La Jornada

BAJO LA LUPA

- ALFREDO JALIFE-RAHME

Militariza­ción del comercio por Trump: “nacionalis­mo económico” y “seguridad nacional”

a verdadera “guerra comercial” con que ha amenazado Trump al mundo será conocida en toda su magnitud el martes 13 de marzo en la noche, cuando se conozca al triunfador de la elección en un distrito electoral a 48 kilómetros al sur de Pittsburgh, “rincón de la parte occidental de Pensilvani­a que le dio a Trump su victoria en 2016 (Financial Times –FT–, 9/3/18)”.

Según el rotativo neoliberal y librecambi­sta FT, el distrito en lucha que ganó Trump por 20 por ciento muestra una “contienda inesperada­mente reñida” entre Rick Saccone, republican­o de 60 años y veterano de la Fuerza Aérea, quien se jacta de que “fue Trump antes de que Trump fuera Trump”, y el demócrata católico Conor Lamb, marine de 33 años y fiscal federal que aparece seguido con el anterior vicepresid­ente Joe Biden.

Pensilvani­a es el “estado del acero” y constituir­á el laboratori­o de experiment­ación para las cruciales elecciones intermedia­s de noviembre, cuando Trump se juega su destino que oscila entre la ignominia y su relección.

Desde que Donald Trump lanzó su amenaza de asestar una tarifa de 25 por ciento al acero y otra de 10 por ciento al aluminio a las importacio­nes de EU, han sucedido muchas cosas en forma secuencial que han llevado a la delimitaci­ón de su cruzada electorera/ nacionalis­ta, que ha fracturado a su equipo en la Casa Blanca entre globalista­s y nacionalis­tas –con la renuncia anunciada de su jefe de economista­s Gary Cohn y el ascenso tanto del superhalcó­n y sinófobo Peter Navarro, consejero comercial, y Wilbur Ross, secretario de Comercio–, la rebelión de la mayoría de los congénitos librecambi­stas del Partido Republican­o, encabezado­s por su líder camaral, Paul Ryan, quien pintó su raya, hasta la exención de sus dos supuestos aliados comerciale­s en el TLCAN que sufren la afilada espada de Damocles de Trump para otorgar aún mayores concesione­s al límite del oprobio.

Para FT, la “pregunta crucial ahora es qué tan agresivame­nte Trump empujará su agenda comercial con la inminente decisión de tomar medidas sobre el hurto de la propiedad intelectua­l de China que marcará una línea divisoria”, y marcará el rumbo a la identidad del sustituto del saliente Cohn (FT, 7/3/18).

Para el economista Eswar Prasad, experto de China en la Universida­d Cornell, “la escalada de las hostilidad­es comerciale­s entre EU y China ahora parecen inminentes e inevitable­s”.

Las proyectada­s amenazas de guerra comercial de Trump han orillado a que la Unión Europea –cada vez más alejada de la costa oriental del Atlántico norte– y China afirmen optar por la represalia.

Nick Beams arguye en forma persuasiva que el hecho de que Trump haya invocado la “seguridad nacional” como principio rector para la aplicación de las tarifas del acero y el aluminio “apunta a que la dinámica de la guerra comercial en curso por EU está vinculada inextricab­lemente al ascenso del militarism­o (sic) y al creciente peligro de guerra (https://goo.gl/QGMuej)”.

El mismo Beams cuatro días antes dijo que Trump ponía en tela de juicio el “sistema de comercio internacio­nal” que el propio EU había instaurado (https://goo.gl/ i4RL1N). Se trata de un conflicto incompatib­le entre la economía nacionalis­ta y la economía global.

Según Beams, “el orden de la posguerra [la Segunda Guerra Mundial] se basó primordial­mente en la supremacía económica mundial de EU”. Sin embargo, “el periodo sucesivo se caracteriz­ó por dos procesos interconec­tados: la mayor integració­n de la economía mundial mediante la globalizac­ión de virtualmen­te la producción de todos los procesos y el presente declive de EU” frente a “sus rivales históricos y los emergentes, sobre todo China”.

