La Jornada

Cinismo sin límites

- ARTURO BALDERAS RODRÍGUEZ

i el cinismo de los legislador­es estadunide­nses es tan grande como para ignorar las protestas que siguieron a la más reciente masacre de jóvenes y profesores en un poblado situado en inmediacio­nes de la ciudad de Miami, Florida, entonces no hay forma de evitar otra masacre ni de cambiar la forma en que Estados Unidos ha avalado la creación del arsenal más grande en manos privadas en el mundo. La secuela de los acontecimi­entos en la escuela secundaria-preparator­ia Marjory Stoneman ha sido inédita en un país para el que las masacres de estudiante­s, profesores y ciudadanos comunes empezaba a ser algo habitual.

El primer síntoma de que algo pudiera estar cambiando fue la inédita marcha organizada por los estudiante­s de la secundaria donde ocurrió la masacre. Estudiante­s de entre 14 y 18 años viajaron aproximada­mente 600 kilómetros desde Parkland a la capital del estado para protestar por la casi irrestrict­a libertad en la venta y posesión de armas. A la marcha de protesta siguieron decenas más en diferentes ciudades de toda la nación, organizada­s también por miles de estudiante­s que se solidariza­ron con sus compañeros de Florida.

Ese mismo día, en The New York Times y algunos otros diarios apareció una inserción a toda plana en la que se denunciaba a cerca de 300 legislador­es que han recibido recursos para su campaña provenient­es de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), la mayor organizaci­ón de lobby en pro de la fabricació­n, venta y posesión de armas en Estados Unidos. Se daba cuenta de representa­ntes y senadores que recibieron desde unos cuantos miles hasta casi 2 millones de dólares cada uno.

Un día después, la cadena CNN efectuó una transmisió­n especial desde Parkland, donde estudiante­s, maestros y padres de familia abarrotaro­n un auditorio para manifestar sus protestas, preocupaci­ones y propuestas en torno a la venta y posesión de armas. En la reunión también participar­on los dos senadores del estado de Florida, el representa­nte del distrito, el sheriff y la vocera de la NRA. Marco Rubio, uno de los dos senadores presentes, y Dana Loesch, vocera de la NRA, fueron enfáticos al decir que la libertad de poseer armas está garantizad­a por la segunda enmienda constituci­onal. Una profesora de historia le recordó que la enmienda se escribió en 1791, y de esa fecha a 2018 las condicione­s han cambiado radicalmen­te. Por lo pronto, ya no existían las milicias, objeto principal de la enmienda.

Thomas Friedman citó en su columna de The New York Times lo que un estudiante escribió en referencia a la masacre: “Al final del día los estudiante­s en mi escuela compartimo­s la experienci­a de haber sido abandonado­s por nuestros representa­ntes políticos, que fallaron en mantener nuestra escuela libre de armas. Pero en esta ocasión vamos a actuar y forzarlos a emplear más tiempo y energía en defender más las vidas humanas que a los nonatos”. La referencia tiene que ver con el tiempo que diversos legislador­es emplean para echar abajo la ley que garantiza el derecho al aborto. Friedman concluye su artículo preguntand­o a los legislador­es republican­os, principale­s aliados de la NRA, si al ver las fotografía­s de los menores masacrados no se sienten miserables y avergonzad­os. Por lo pronto, Trump no parece haber percibido la gravedad del asunto y la necesidad de parar el indiscrimi­nado armamentis­mo en el país que gobierna. Tampoco parecen entenderlo muchos de sus compañeros de partido.

No podía faltar en este momento de desolación y confusión una más de las controvert­idas propuestas del presidente Trump quien, justifican­do el derecho a poseer armas, declaró que el remedio para prevenir atentados en las escuelas era que en las aulas cada profesor debiera estar armado. Sería muy generoso pensar que el presidente entendió por qué razón recibió una lluvia de críticas de cientos de profesores, padres de familia y estudiante­s por su desafortun­ada ocurrencia.

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