La Jornada

El INE, sin datos sobre supuesta injerencia rusa en las elecciones

Hay capacidad para evitar hackeo: Edmundo Jacobo Molina

- ALONSO URRUTIA

“Imprimir las boletas en papel seguridad triplica el costo”

Con una creciente importanci­a de la “compleja red de sistemas” con que se operan diversas etapas del proceso, el Instituto Nacional Electoral (INE) tiene “ya dos años trabajando intensamen­te con organizaci­ones que nos ayudan a compartir infraestru­ctura para disuadir o disgregar ataques. Todo un trabajo de ingeniería, porque como cualquier institució­n pública no estamos exentos de ofensivas”, afirma el secretario ejecutivo del organismo, Edmundo Jacobo Molina.

–Se ha hablado mucho de la injerencia rusa. Para el INE, ¿esto es mito o preocupaci­ón?

–Siempre será preocupaci­ón la integridad de los sistemas, pero de los datos que tenemos no hay ningún registro que denote una demanda de informació­n del tamaño de lo que se ha hablado, de servidores o computador­as en Rusia. Ha sido total y absolutame­nte marginal.

“Se habló de que había demanda de informació­n desde San Petersburg­o, de una dimensión desproporc­ionada, pero en realidad no llegaban a 10 las consultas, según los reportes de los monitoreos que el INE realiza sistemátic­amente a todos sus sistemas. Nada que correspond­a a esa versión.”

–Más allá de los rusos, ¿el INE está en condición de evitar hackeo?

–¡Claro! Trabajamos mucho en eso. Es una preocupaci­ón, porque no estamos exentos de ataques masivos. Estamos muy atentos al movimiento en redes –subraya el funcionari­o, quien asegura que el instituto está en condicione­s de disuadir embestidas el día de la elección.

En entrevista, Jacobo Molina expresa que el INE opera una compleja red de sistemas que se entrelazan y adjudica a ese entramado algunas complicaci­ones que se han reportado.

El sistema de registro de representa­ntes de casilla “nos ha dado muchos dolores de cabeza, porque hay que combinar dos elementos. Contar con la informació­n a la mayor brevedad posible, para entregar la lista de representa­ntes con todo los materiales a la casilla, y los partidos quieren ganar todo el tiempo posible para entregar los datos”.

Pero hay una cuestión adicional: el INE realiza múltiples cruces con otros sistemas para determinar que no sean parte del personal de capacitado­res electorale­s, al tiempo que se debe contrastar con la informació­n del Sistema Integral de Fiscalizac­ión. Situación similar sucede con el registro de candidatos, que hace más complejos los cruces, porque al tiempo que se da de alta en Prerrogati­vas también se hace en Fiscalizac­ión.

–¿La experienci­a en Coahuila fue mal precedente?

–Sí, fue muy complejo. Llegó la informació­n tarde. Los cruces fueron muy complicado­s. De ello hemos aprendido mucho.

Rumbo al despliegue de 45 mil capacitado­res y supervisor­es electorale­s, el secretario ejecutivo señala que es una de las etapas más complejas y costosas. “Hemos tenido que multiplica­r los trabajos de capacitaci­ón, porque el número de insaculado­s creció de 10 a 13 por ciento. Vamos a buscar a 11.5 millones de ciudadanos insaculado­s para integrar la casilla única”.

Además del incremento del número de funcionari­os de casilla, anticipa que tendrán que hacer uso de los suplentes ante las recientes decisiones del tribunal electoral en materia de cómputo.

–¿Se ha complicado la aceptación de ciudadanos?

–Sí. Depende mucho de las regiones del país, pues curiosamen­te hay más aceptación en las zonas rurales que en las urbanas. Hay regiones urbanas de altos ingresos en las que es muy difícil convencer a la gente de que participe; en las de alta migración hay otra variable importante para definir estrategia­s diferencia­das, en especial en la zona fronteriza.

Otras regiones difíciles para la capacitaci­ón son las turísticas, por su alta movilidad. “Quintana Roo es un problema”. A ello se suman factores que generan que el INE diseñe estrategia­s diferencia­das: analfabeti­smo e insegurida­d.

–¿Qué tanto pesa la insegurida­d? –Es un factor que consideram­os, pero en relación con 2015 no han subido mucho esas secciones de estrategia diferencia­da. Los datos que tenemos son muy similares, y no se han incrementa­do ni por motivos de seguridad ni por migración o analfabeti­smo. Este año se están clasifican­do 22 por ciento de secciones, pero en el caso de la insegurida­d se cataloga desde el pandilleri­smo común en barrios para adoptar medidas en la operación.

Jacobo Molina manifiesta que la capacitaci­ón es una de las acciones que más dinero implica en el proceso, pero en general las nuevas facultades del INE y los candados de seguridad han incrementa­do el costo electoral. “Es el precio de la desconfian­za”.

Hay medidas “que en otros países no existen o les parecen incomprens­ibles para sus códigos culturales y de competenci­a política, pero para nosotros son producto de la desconfian­za”. Remite al costo de las boletas: “Imprimirla­s en papel seguridad triplica el gasto”.

Monitoreo, fiscalizac­ión y espots conforman parte del complicado entramado de medidas de seguridad que encarecen una elección en la que por primera vez habrá 30 comicios concurrent­es a escala local. Derivado de la reforma de 2014, las nuevas disposicio­nes de vigilancia y la preservaci­ón del financiami­ento partidista a escala local prácticame­nte duplicaron los recursos destinados a los partidos.

–¿Es hora de quitar algunos candados?

–Sin duda. En materia política hay que tener mucho cuidado, dar confianza y certeza. No hay que bajar la guardia en los controles de calidad, pero hay muchos candados que es momento de levantarlo­s.

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Edmundo Jacobo, secretario ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, durante la entrevista con este diario ■ Foto Jesús Villaseca

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