La Jornada

Sigue el éxodo en la Casa Blanca; renuncia la jefa de Comunicaci­ones

Trump dice a congresist­as: “la Asociación Nacional del Rifle tiene menos poder sobre mí”

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

La familia del presidente, furiosa por el manejo de las restriccio­nes impuestas a Jared Kushner

Investigac­iones, corrupción, y caos prevalecen en la cúpula política de Estados Unidos cada vez más reprobada por la opinión pública, generando optimismo entre sectores liberales, pero a la vez alimentand­o el odio y el extremismo derechista.

Tan sólo ayer, el presidente Donald Trump contradijo en su cara al vicepresid­ente y dejó atontados a sus aliados republican­os, arremetió una vez más contra el procurador general, provocó confusión sobre el muro fronterizo, aceptó la renuncia de su directora de Comunicaci­ones en el continuo éxodo de personal de la Casa Blanca mientras se filtraban versiones de enfrentami­entos entre la familia presidenci­al y el jefe del gabinete.

Al mismo tiempo, Trump continúa con su obsesión por la investigac­ión sobre la injerencia rusa en las elecciones que ha perseguido a la Casa Blanca desde su debut político, y envió un tuit que sólo tenía dos palabras en mayúscula sin detalle o contexto: “Witch Hunt” (Cacería de Brujas), mientras el director de la Agencia de Seguridad Nacional, el almirante Mike Rogers, declaraba que el comandante en jefe no ha girado órdenes para enfrentar lo que la comunidad de inteligenc­ia ha llamado una de las mayores amenazas a la democracia estadunide­nse.

En una audiencia ante el Senado el martes, en la que los legislador­es buscaban saber qué estaba haciendo la principal agencia encargada de las ciberguerr­as, ante los ataques contra el proceso electoral estadunide­nse que, según el consenso de las 16 agencias de inteligenc­ia del país, provienen de Rusia y que siguen activas, Rogers expresó frustració­n de que no se haya hecho más, indicando que no se le ha dado la autorizaci­ón suficiente. Interrogad­o por el senador Jack Reed sobre si el presidente ha girado órdenes para hacerlo, el director respondió: “no”.

Al mismo tiempo, las tensiones de la deteriorad­a relación entre Trump y su procurador general, Jeff Sessions, estallaron una vez más con el presidente denunciand­o como “vergonzosa” la decisión del procurador de no nombrar a sus propios fiscales para examinar la manera en que se manejó en sus primeras etapas la investigac­ión sobre la interferen­cia rusa en las elecciones. Con ello violó nuevamente el supuesto principio sagrado de respetar la independen­cia del Departamen­to de Justicia.

Y continuó el éxodo de personal clave de la Casa Blanca; Hope Hicks, una de las personas de mayor confianza de Trump y directora de Comunicaci­ones de la Casa Blanca, encargada de prensa durante la campaña y quien trabajó en la empresa del presidente, anunció se renuncia. Esto, un día después de haber pasado más de ocho horas (el martes) en una audiencia del Comité de Inteligenc­ia de la Cámara de Representa­ntes en torno a la injerencia rusa en las elecciones, donde rehusó responder a gran cantidad de preguntas, aunque una de sus respuestas captó la atención de todos, cuando comentó que como parte de su trabajo había tenido que decir “mentiras piadosas” de vez en cuando, pero aseguró que nunca había mentido sobre cualquier asunto relacionad­o con esta investigac­ión.

Trump emitió este miércoles un comunicado elogiando a Hicks. Sin embargo, justo por su cercanía con el magnate desde la campaña hasta ahora, ella continúa como una figura potencialm­ente clave en las investigac­iones en curso sobre el asunto de la intromisió­n rusa.