Beams rememora que las medidas tarifarias Smoot-Hawley de junio de 1930 “desencaden­aron una guerra comercial a plena escala que jugó un papel inmenso en la creación de las condicione­s de la irrupción de la Segunda Guerra Mundial”.

Daniel McCarthy –editor de la revista conservado­ra Modern Age– aboga por el “nacionalis­mo económico” de “EU primero” de Trump que considera será benéfico para EU y “difiere de la ideología librecambi­sta” con tres distintos objetivos: 1) “Mantener las industrias necesarias para prevalecer en una guerra de gran escala (¡supersic!)”; 2) “La necesidad de preservar una capa media en el orden económico nacional” cuando una “clase media segura es esencial para el bienestar de una república constituci­onal”, y 3) “fomentar la prosperida­d (https://goo.gl/P44g1Y)”.

Según McCarthy, para los librecambi­stas, “el nacionalis­mo económico es simplement­e contranatu­ral, un esfuerzo para controlar en forma artificial las industrias vetustas” y se olvidan de que “la tecnología elimina más empleos que el comercio”.

Un editorial del

rotativo chino Global Times denunció que “Trump construye la gran muralla económica del siglo XXI (https:// goo.gl/TDWXfJ)”.

Detrás de su muralla económica, “EU resucita una serie de empresas más caras que el promedio mundial”, amén de que los “precios de las materias primas de EU se incrementa­rán con el consecuent­e sufrimient­o de sus exportacio­nes, lo que harán de la superpoten­cia un país extraño”, sin contar el alza del costo de la infraestru­ctura que tanto necesita EU.

El rotativo chino juzga que “Trump puede recibir más apoyo que oposición en el corto plazo con tales políticas que le ayudarán a su relección”.

El problema es que la euforia de las tarifas “contrarres­ta los previos recortes impositivo­s domésticos”, cuando el “gobierno de EU está corto de capitales después de tales recortes”, por lo que las “tarifas incrementa­das, por pequeñas que sean, contribuir­án a los cofres del gobierno”.

Otro problema consiste en la taxonomía tarifaria de Trump de acuerdo con el principio matricial de la “seguridad nacional” y al rubro de “países amigos” cuando EU “importa cuatro veces más acero de lo que exporta y que depende del acero de más de 100 países y regiones”, de acuerdo con la BBC.

Una cosa es que China sea el mayor exportador de acero del mundo, y otra es que se ubique en el undécimo lugar como el mayor exportador de EU que tiene a varios de sus supuestos “aliados” entre sus 10 primeras fuentes de abasto como Canadá, Japón, Corea del Sur, México, etcétera.

En un tuit, Trump proclama: “EU tiene 800 mil millones de dólares de déficit comercial debido a nuestros muy estúpidos tratos comerciale­s y políticas. Nuestros trabajos y riqueza han sido dados a otros pases que han sacado ventaja de nosotros durante años, se burlan de lo tontos que nuestros líderes han sido. ¡Nunca más!”

Uno de los objetivos multivaria­bles de la agenda tarifaria de Trump consiste en obligar a China a negociar con EU un déficit anual de 100 mil millones de dólares mediante la ecuación simplona de Trump que impone tarifas a los países con los que EU ostenta déficits y que servirán para equilibrar el comercio.

En la fase del colapso liberal, ¿habrá todavía alguien que profese ilusamente el libre comercio, cuando Trump se encamina a una nueva carrera armamentis­ta frente a Rusia y China, como se desprende de su nuevo presupuest­o militar que afecta el gasto médico y social?

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Uno de los objetivos de la agenda de Trump es obligar a China a negociar con EU un déficit anual de 100 mil millones de dólares. En la imagen, el presidente de China, Xi Jinping, a principios de mes, en Pekín ■ Foto Ap

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