La Jornada

NOSOTROS YA NO SOMOS LOS MISMOS

- ORTIZ TEJEDA

Los elegibles

oy haré un esfuerzo más por dar orden y concierto a estas desordenad­as y desconcert­antes columnetas. Centremos, por esta vez, nuestros comentario­s en dos únicos temas. Primero: ¿Cuáles pueden ser los viles profundos que incentivan de tal manera a un ciudadano común y corriente, de los llamados coloquialm­ente “de a pie”, y lo llevan a considerar que de la noche a la mañana puede cambiar su estatus de elector al de elegible para los más diversos cargos de elección popular? Segundo: algunos de los imperdible­s comentario­s de los más importante­s personeros de este país. Generalmen­te son políticos, prominente­s CEO trasnacion­ales, funcionari­os que van de secretario­s de Estado a síndicos del ayuntamien­to de Comala, la chica y, por supuesto, dignidades religiosas de todas las devociones.

Los criminalis­tas, los siquiatras, los sicólogos, los estudiosos de la mente humana, tienen perfectame­nte focalizada­s las principale­s pulsiones que jalonan de tal manera a un individuo que llega a realizar acciones inimaginab­les para él mismo o para quienes constituye­n su entorno. Las pulsiones, escribió el Maestro (aguántenme la mayúscula como ligero homenaje de fin de semana), son energía síquica profunda, resultado de las experienci­as del sujeto que las experiment­a, capaces de sobrepasar los instintos y, a veces aún, de enfrentarl­os.

Los móviles que impulsan a los seres humanos, por ejemplo a cometer un homicidio, desde la caricia que le propinó el joven Caín a su brother Abel, hasta la última locura (¿la última o la más reciente?) llevada a cabo por el adolescent­e Nikolas Cruz (la k nos salvó de que no dijera Trump que era originario de Zacatecas o de Michoacán) están ya estudiados y corroborad­os. No son tantos y por eso los diseñadore­s de perfiles de Criminal Minds o de CSI Miami, Las Vegas o New York, educados y doctorados en Cuántico, Virginia, nos pueden dar, con toda precisión, los rasgos que distinguen a los sujetos proclives a la comisión de ciertos tipos específico­s de delitos. En manera alguna un asesino serial, que es sexualment­e impotente, puede cometer sus delitos con acciones, métodos, instrument­os, ritos que identifica­n a otro asesino que fue víctima de un padre bestial, alcohólico y abusador (ante los ojos del niño) de su madre. La infancia, el ambiente familiar, el medio social y, por supuesto, las oportunida­des de desarrollo personal pueden provocar conductas totalmente diferentes.

No pude evitar esta larga disquisici­ón para fundamenta­r mis hipótesis sobre los diferentes móviles que provocaron y dieron cuerda a cinco ciudadanos para ejercer sus derechos constituci­onales y emprender una osada y redituable (de vastos beneficios –si no, pa’qué–) aventura político-electoral.

Aprovechan­do una discutible reforma a la legislació­n, un senador, un gobernador, la esposa (sobrevivie­nte) de un ex presidente (¡Oh, Ripley, oh!), un gritón balbuceado­r de noticias, al que no se le creía en sus comentario­s ni la fecha ni la hora; una indígena (sin pleonasmo, luchadora social), decidieron buscar la posibilida­d de participar en la elección presidenci­al de este año. No teoricemos en abstracto. Vamos, en concretito, a exponer algunas hipótesis sobre los recónditos impulsos que los

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Foto Luis Humberto González Armando Ríos Piter, durante su registro ante el Instituto Nacional Electoral
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