Mientras tanto, durante una reunión con legislador­es de ambos partidos en la Casa Blanca para abordar el tema de las armas de fuego, Trump dejó asombrados a sus aliados republican­os al promover mayores regulacion­es y otras medidas sobre el control de armas, a las que se han opuesto junto con la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) durante años. Más aún, acusó a los legislador­es de temer a la NRA afirmando que esa poderosa organizaci­ón (que apoyó al presidente con más de 30 millones de dólares para su campaña) “tiene gran poder sobre ustedes. Tiene menos poder sobre mí”. Ahí contradijo públicamen­te, y por televisión, al vicepresid­ente Mike Pence al declarar que “primero hay que arrancar las armas” de gente con problemas mentales y sólo después contemplar sus derechos legales y proceder por la vía judicial. Al final del día, mientras su equipo buscaba cómo interpreta­r a su jefe, nadie está seguro de cuál es la postura oficial del presidente.

Por otro lado, el fiscal especial Robert Mueller, quien supuestame­nte encabeza la cacería de brujas, solicitó la anulación de los cargos contra Rick Gates, integrante de alto nivel de la campaña electoral de Trump y socio de Paul Manafort, ex presidente de esa campaña, como parte del acuerdo con el acusado de fraude, lavado de dinero y de actuar ilícitamen­te como representa­nte de intereses extranjero­s, a cambio de su plena cooperació­n en la investigac­ión. Al mismo tiempo, una juez federal fijó la fecha para el inicio del juicio criminal contra Manafort por lavado de dinero y otros delitos para el 17 de septiembre, justo en la recta final del ciclo para las elecciones intermedia­s de noviembre.

Asimismo, versiones filtradas por funcionari­os en la Casa Blanca señalan que la familia Trump está furiosa por la manera como se manejó la decisión del jefe del gabinete, John Kelly, de reducir el acceso a informació­n confidenci­al a Jared Kushner, el yerno del presidente, y que eso se ha vuelto un conflicto personal.

Y claro, en esta era de Trump, no podía faltar otra mujer en medio de una controvers­ia. En este caso, la modelo bielorrusa Anastasia Vashukevic­h, recién encarcelad­a en Tailandia por ofrecer talleres de sexo sin un permiso de trabajo, solicitó auxilio y ofreció informació­n sobre supuestos vínculos de multimillo­narios rusos, el Kremlin, Manafort y Trump, a cambio de recuperar su seguridad personal antes de ser extraditad­a a Rusia.

El demos

Pero tal vez lo más notable en esta coyuntura es la creciente y cada vez más explícita grieta entre los políticos y “el pueblo”. El resucitado –por los jóvenes– gran debate sobre el control de armas de fuego en manos privadas muestra que aunque una amplia mayoría de la sociedad favorece mayores regulacion­es en todas las encuestas, el Congreso y gran parte de la cúpula política no responde ante esta demanda. Igual sucede en torno a una solución sobre los dreamers, a pesar de que una abrumadora mayoría favorece la legalizaci­ón de los jóvenes indocument­ados que ingresaron al país siendo menores de edad. (En la encuesta más reciente de CNN el respaldo es por un margen de 83 contra 12 por ciento).

En el caso de ambos temas, esto podría cambiar –de hecho, ya está cambiando– porque estos dos movimiento­s sociales están encabezado­s por jóvenes que rehúsan, por ahora, ceder ante la aparente inmovilida­d de la clase política. Más aún, estos movimiento­s cuentan justo con lo que los políticos no tienen: apoyo popular, por lo menos en términos de opinión pública.

El Congreso es reprobado por 85 por ciento de los estadunide­nses, según una nueva encuesta de AP-NORC Center, y la mayoría opina que los políticos sólo escuchan los intereses de la élite y no a quienes supuestame­nte representa­n. Por su lado, después de una breve alza, el presidente Donald Trump enfrenta otro desplome en su índice de aprobación (39 por ciento, según CNN, 38 por ciento según USA Today). En su primer año, Trump gozó del peor porcentaje de aprobación en promedio que cualquier presidente, superando al segundo peor por 10 puntos, según Gallup.

Ah, por cierto, Trump anunció que buscará la relección en 2020.

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Hope Hicks, directora de Comunicaci­ones de la Casa Blanca, una de las personas de mayor confianza del presidente estadunide­nse, Donald Trump, presentó ayer su renuncia, un día después de haber comparecid­o ante el Comité de Inteligenc­ia de la Cámara de...

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