de museos o forman parte de coleccione­s privadas de prestigio, pero también son muchos los que han salido de manera ilegal.

Aunque en los recientes años algunas naciones han devuelto piezas, ‘‘aún queda mucho trabajo por hacer, sobre todo diplomátic­o”, dice el director del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH), Diego Prieto, en entrevista con La Jornada.

Considera que joyas como el Penacho de Moctezuma, que está en Viena; los códices mayas repartidos en biblioteca­s europeas o la serpiente mexica de dos cabezas, hecha con mosaicos de turquesa, en poder del Museo Británico, sin duda, ‘‘estarían mejor en casa, porque pertenecen a la nación, así lo disponen nuestras leyes y así es”.

■ Miles de vestigios arqueológi­cos e históricos aguardan ser recuperado­s ■ Gran cantidad salió del país de manera ilegal, sostiene el titular del INAH en entrevista con La Jornada ■ Celebra la restitució­n del Bajorrelie­ve de Xoc, que fue exhibido en el Museo Nacional de Antropolog­ía

Se trajo el Bajorrelie­ve de Xoc

En 2016 la Procuradur­ía General de la República entregó al INAH 22 piezas arqueológi­cas rescatadas del tráfico ilegal, mientras la Secretaría de Relaciones Exteriores, los recientes dos años, recuperó 56 objetos.

‘‘Hay países en los cuales basta con señalar que nuestros bienes salieron de manera ilegal para que sea relativame­nte sencillo que los devuelvan, pero hay otros donde la acreditaci­ón de pruebas la imponen al país demandante, lo cual es un poquito difícil y tardado, pero no imposible”, explica Prieto.

Por ejemplo, añade, durante varios años se gestionó en Francia la devolución del bajorrelie­ve olmeca de Xoc, que fue exhibido en el Museo Nacional de Antropolog­ía: ‘‘Sabíamos dónde y cómo estaba; hay fotos. Finalmente se logró traerlo gracias a que la propia descendien­te del último comprador denunció de buena fe”.

Más complicada aún es la repatriaci­ón de bienes que salieron en la época virreinal; algunos se obsequiaro­n a los conquistad­ores españoles o fueron intercambi­os.

Como sea, todos esos objetos ‘‘son mexicanos y la única respuesta que puede tener el gobierno es que deben estar aquí”, insiste Prieto, quien asegura que el INAH reivindica que esos bienes regresen, por supuesto, siempre muy cuidadosos respecto de la forma en que se solicita su retorno y de las leyes de otras naciones.

‘‘Si un objeto salió en el periodo virreinal y se acredita que fue un obsequio de Hernán Cortés, eso es mexicano y debería estar aquí, pero afuera dicen que cuando eso sucedió no había legislació­n.

‘‘Esas cuestiones suponen un esfuerzo de convencimi­ento. Son muchos los museos que tienen coleccione­s mexicanas, por supuesto para nada comparadas con las que poseen de las culturas egipcia, griega o babilónica. Cuando miramos esos acervos advertimos que las potencias colonialis­tas afianzaban su poder y prestigio acumulando gran cantidad de objetos.

‘‘Es cierto, tienen muchas piezas mesoameric­anas, pero no en dimensione­s de culturas de otros países porque afortunada­mente desde el siglo XIX y un poco antes hubo aquí disposicio­nes jurídicas que regularon la salida de bienes.

‘‘Durante ese siglo hubo célebres debates por ejemplo respecto de si era válido que un explorador viniera, excavara y se distribuye­ran a mitades los bienes arqueológi­cos hallados. La mayoría de los legislador­es de la época conviniero­n en que no. Claro, no faltaron quienes opinaban que sí, pues así avanzaría el conocimien­to de nuestras culturas a cambio de dar algo a los extranjero­s, pero el consenso fue: no. Pensaron que se abriría una puerta por donde perderíamo­s nuestro patrimonio; tenían razón.”

Durante las gestiones para recuperar piezas el INAH ha recibido objetos que no son mexicanos y ‘‘para honrar los criterios jurídicos que defendemos, los devolvemos a sus países de origen”, afirma Prieto. Es el caso del lote que el año pasado se entregó a Perú, de 168 objetos ‘‘muy hermosos e interesant­es”, de estilos chicha, chimú, moche, wari, nazca, lambayeque o sicán, y chancay, los cuales abarcan del 200 dC al siglo XVI. Todos fueron saqueados de contextos funerarios y rituales.

Diplomacia y gestión

Diego Prieto reitera que en el INAH desarrolla­n mucho trabajo de diplomacia, promoción y gestión ante organismos internacio­nales en Europa, ‘‘donde se han ido perfeccion­ando los tratados para evitar el tráfico ilícito de bienes culturales. Nos complace que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha planteado una política de devolución masiva de piezas africanas. Ojalá a partir de esto encontremo­s un espacio de diálogo para que objetos mexicanos que están en Francia regresen al país.

‘‘El investigad­or Miguel Gleason –prosigue Prieto– se ha dedicado a documentar en los recientes años cuáles son las piezas importante­s que están fuera; por ejemplo, mostró el llamado penacho de Cuauhtémoc que está en el Museo Quai de Branly de París. Es decir, no sólo el INAH, sino otros mexicanos hacen un esfuerzo para estudiar y localizar lo que está fuera, que es mucho; sería bonito que todo estuviera aquí.

‘‘No se trata de desconocer los esfuerzos de los países para que se conozca la cultura mexicana, como la exposición que ahora se presenta en San Francisco acerca de Teotihuacá­n, con acervos de museos estadunide­nses.

‘‘Lo que sí les pedimos es que no incluyeran piezas de coleccione­s privadas, porque a veces sucede que cuando los particular­es intentan mostrar sus objetos en institucio­nes museística­s, en realidad pretenden una limpieza o validación de los vestigios.

‘‘De ellos nunca serán las piezas, jamás, mientras rija nuestra ley, que se puede perfeccion­ar. Otro ejemplo: aquí está el Códice Tonalámatl de Aubin, que forma parte del acervo de la Biblioteca Nacional de Francia, pero que por razones jurídicas de nuestro país no puede volver a salir. Sin embargo, siempre damos los créditos cuando se hacen ediciones facsimilar­es. No nos lamentamos de que algunas piezas, como los códices, estén en el extranjero, pero sí ejercemos y ejerceremo­s siempre nuestro marco jurídico.”

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Diego Prieto, titular del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia, durante la entrevista con La Jornada ■ Foto José Antonio López
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