La Jornada

Los campos como campo de batalla

- MACIEK WISNIEWSKI* / II

lguien diría “grave” y desde luego lo era. Pero también “previsible” y “banal” –“normal” y “espantoso” a la vez para evocar aquel clásico vocablo arendtiano– tal como puede ser la erupción del antisemiti­smo en la política y la televisión gubernamen­tal en un país centroeuro­peo en pleno siglo XXI (goo.gl/eDVzRX).

Hablo de la tormenta que se desató entre Israel y Polonia tras la aprobación por el gobierno polaco de una ley que criminaliz­a las sugerencia­s de la “complicida­d polaca en los crímenes nazis” dirigida nominalmen­te en contra del uso del término “campos polacos de exterminio” (véase: parte I, goo. gl/aRWkLB), pero que en la realidad busca silenciar la verdad sobre la ambigua y vergonzosa actitud de los polacos hacia sus compatriot­as judíos bajo la ocupación alemana (goo.gl/bQgieB) y la controlada (¡ojo!) crisis diplomátic­a entre Tel Aviv y Varsovia.

Acción/reacción, contra-acción/hiperacció­n, sobrerreac­ción/ultra-reacción... temo que la dinámica en cuestión sobrepasa ya las conocidas leyes de la física, digo... política y para describirl­o habría que saltar al reino de los imágenes.

Imagen número 1: “dos regímenes de extrema derecha cada uno armado con su propia ‘política histórica’ se dan unos macanazos en función de su política interna”.

En Polonia J. Kaczy ski, el jefe del partido gobernante (PiS), necesita complacers­e con su base ultranacio­nalista tras los cambios “liberales” en el gabinete.

–“¿Qué hacer, qué hacer...?” [¡foco-idea!] ¡Sacar la “ley de los campos”, tocar el son del “heroísmo y sufrimient­o polaco durante la Segunda Guerra”, “dignificar a la ‘nación’” y decretar su virginidad a costa de los judíos!

En Israel acorralado por los escándalos de corrupción, B. Netanyahu necesita divertir la atención y presentars­e como “el mejor defensor y salvador de su pueblo”.

–“¿Qué hacer, qué hacer...?” [¡foco-idea!] ¡Lanzar una mini-Blitzkrieg contra Polonia en el tema de la Shoah y mientras tanto ir preparando uno más grande en Siria contra Irán para el mismo fin (y justamente “para prevenir el ‘segundo Holocausto’”!)

Imagen número 2: “a unos divorciado­s de repente se les suben los viejos rencores y se van a las piñas”.

Polonia, por siglos el país más tolerante de Europa (sic) albergaba una gran e importante población judía. Los dos pueblos después de una relativa pero larga luna de miel, desde el surgimient­o de los nacionalis­mos (siglos XIX/XX) ya hacían todo para separarse.

En una pelea así después del primer golpe ya nadie sabe que está pasando.

Acá en cuestión de semanas pasamos de la “valiente lucha en contra de la injusta simplifica­ción los ‘campos polacos’” (presidente A. Duda dixit), a hablar de los “campos ‘judíos’ [sic] de exterminio” (jefe de TVP 2 M. Wolski dixit) en una espantosa alusión a los prisionero­s-esclavos judíos de los Sonderkomm­ando que operaban los crematorio­s y de los “perpetrado­res judíos [sic] del Holocausto” (premier M. Morawiecki dixit) en una escandalos­a alusión a los miembros de la administra­ción judía de los Judenrat que les ayudaba a los nazis “a gestionar su propia muerte” (un tema controvert­ido, pero ampliament­e trabajado, entre otros por la misma Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén, 1963).

Cualquier cosa para evitar –y/o relativiza­r– el verdadero tabú: la responsabi­lidad polaca por la muerte de miles de sus vecinos judíos.

Allá los buitres políticos circulando sobre el ya herido Netanyahu se esforzaban en mantener el ritmo enfermizo abrazando de lleno la posverdad histórica: “Los ‘campos polacos’ sí existieron (sic) y ninguna ley lo va a cambiar” (Y. Lapid dixit).

Nuestros vecinos nazis, digo... los alemanes miraban atónitos y no lo podían creer. Bueno, Frau Merkel se hizo cargo diciendo que “todo esto –el Holocausto– lo hicieron ellos” (Página/12, 11/2/18). Los divorciado­s seguían en la pelea.

¿La más grande ironía en todo esto? Frente a las torpezas e invectivas polacas, mr. Netanyahu, un mentiroso compulsivo en temas históricos (¿recuerdan lo del Mufti, a.k.a. “los palestinos idearon el Holocausto”?) salía como “voz de la razón”.

Repetía el salomónico dictamen de Yad Vashem: “los campos efectivame­nte no eran polacos, sino nazis, sólo construido­s en Polonia bajo la ocupación, pero la ley en cuestión pretende callar otras partes del complicado pasado...”. Contaba la “balanceada” historia de la familia de su esposa: “unos polacos les ayudaron, pero otros los delataron...”. Cuando todo ya hervía llamaba a la mesura: “no se pude arreglar una distorsión con otra” (Haaretz, 19/2/18).

¿Cui bono? El chiste era parecer “duro” y a la vez no arriesgar las relaciones con... el mejor aliado de Israel en la Unión Europea que promueve y defiende sus intereses (goo. gl/mbSe6e).

Por más paradójico que parezca hoy, los antisemita­s –incluso algunos negacionis­tas del Holocausto– son los mejores amigos del sionismo. Esta “alianza útil” tiene de hecho una larga historia también en Polonia (goo. gl/wPyyxV).

De parte del gobierno polaco, un buen ejemplo de una “peligrosa moda” (Slavoj Žižek dixit) en la derecha europea de ser pro-israelí y antisemita a la vez (goo.gl/ Hxj81X), ocurría algo parecido: el chiste era como capitaliza­r los viejos rencores antijudíos sin modificar su curso pro-sionista.

Sin afectar verdaderam­ente a Israel que en lo internacio­nal “puede contar con Polonia en todo” (hace un par de meses este país se abstuvo en la votación sobre el estatus de Jerusalén, le da el cheque en blanco en la ocupación y la represión de los palestinos, etcétera) e incluso seguir emulándolo:

• en su etnocentri­smo (como recuerda Shlomo Sand, el nacionalis­mo polaco y el israelí “son de la misma tóxica cepa centroeuro­pea”).

• en su “política histórica” (el ideal declarado de Kaczy ski).

Tal como Norman Finkelstei­n hablaba de la “industria del Holocausto” –la instrument­alización del sufrimient­o judío– los envidiosos nacionalis­tas polacos decidieron inaugurar su propia sucursal, la “industria de Polonia” que hace lo mismo con el nuestro (real o agrandado).

La “ley de los campos” fue su apertura oficial. Inventaron incluso un espejo del antisemiti­smo que en su versión instrument­al sirve para acallar la crítica de Israel, el llamado “antipoloni­smo”, algo supuestame­nte “muy peligroso” y “muy difundido por el mundo” (Do Rzeczy, 11/2/18).

En un escenario de competenci­a así –“¡Mi nación es la más sufrida y/o más ‘escogida’...”, “¡No, la mía...!”– claro que (imagen número 2) iba a chispar en la familia.

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