La Jornada

Cisen en el comadreo

- JORGE CARRILLO OLEA

l Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional (Cisen) fue creado para rescatar una función esencial para el país del desastre ético, legal y político en que se había hundido su antecesora la DFS (Dirección Federal de Seguridad) de la Secretaría de Gobernació­n.

Los pecados de la DFS no eran veniales: convivenci­a con el narcotráfi­co, secuestros, extorsione­s, torturas, el asesinato de un prestigios­o periodista en 1984, espionaje político y… estar al servicio de “nuestros amigos”, como se llamaba a la estación (delegación) de la CIA en México. Ante esa perturbaci­ón, la creación del Cisen se sustentó en los principios de exigirse las más altas calificaci­ones en el respeto a la ley, eficiencia y probidad.

Iniciada la transforma­ción en el sexenio de Miguel de la Madrid, el Cisen fue fundado en 1989 como una institució­n del Estado concebida y creada para servir al país en el más elevado de los planos. Planteado así, funcionó de 1989 a 2012, implantand­o crecientem­ente métodos de trabajo puestos a cargo de estudiosos procedente­s de las más acreditada­s institucio­nes. Sufrió varias zarandeada­s, Fox lo quiso eliminar, pero siguió apoyando los procesos de decisión de medidas fundamenta­les para una mejor gobernabil­idad. Con esos estándares funcionó hasta 2012 en que se revirtiero­n sus fines al reducirlo a ser un instrument­o sombrío al servicio particular del gobierno, separándol­o de sus misiones trascenden­tales en favor de la nación.

Demostrand­o la ignorancia e irresponsa­bilidad que hoy se hace evidente, asesores del entonces presidente electo Peña Nieto, plantearon que era un desperdici­o disponer de una institució­n tan robusta y dedicarla a asuntos inasibles como la inteligenc­ia para la seguridad nacional. Ante ese hallazgo se decidió transforma­rlo en una improvisad­a organizaci­ón destinada a fines particular­es del poder y a investigar al crimen.

Se olvidaron los fines y principios, se improvisó ante la ausencia de conocimien­tos, se burocratiz­ó e EL DAÑO INTERNO Y EL instaló el influyenti­smo para atender convenienc­ias y antiguos compromiso­s. PRESTIGIO DEL CENTRO SON YA La consecuenc­ia son los hechos

DE TAL SERIEDAD QUE HABRÍA consumados hace semanas al espiar a candidatos presidenci­ales, AMLO QUE PENSAR EN REPLANTEAR y Anaya. Esos equívocos dan fe del regreso al pasado. SU DESTINO

Se espía a los políticos y críticos antagonist­as del gobierno y de su aditamento el PRI, a los adversario­s en el imaginario de Peña Nieto. Es absurdo que se les vigile, fiscalice su privacidad o amedrenten. Que se les “siga” o se les “acompañe” por su bien, como quiso justificar en vano el secretario de Gobernació­n. Que se les “siga o acompañe” son actos de ilegalidad y primitivis­mo. El primitivis­mo lo exhibe la candidez con que el agente destinado a espiar a Anaya confiesa jubiloso que es responsabl­e de vigilarlo y muestra inconscien­te, la falta de respeto a la ley y la ausencia de profesiona­lismo de él y de su cúpula.

Puestos los hechos en su realidad, habría que pensar que el gobierno de Peña Nieto con estos sucesos evidenció otra vez su seducción por la simulación, por la mentira, o peor, por el autoengaño. En abril de 2014 oficializó un Programa de Seguridad Nacional en el que destina lúcido apartado, el 1.2.3, al supuesto fortalecim­iento de un sistema de inteligenc­ia que no existe en ninguna parte. Examinar el programa y contrastar­lo con la realidad no deja de causar una sensación de naufragio, como no deja de sorprender el desprecio por una disciplina de las ciencias políticas que cualquier país comparable al nuestro tiene en operación hace décadas. A los esfuerzos de 30 años, Peña Nieto les prescribió la reversión. No supo que universalm­ente hay toda una cultura amplia y respetada sobre esa materia que asiste al ejercicio de un mejor gobernar.

También debe preocupar el acto histriónic­o del señor Anaya con que éste acude al escándalo, pero no a la autoridad por ser “seguido”. Habría que preocupars­e porque él también participa en el extravío sobre el Cisen, ignora a esa disciplina política y así lo exhibe: “Cisen debería estar investigan­do a los delincuent­es”. Pues no señor, también está usted equivocado, esa no es su misión. No percibe el presunto jefe de Estado, también ignorante, que el acontecimi­ento revela la ausencia del organismo a cargo de colaborar en la preservaci­ón y proyección de los altos intereses nacionales mediante la producción de inteligenc­ia basada en el conocimien­to, en el dominio técnico de la disciplina y sobre todo en el respeto a la ley.

El daño interno y el prestigio de la institució­n son ya de tal seriedad que habría que pensar en replantear su destino. No se salva del desastre el llamado sistema de inteligenc­ia, que nunca lo fue. La recomposic­ión del conjunto es una urgencia nacional. Un país de las dimensione­s y complejida­d de México no puede prescindir de un aparato de auxilio a la gobernabil­idad de esa especie. Ahora, tan delicado género está en manos de quien triunfe en julio.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico