Pistas falsas
Néstor García Canclini vestir ropa occidental, beber alcohol, escuchar música y bailar, ver televisión y consumir cerdo. Se integran con Occidente para escapar del radar.
Si esta agencia mantiene contratadas a unas cuarenta personas ¿no es porque espera que diagnostiquen mejor que un robot cuando registra no sólo los comportamientos declarados por los encuestados sino también sus pequeños gestos faciales, los mensajes encriptados, las historias clínicas que los hospitales venden o les hackean?
Estoy escribiendo a mano este diario para que nadie capte experiencias que deseo mantener mías. Por ejemplo, la razón que me acabó de decidir a no aceptar la vacante que me ofrecieron en esta agencia. Supe que habían matado al investigador que ocupaba ese cargo porque también trabajaba anónimo en una organización de periodistas dedicada a informar de asesinatos del narco y del gobierno. Cuando los homicidios a periodistas en México llegaron a doscientos cincuenta en diez años, quienes escribían sobre estos temas dejaron de firmar. El mismo que ocultaba su nombre para poder hablar sostenía a su familia espiando en esta empresa gustos y opiniones de consumidores.
No quiero dedicarme a perfeccionar pautas matemáticas ni pistas para sospechar. Me atrae la penumbra que envuelve mis decisiones. Si en algo creo es que Google no puede descubrir, ni cruzando todos mis correos, mis conversaciones espiadas, las vacilaciones de mis informes de arqueólogo que va volviéndose antropólogo, en qué país voy a vivir o cómo seguirá mi relación con Elena.