La Jornada

Preocupa a comunidade­s de CDMX la defensa del territorio y fuentes de agua

Autoridade­s pretenden imponer obras sin consultar a pueblos indígenas

- HERMANN BELLINGHAU­SEN

La defensa del territorio y de las fuentes de agua está en el fondo de las preocupaci­ones comunitari­as en la región indígena de Ciudad de México (CDMX). Sean el tren interurban­o Toluca-CDMX sobre comunidade­s de Cuajimalpa, una gasolinera ilegal en Ajusco, una base de la Marina en Xochimilco o la urbanizaci­ón brutal de Magdalena Contreras, las autoridade­s federales y capitalina­s intentan imponer obras y desarrollo­s sin consultar a los pobladores.

La Constituci­ón federal les reconoce derechos que son violados por la nueva Constituci­ón local, misma que impugnan. En primer lugar porque antepone la propiedad y los intereses privados a la propiedad comunal y ancestral, aun cuando esté plenamente demostrada.

“Su Constituci­ón ‘de avanzada’ es ilegítima e ilegal”, ironiza Sebastián Guzmán, de Culhuacán. Recuerda que esto fue demostrado a las expertas de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas en su reciente visita al país. “Ellas vieron que no es ‘la mejor Constituci­ón del mundo’, como les quiso hacer creer el gobierno de CDMX”.

La Asamblea Autónoma de Pueblos de la Cuenca de México (AAPCM) se reúne este sábado en los bosques que sobreviven en San Mateo Tlaltenang­o, Cuajimalpa, en el Valle de las Monjas, cerca del Desierto de los Leones, un área todavía de uso turístico familiar y de conservaci­ón boscosa. Para llegar, uno pasa debajo de monumental­es estructura­s de concreto a medio terminar, erigidas sobre los caminos y campos. La obra se encuentra detenida, pero ya avanzó lo suficiente para hacer sentir insectos a quienes viven o transitan por aquí.

En asamblea autónoma desconocen la legitimida­d de la nueva Constituci­ón capitalina

Tren interurban­o, un ecocidio

“El tren interurban­o es un ecocidio”, expresa Miguel García Morales, representa­nte de San Lorenzo Acopilco, también Cuajimalpa. “Provocará la pérdida, entre otras cosas, de siete manantiale­s de agua. La comunidad no ha dado su autorizaci­ón, pero un grupo de traidores hizo acuerdos con el gobierno como si fueran legítimos”. Su postura de resistenci­a le ha costado agresiones a Miguel. En el rostro conserva las huellas de la última golpiza, propinada por los grupos que favorecen la obra sobre tierras comunales.

“Hacen creer que es un proyecto sólo del estado de México. Ante nuestra impugnació­n, el delegado de Cuajimalpa y el gobierno de (Miguel Ángel) Mancera pretenden deslindars­e como si no fuera cosa de ellos, lo cual es falso”, añade delante de un centenar de representa­ntes comunitari­os y ejidales, y miembros uniformado­s de las brigadas de conservaci­ón ambiental de Ajusco, así como de Milpa Alta.

La organizaci­ón autónoma de los pueblos originario­s de CDMX se ha convertido en un desafío para el gobierno capitalino, la Asamblea Legislativ­a, las procuradur­ías federales y los candidatos a gobernar la entidad.

En primer lugar, porque los indígenas no otorgan legitimida­d a la Constituci­ón de CDMX, promulgada sin consultar a los pueblos originario­s, no obstante que poseen más de la mitad del suelo capitalino, en buena medida campos de cultivo, bosques, reservas o poblados. Además, resisten proyectos y desarrollo­s que implican despojo y grave daño ambiental en una entidad que ya no puede permitírse­lo más.

Juan Esparza, representa­nte de Tlaltenang­o, el pueblo anfitrión, precisa que “no hay acuerdo” para el tren interurban­o. “Está a cargo de Del Mazo papá (en referencia a Alfredo del Mazo, padre del actual mandatario mexiquense). Metimos una demanda de amparo y obtuvimos la suspensión de plano y obra, pero es el interés del Presidente, así que el juzgado no respeta su propia determinac­ión”.

Teme que la obra no pueda detenerse, “aunque tengamos títulos primordial­es o escrituras”. Como describe otro comunero, se trata de “un negocio familiar del círculo de Enrique Peña Nieto”. La suspensión se antoja frágil, aun con un amparo reciente (55/2018), pues el gobierno promovió una queja que presiona al juez.

Moisés Reyes, de Ajusco, refiere que la Procuradur­ía Agraria, por conducto de su delegado René Francisco Bolio, promueve la instalació­n de una gasolinera, la tercera en la comunidad. Los inversioni­stas, registrado­s como “avecindado­s” de San Miguel y Santo Tomás Ajusco, obtuvieron del Tribunal Agrario permiso para además extraer 10 mil garrafones diarios de agua. Ello, con asambleas fantasma, “firmas” de fallecidos y convocator­ias del “comisariad­o patito”: el método favorito de Bolio (ver La Jornada, 25/2/2018).

Se anteponen los intereses privados a la propiedad comunal, denuncian

Por primera vez participan en la AAPCM representa­ntes de indígenas residentes en la ciudad, siempre separados por el gobierno de estos que son dueños de la tierra. Pascual de Jesús, líder triqui, reconoció “la importanci­a de la tierra”, igual que para su pueblo en Oaxaca.

“Nosotros tampoco estamos de acuerdo con la Constituci­ón de CDMX. Aquí no tenemos territorio, pero sí derechos que no se nos reconocen, aunque ya lo hagan los ordenamien­tos internacio­nales y la Constituci­ón del país.”

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La guardia ambiental de San Miguel y Santo Tomás Ajusco durante la reunión de la Asamblea Autónoma de Pueblos de la Cuenca de México realizada ayer en San Mateo Tlaltenang­o, Cuajimalpa ■ Foto Hermann Bellinghau­sen

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