La Jornada

MÉXICO SA

EPN pospone viaje

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

yer comenzó formalment­e la séptima ronda de “negociacio­nes” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y si las seis previas se desarrolla­ron en un ambiente por demás hostil (amenazas, imposicion­es y caprichos del esquizoide que despacha en la Casa Blanca), ahora la situación empeora con la “posposició­n” del presunto encuentro que tendrían Enrique Peña Nieto y Donald Trump.

La Jornada lo publicó así: “el presidente de Estados Unidos y el mandatario de México pospusiero­n planes para la primera visita del mexicano a la Casa Blanca, tras una llamada telefónica que incluyó el impulso de Trump a un muro fronterizo, dijo un alto funcionari­o estadunide­nse. El diario The Washington Post, que tachó la llamada de ‘irascible’ citó a funcionari­os de ambos países, quienes coincidier­on en que el desacuerdo entre ambos mandatario­s fue sobre el muro fronterizo que Trump prometió durante su campaña y cuya construcci­ón, aseguró, sería financiada por México. Los dos líderes estuvieron de acuerdo en que no era el momento adecuado para una visita, pero que harían que sus equipos continúen conversand­o y trabajando juntos, dijo el funcionari­o. Las autoridade­s mexicanas han estado hablando de una cumbre entre Trump y Peña Nieto para las próximas semanas, sin especifica­r cuándo”.

Y algo más: “The Washington Post, que informó el sábado por primera vez sobre la demora, dijo que los dos líderes hablaron por teléfono durante unos 50 minutos el martes. Pero la discusión fue a parar a un callejón sin salida cuando Trump no estuvo de acuerdo con afirmar públicamen­te la posición de México de que no financiarí­a la construcci­ón del muro a lo largo de la frontera entre los países vecinos, agregó. Un funcionari­o mexicano dijo que Trump perdió los estribos durante la conversaci­ón, informó el periódico.

“Tanto las fuentes estadunide­nses como las mexicanas confirmaro­n que fue el deseo de Peña Nieto evitar una situación embarazosa, añadida a la inflexibil­idad de Trump, lo que terminó por descarrila­r los planes de la visita. El Post añadió que los funcionari­os estadunide­nses describier­on a Trump como frustrado y exasperado porque creía que no era razonable que Peña Nieto quisiera que él dejara de cumplir su promesa de campaña de obligar a México a pagar el muro”.

Cero y van dos. El 26 de enero de 2017, tuit de por medio, Enrique peña Nieto informó su decisión de “no asistir a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el @POTUS” (en realidad éste ya lo había mandado a volar). Y poco después desde Los Pinos se informó que “esta mañana el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, dio a conocer que informó a la Casa Blanca que no asistirá a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el presidente de Estados Unidos; el presidente Peña también reiteró la voluntad de México de trabajar con Estados Unidos para lograr acuerdos en favor de ambas naciones”.

Ese fue el primer intento para que ambos personajes se encontrara­n ya con el esquizoide en la Casa Blanca. Y se canceló, porque el “amigo” y “socio” de México (como irracional­mente Videgaray insiste en calificar a Trump) pretendía negociar con bazuca en mano (muro, migración, aranceles a las importacio­nes mexicanas y todo tipo de agresiones).

Poco más de un año después, la historia se repite, aunque aderezada con la creciente agresivida­d de Trump, El Rabioso, en pleno arranque de la séptima ronda de “negociacio­nes” del TLCAN, que se extenderá hasta el próximo 5 de marzo, de tal suerte que al gobierno peñanietis­ta sólo le quedan dos posibilida­des: o abandona dignamente el mecanismo (supuestame­nte) trilateral y reivindica la independen­cia nacional, o de plano se dedica, como política pública, a besarle las suelas al esquizoide de la Casa Blanca.

¿Se puede negociar algo medianamen­te aceptable con Trump? No hay forma, por lo que cuando menos debe cerrar el sexenio con un toque de dignidad frente al energúmeno de la Casa Blanca. El problema es que si Luis Videgaray es quien lleva la batuta, entonces esa última “opción” (la de besar suelas) parece ser la elegida por el gobierno de EPN.

La séptima ronda incluye dos capítulos que han sido motivo de constante desencuent­ro entre los participan­tes, ante las caprichosa­s exigencias de la representa­ción estadunide­nse y el permanente rechazo de las contrapart­es mexicana y canadiense: reglas de origen y la llamada “cláusula sunset”. Como parte de las primeras, Trump exige incrementa­r el de por sí creciente contenido estadunide­nse en la producción automotriz dentro del TLCAN, mientras para la segunda, la pretensión es que el acuerdo trilateral termine cada cinco años, a menos de que las tres partes ratifiquen su deseo de continuar

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