Anaya, lento de reflejos ante acusaciones de lavado de dinero, considera Alcántara Soria
Debe ponerse a disposición de la PGR; a la basura, cultura democrática del PAN
Subprocurador de la Procuraduría General de la República (PGR) en el gobierno de Felipe Calderón, Juan Miguel Alcántara Soria –quien tuvo una larga trayectoria en el Partido Acción Nacional (PAN)– considera que Ricardo Anaya se ha mostrado lento de reflejos para hacer un control de daños en relación con los señalamientos de lavado de dinero que hay en su contra. “Debe de ponerse a disposición de la PGR para aclarar cualquier línea de investigación que tenga abierta”, señala.
También advierte que la militancia panista “está marginada, despreciada y resentida”, porque existe un solo centro de definición de candidaturas, que son “Anaya junto con Santiago Creel, Damián Zepeda y Marko Cortés”, lo que va a provocar que muchos hagan campaña de brazos caídos o se vayan a otros partidos políticos.
Dos veces diputado federal, el abogado guanajuatense sostiene que en este proceso se tiró a la basura la cultura democrática del PAN. Aún así, cree que tienen oportunidad de ganar la elección presidencial, porque José Antonio Meade es un “buen gerente, pero no candidato presidencial”, y Andrés Manuel López Obrador genera desconfianza.
Sobre el silencio de Anaya en torno a las imputaciones que se le hacen de lavado de dinero, indica que tanto el candidato de la coalición Por México al Frente como la PGR deben dar explicaciones para evitar lecturas que, aun de buena fe, pueden ser incorrectas.
“La PGR ha evidenciado en este sexenio que es manipulada desde el propio presidente Enrique Peña Nieto para ser usada en contiendas electorales a fin de desprestigiar adversarios que luego, con los efectos perversos logrados, se aclara que no hay ningún delito que perseguir, como fue el caso de Josefina Vázquez Mota en el estado de México.”
En cuanto a Anaya, recuerda que “de tiempo atrás Javier Corral, en la campaña por la presidencia del partido, señaló que tenía cuestionamientos muy serios por miembros del PAN en Querétaro de cuando fue secretario particular del gobernador Francisco Garrido, sobre el manejo de un fondo en temas de desarrollo social de miles de millones de pesos que nunca fue suficientemente aclarado. También está la imputación de terrenos adquiridos alrededor del Centro de las Artes del estado y otras situaciones. Pero quizá por soberbia Anaya siempre las ha despreciado y pateado hacia adelante”.
Es probable, añade, que Creel le haya recomendado cautela, pero las circunstancias del proceso electoral federal actual llevarían a mostrar mejores reflejos para tratar de tener un control de daños mucho más oportuno.
Afirma que el candidato presidencial panista es un hombre inteligente, pero su problema es “la falta de brújula ética y que la gente como él tiene la perspectiva de la soberbia, de la intolerancia y de la incapacidad para bajarse y buscar acuerdos”.
Alcántara Soria se afilió a Acción Nacional al cumplir los 18 años de edad, en 1973, pero actualmente su estatus es de simpatizante, ya que tras renunciar en 2000 no ha podido reincorporarse, porque –asegura– hay un férreo control del padrón de militantes.
Su conclusión sobre la elección de Anaya como candidato presidencial es que “por primera vez el PAN tira a la basura su cultura democrática, que exigía primero definir una plataforma política con la cual acudir al electorado y sólo en un segundo momento se ponían reglas claras y parejas para todos. Aquí sí hubo interesados, como Margarita Zavala, Ernesto Ruffo o Rafael Moreno Valle. Pero les provocó la salida del partido, los arrinconó o los coptó”.
Desde su perspectiva, esta operación antidemocrática provocará en la militancia desencanto y confusión, que ya existe por la alianza con el Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano, aunque la cúpula diga que las diferencias ideológicas no importan a la hora de combatir los grandes problemas del país, como son la corrupción o la pobreza.
Sin embargo, pase lo que pase en la elección, cree que muchos panistas van a buscar refundar el blanquiazul desde adentro, intentarán crear otro partido o lo darán por perdido. nrique Ochoa, jefe del PRI, hizo un chiste infortunado sobre los priístas que se han pasado a Morena, a los que llamó PRIetos. Su comentario despertó una oleada de críticas que por poco lo ahogan. Hace 20 años, probablemente, su juego de palabras hubiera pasado desapercibido. Unos cuantos críticos veíamos el racismo en México no sólo como obvio, sino como nuestro mayor problema. José Iturriaga, Agustín Basave, yo mismo y un puñado de articulistas y escritores insistimos durante años en el tema.
Hoy las cosas son distintas, parece que despertamos a una consciencia que denuncia y describe la brutal discriminación que en México sufre la gente morena. Pedro Salmerón publicó Falsificadores de la historia: difusores del racismo y otros extremos de los comunicadores en México (2014); Federico Navarrete ha publicado México racista, una denuncia (2016) y El alfabeto del racismo mexicano (2017); así como Joaquín Careaga, El racismo en la sociedad mexicana (2015). Se montó la excelente exposición Encara el racismo, en el Museo de la Ciudad de México (2016). Estos trabajos han tenido repercusión. En junio de 2017 el Inegi publicó un estudio acerca de la movilidad social; al examinar las condiciones para el desarrollo de las personas mencionaron, entre otras, el color de la piel. Con base en una escala cromática de 11 tonalidades de piel se percibe que las personas de piel más oscura tienen menores oportunidades. Los “blancos” tienen mayores oportunidades educativas y profesionales. El director del organismo fue acusado de racista al publicar esta encuesta, pero con sensatez respondió: “el racismo es una triste realidad en México”. El tema llegó a la prensa internacional (El País, 2018). “El racismo es una estructura narrativa de verdad y de poder que, por origen étnico y rasgos aparentes, elimina a grupos enteros de posibilidades de equidad, justicia y libertad… México es una nación racista porque los privilegios y el poder están prohibidos a los ‘prietos’”, afirmó Fabrizio Mejía (Proceso, 2018).
El asunto tiene repercusión política, ha sido utilizado subliminalmente en las grandes campañas contra AMLO. Nadie quiere una guerra de castas, pero tenemos que reconocer el dominio de los “blancos” sobre el resto de la sociedad. Hay preocupación de que la violencia racial pueda aflorar en México, pero puede prevenirse por la conciencia. Debe reconocerse que 85 por ciento, la mayoría mestiza, está dominada y discriminada, y que se somete con resentimiento. Poco a poco este racismo será aceptado como un hecho indiscutible y entonces podremos plantearnos soluciones.