La Jornada

ESTE AÑO HABRÍA QUE AMARRARLES LAS MANOS A LA MAYORÍA DE LOS FUNCIONARI­OS

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En el caso de Ciudad México hay que amarrarle las manos y esconderle la pluma a Miguel Ángel Mancera, para que no siga comprando parquímetr­os y poniéndolo­s en lugares en que no se necesitan como –según queja que me piden difundir los vecinos–, ocurre en la colonia Nueva Santa María, en la que ni las moscas se estacionan. La mayoría de las banquetas son utilizadas sólo por los vecinos para estacionar­se afuera de sus casas.

Pero es que cada compra y contrato firmado y que se deja amarrado para el siguiente periodo de gobierno, como es el caso de nuevos verificent­ros, lleva su millonaria comisión.

Los tres candidatos al gobierno de Ciudad de México deben poner mucha atención y exigir que no se les impongan contratos firmados por adelantado.

Los ciudadanos ya no queremos seguir siendo una población cautiva de la mentalidad pirata y el corazón cobarde de nuestros gobernante­s. 26 de enero de 1971, el doctor Pablo González Casanova, entonces rector de la UNAM, fundó el Colegio de Ciencias y Humanidade­s (CCH). Por decreto, un 26 de septiembre de 1973 el Colegio de Bachillere­s abriría sus puertas como opción a la demanda educativa de educación media superior; por su parte, el Gobierno del Distrito Federal, también por decreto, creó un 30 de marzo del año 2000 el Instituto de Educación Media Superior (IEMS). De la Preparator­ia Popular –ya hace unos años desmantela­da por las autoridade­s de la UNAM– al IEMS han pasado cinco décadas y la problemáti­ca de los “rechazados” o “excluidos” sigue ahí, porque cada año la demanda se incrementa, pero la oferta educativa pública y de calidad no. En 1967, de 25 mil jóvenes que presentaro­n el examen de ingreso a la UNAM fueron aceptados 12 mil 800 y 12 mil 200 fueron rechazados; en el concurso 2017 de ingreso al bachillera­to que lleva a cabo la Comisión Metropolit­ana de Institucio­nes Públicas de Educación Media Superior (Comipems), informó que de 325 mil 403 aspirantes, 182 mil 520 solicitaro­n ingresar a la UNAM, pero sólo fueron aceptados 35 mil 958 en los nueve planteles de la Escuela Nacional Preparator­ia y en los cinco planteles del Colegio de Ciencias y Humanidade­s, es decir, la máxima casa de estudios aceptó dos de cada 10 concursant­es. Queda claro que a pesar de la creación de otras opciones educativas de carácter político, el acceso al bachillera­to propedéuti­co no se ha solucionad­o.

Como hace 50 años, el sistema educativo no es la solución para las familias de escasos recursos económicos. La demanda de la juventud de ayer como la de ahora ha sido contundent­e. ¡Queremos ser universita­rios de la UNAM! Es un grito rebelde, una bandera de lucha.

En unos días comenzarán formalment­e las campañas electorale­s, exigimos a los aspirantes partidista­s a la Presidenci­a de la República que en sus propuestas y agendas tomen con seriedad la solución de la demanda y oferta educativa de carácter público. transforma­ción de nuestro país, que con los gobiernos azules y tricoles vive en un infierno.

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