MÉXICO SA
EPN pospone viaje
yer comenzó formalmente la séptima ronda de “negociaciones” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y si las seis previas se desarrollaron en un ambiente por demás hostil (amenazas, imposiciones y caprichos del esquizoide que despacha en la Casa Blanca), ahora la situación empeora con la “posposición” del presunto encuentro que tendrían Enrique Peña Nieto y Donald Trump.
La Jornada lo publicó así: “el presidente de Estados Unidos y el mandatario de México pospusieron planes para la primera visita del mexicano a la Casa Blanca, tras una llamada telefónica que incluyó el impulso de Trump a un muro fronterizo, dijo un alto funcionario estadunidense. El diario The Washington Post, que tachó la llamada de ‘irascible’ citó a funcionarios de ambos países, quienes coincidieron en que el desacuerdo entre ambos mandatarios fue sobre el muro fronterizo que Trump prometió durante su campaña y cuya construcción, aseguró, sería financiada por México. Los dos líderes estuvieron de acuerdo en que no era el momento adecuado para una visita, pero que harían que sus equipos continúen conversando y trabajando juntos, dijo el funcionario. Las autoridades mexicanas han estado hablando de una cumbre entre Trump y Peña Nieto para las próximas semanas, sin especificar cuándo”.
Y algo más: “The Washington Post, que informó el sábado por primera vez sobre la demora, dijo que los dos líderes hablaron por teléfono durante unos 50 minutos el martes. Pero la discusión fue a parar a un callejón sin salida cuando Trump no estuvo de acuerdo con afirmar públicamente la posición de México de que no financiaría la construcción del muro a lo largo de la frontera entre los países vecinos, agregó. Un funcionario mexicano dijo que Trump perdió los estribos durante la conversación, informó el periódico.
“Tanto las fuentes estadunidenses como las mexicanas confirmaron que fue el deseo de Peña Nieto evitar una situación embarazosa, añadida a la inflexibilidad de Trump, lo que terminó por descarrilar los planes de la visita. El Post añadió que los funcionarios estadunidenses describieron a Trump como frustrado y exasperado porque creía que no era razonable que Peña Nieto quisiera que él dejara de cumplir su promesa de campaña de obligar a México a pagar el muro”.
Cero y van dos. El 26 de enero de 2017, tuit de por medio, Enrique peña Nieto informó su decisión de “no asistir a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el @POTUS” (en realidad éste ya lo había mandado a volar). Y poco después desde Los Pinos se informó que “esta mañana el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, dio a conocer que informó a la Casa Blanca que no asistirá a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el presidente de Estados Unidos; el presidente Peña también reiteró la voluntad de México de trabajar con Estados Unidos para lograr acuerdos en favor de ambas naciones”.
Ese fue el primer intento para que ambos personajes se encontraran ya con el esquizoide en la Casa Blanca. Y se canceló, porque el “amigo” y “socio” de México (como irracionalmente Videgaray insiste en calificar a Trump) pretendía negociar con bazuca en mano (muro, migración, aranceles a las importaciones mexicanas y todo tipo de agresiones).
Poco más de un año después, la historia se repite, aunque aderezada con la creciente agresividad de Trump, El Rabioso, en pleno arranque de la séptima ronda de “negociaciones” del TLCAN, que se extenderá hasta el próximo 5 de marzo, de tal suerte que al gobierno peñanietista sólo le quedan dos posibilidades: o abandona dignamente el mecanismo (supuestamente) trilateral y reivindica la independencia nacional, o de plano se dedica, como política pública, a besarle las suelas al esquizoide de la Casa Blanca.
¿Se puede negociar algo medianamente aceptable con Trump? No hay forma, por lo que cuando menos debe cerrar el sexenio con un toque de dignidad frente al energúmeno de la Casa Blanca. El problema es que si Luis Videgaray es quien lleva la batuta, entonces esa última “opción” (la de besar suelas) parece ser la elegida por el gobierno de EPN.
La séptima ronda incluye dos capítulos que han sido motivo de constante desencuentro entre los participantes, ante las caprichosas exigencias de la representación estadunidense y el permanente rechazo de las contrapartes mexicana y canadiense: reglas de origen y la llamada “cláusula sunset”. Como parte de las primeras, Trump exige incrementar el de por sí creciente contenido estadunidense en la producción automotriz dentro del TLCAN, mientras para la segunda, la pretensión es que el acuerdo trilateral termine cada cinco años, a menos de que las tres partes ratifiquen su deseo de continuar