La Jornada

La cámara hiperbáric­a más grande de AL permanece arrumbada en Mérida

Nunca ha sido utilizada; tiene capacidad para atender a 20 personas al mismo tiempo

- KATIA REJÓN Y FRANCISCO HERNÁNDEZ MÉRIDA, YUC.

La cámara hiperbáric­a más grande de América Latina lleva nueve años abandonada en un edificio a medio construir en esta capital. El aparato, que serviría para atender simultánea­mente a 20 pacientes de al menos 18 patologías, entre ellas diabetes, cáncer, descompres­ión, quemaduras y traumatism­os, ha estado ocioso dos sexenios. El edificio y la cámara costaron más de 80 millones de pesos, irrecupera­bles e improducti­vos.

Durante su segundo año de gobierno, en enero de 2009, Ivonne Ortega Pacheco dio a conocer que Grupo Financiero Banorte donó 11 millones de pesos para la adquisició­n de una cámara hiperbáric­a. El dispositiv­o, de 10 metros de largo y 36 toneladas, se instaló con un costo de 75 millones de pesos al lado del hospital O’Horán en 2012, último año del gobierno de Ortega, en un edificio especialme­nte construido para albergar la cámara y lo que sería la unidad de choque y trauma del nosocomio.

Esta unidad médica incluiría áreas de traumatolo­gía, terapia intensiva, tomografía, atención a quemados, un quirófano y zonas de esteriliza­ción. Se aseguró que la cámara hiperbáric­a reduciría en 40 por ciento las amputacion­es a diabéticos y los injertos en personas quemadas.

A pesar de que el equipo para la unidad llegó, el edificio no fue terminado durante el gobierno de Ortega Pacheco; el sucesor de ésta, Rolando Zapata Bello, incluyó el proyecto como el compromiso número 96 de los 227 que definió al principio de su gestión.

Sin embargo, la construcci­ón de la unidad siguió detenida y el equipo destinado a ella, que costó unos 60 millones de pesos, se trasladó al hospital O’Horán.

Desde 2013, autoridade­s del sector salud han hecho declaracio­nes contradict­orias sobre la fecha en que comenzará a operar el edificio y acerca del destino que tendrá la cámara, que no se ha usado.

■ Sólo 7% de los posibles pacientes en Yucatán reciben tratamient­o ■ Hay tres equipos en el estado y se encuentran saturados ■ Beneficiar­ía a diabéticos y víctimas de accidentes: médico

Traslado inviable

Cuando Rafael Barrera Zoreda fue director de Prevención y Protección a la Salud de la secretaría del ramo, declaró que la unidad de choque y trauma abriría en 2014. En diciembre de ese año el secretario, Jorge Eduardo Mendoza Mézquita, dio a conocer que la dependenci­a no contaba con recursos para concluir los trabajos y desconocía si el gobierno federal los aportaría para terminarlo­s en 2015.

Después de ocho años de abandono, personal de la Secretaría de Marina acudió al hospital en julio pasado para evaluar llevarse la cámara a Veracruz. Mendoza Mézquita aseguró entonces que el aparato ‘‘no cumple con la normativid­ad’’ y ‘‘no necesariam­ente tendría mejor uso o sería más útil en Yucatán’’.

Sin embargo, el traslado tampoco es viable, pues sería necesario destruir el edificio para sacar la cámara. Y aunque el aparato tiene una vida de uso esperada hasta de 100 años, equipo de apoyo, como los generadore­s eléctricos, sí pueden estropears­e por falta de uso.

La polémica atrajo el interés de médicos como Manuel Díaz Suárez, presidente de la Comisión de Salud del Congreso local, quien en septiembre de 2017 dijo que la cámara hiperbáric­a podía servir para atender más de 18 patologías, entre ellas gangrena gaseosa, problemas circulator­ios, diabetes y vértigo. Agregó que ciertas enfermedad­es se combaten con terapia de oxigenació­n celular, por lo que era necesario que empezara a funcionar de inmediato.

Cuauhtémoc Sánchez, experto en medicina hiperbáric­a, responsabl­e del curso de posgrado en medicina hiperbáric­a y director de esa área en el hospital O’Horán, consideró en entrevista que ‘‘no es cuestión de presupuest­o, sino de voluntad política’’.

Un Ferrari en una ranchería

El hospital O’Horán cuenta con una cámara hiperbáric­a más pequeña y monoplaza, insuficien­te para cumplir con las exigencias de la población.

‘‘Este monstruo (el equipo abandonado) es de los 10 más grandes del mundo. Con el monoplaza tenemos una lista de espera enorme y con el mismo costo de oxígeno se puede tratar a 20 pacientes. Vino la gente de la Armada, pero ¿dónde la pone? Es como llevar un Ferrari a una ranchería. No es fácil manejarla’’, dijo Sánchez.

La construcci­ón del edificio, explicó, fue supervisad­a por Thomas Scalea, profesor del Centro Médico de la Universida­d de Maryland en Baltimore y supervisor del Centro de Trauma y Choque R. Adams Cowley. ‘‘Es bonito tener un cohete que va a la Luna, aunque no vaya’’, agregó Sánchez.

La cámara se encuentra en un edificio abandonado detrás del hospital O’Horán, clausurado con una tabla con la leyenda ‘‘no tire su basura aquí’’. El inmueble, apenas vigilado, tiene dentro desperdici­os y animales muertos. En una de las habitacion­es se encuentra la enorme estructura desconecta­da, hermética y casi a la intemperie.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) considera que el traumatism­o es un problema sanitario desatendid­o en los países en desarrollo. El efecto socioeconó­mico empeora cuando un país

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Desde hace nueve años, la cámara hiperbáric­a más grande de América Latina se encuentra abandonada en un edificio inconcluso ubicado en Mérida, Yucatán. El equipo forma parte de un centro de salud al cual se destinaron más de 80 millones de pesos, pero...
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El equipo, que podría utilizarse para atender a víctimas de accidentes y enfermedad­es crónico-degenerati­vas, sigue dentro de un edificio rodeado de desperdici­os y animales muertos ■ Foto Francisco Hernández / La Jornada Maya

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