Avanza réplica digital del Hoyo Negro de Tulum
Reconstruyen el rostro de la joven
En 1928 el arqueólogo Enrique Juan Palacios documentó en el ejido de Xoc, en Ocosingo, Chiapas, la existencia de una figura labrada que representa a un hombre olmeca, colocado en una pared de una montaña. Decían que tenía ahí más de 3 mil años.
A finales de los años 60 del siglo pasado, el bajorrelieve fue cercenado para sacarlo del país de manera ilegal. La última fotografía que se le tomó en México fue del investigador alemán Wolfgang Cordan en 1959.
Catorce años después, la arqueóloga Susanna Ekholm se interesó en estudiar el Bajorrelieve de Xoc, pero al regresar a la selva Lacandona para afinar algunos detalles de su investigación, se percató de que ese vestigio había sido víctima del expolio, probablemente entre 1968 y 1972.
Fue en 2014 cuando la pieza se ubicó en París. Al parecer estaba en manos de un coleccionista particular, quien la tenía empotrada en un muro. Cuando esa persona murió, sus hijos decidieron venderla a una casa de subastas, la cual se dio cuenta de que era una pieza robada y que difícilmente iban a poder comerciar con ella; entonces contactó a la Asociación de Amigos de México en Francia.
El Bajorrelieve de Xoc fue devuelto a México en diciembre de 2015 y durante el pasado diciembre y enero de este año se exhibió en el Museo Nacional de Antropología, para que los visitantes reconocieran ‘‘a través de este mudo testigo, las repercusiones del tráfico ilícito de bienes culturales”, señalaron las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
El visitante pudo observar una obra mutilada en cuatro partes a punta de cincel y sierra, apuntalada ahora con un arnés metálico.
Se trata del primer bien repatriado a México desde Francia, sin mediación judicial. Sobre todo se hicieron gestiones diplomáticas, con la colaboración de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol).
Rebeca González Lauck, curadora de la sala Culturas de la Costa del Golfo de ese recinto ubicado en Chapultepec, detalla que esa escultura de más de 2 metros es una obra maestra del arte olmeca. Presenta una figura humana de pie con un turbante, ataviada con suntuosa indumentaria; el brazo izquierdo está doblado sobre el pecho, sosteniendo un objeto muy elaborado. Su rostro está representado con una placa bucal de la que salen colmillos. La ‘‘U” en la ceja, y la ‘‘X” en la banda basal del tocado, conocida como cruz de San Andrés, son símbolos olmecas comunes.
En términos de indumentaria porta una especie de taparrabo sujetado al frente con una suerte de amarre cuadrado o medallón. En las muñecas y en los tobillos porta bandas, y asociados a los pies, se encuentran elementos curvos y puntiagudos que representan posiblemente las uñas de algún ave.
González Lauck dio a conocer que fue en Francia donde se desarrolló la consolidación y restauración del bajorrelieve, el cual además de la mutilación de la roca caliza, presentaba deterioros significativos en la parte inferior y en una sección del tocado.
Especialistas del Museo Nacional de Antropología fueron quienes diseñaron el arnés que lo soporta con la finalidad de que puediese admirarse como un todo.
El estudio del Bajorrelieve de Xoc continúa, dijo González, ‘‘es posible que por su localización original a la orilla de un asentamiento, sirviera como delimitador espacial del mismo, o quizás marcara un acceso al sitio”. La cueva inundada conocida como Hoyo Negro, en Tulum, Quintana Roo, es hoy un sitio que deslumbra y atrae a investigadores del mundo, precisamente porque en el Pleistoceno ‘‘fue una trampa de muerte”, dijo Alberto Nava Blank, uno de los descubridores del lugar en 2007, durante la presentación ayer de los avances en la elaboración de una réplica tridimensional digital del enorme domo subacuático.
En un encuentro que se desarrolló en el Museo Nacional de Antropología, también participó el antropólogo forense James C. Chatters, codirector e investigador principal del proyecto Hoyo Negro, quien presentó los estudios recientes hechos al esqueleto conocido como Naia, descubierto en el sitio y que tanta fama ha alcanzado.
En particular, llamó la atención del público la reconstrucción del rostro de aquella joven prehistórica, de entre 15 y 17 años de edad, quien también tuvo la mala fortuna de caer en esa cueva, que ahora es definida por estudiosos de varios países como ‘‘el sitio paleontológico perfecto”, debido a la excelente conservación de los vestigios que resguarda.
Fue en 2011 cuando Chatters comenzó a analizar a Naia, cuyos huesos yacían junto a los de grandes mamíferos, ‘‘pero aún no sabemos cuántos de estos fueron sus contemporáneos”.
El esqueleto humano más antiguo hallado en América
La información que sí proporciona el esqueleto, detalló James C. Chatters, es que Naia padeció desnutrición, ‘‘deficiencia de proteína en su alimentación, pero también vemos en sus piernas un desarrollo muscular fuerte, como si fueran de un hombre mucho mayor, lo cual muestra que Naia siempre estaba caminando o corriendo.
‘‘Otras evidencias nos dicen que aunque Naia era muy joven ya había dado a luz, por lo menos una vez. Naia es el esqueleto más antiguo hallado en América; según la información de sus dientes, tiene 12 mil 900 o 12 mil 700 años de antigüedad. Llama la atención que los tres esqueletos más antiguos y mejor conservados en el continente son femeninos.”
De cara plana y boca pronunciada, Naia corría mucho, sin embargo no hacía casi nada con los brazos. De seguro tuvo una