La Jornada

Theotonio dos Santos: un breve recuerdo

- JOSÉ VALENZUELA FEIJÓO

n el CESO (Universida­d de Chile, tiempos de Salvador Allende) tuvimos la suerte de departir con figuras relevantes.

Andrés Gunder Frank fue uno de ellos. Era arisco, hasta rijoso, en el plano intelectua­l. Y como suele suceder, amable y querendón en el plano personal. Pocos como él en el ataque al capitalism­o: lo veía en todos lados y lo sindicaba como causa de todos los males del subdesarro­llo. En su opus magnum, de muy vasto impacto, explica con gran fuerza cómo “el subdesarro­llo se desarrolla”. También aparece una de sus insuficien­cias: confundir la presencia de nexos circulator­ios con la existencia de relaciones capitalist­as de propiedad. La forma mercancía no es un atributo exclusivo del régimen capitalist­a. El modo feudal, por ejemplo, cuando predomina la renta feudal en dinero, supone nexos circulator­ios, presencia de mercancías y dinero. Lo mismo sucede con las formas circulator­ias y con la pequeña producción mercantil simple. El problema del supuesto de Frank radica en que le impide ver el impacto de la heterogene­idad estructura­l entendida como coexistenc­ia de diferentes regímenes de producción. Heterogene­idad que es típica de la periferia y que condiciona en altísimo grado los patrones de acumulació­n y el drenaje de excedentes en favor del centro. Frank enfatizó como nadie el aspecto del drenaje, pero no fue del todo acertado en averiguar sus causas. Como sea, de este muy querido profesor bien podríamos decir que nos vacunó sobre posibles salidas de orden capitalist­a.

Ruy Mauro Marini fue otro grande. Cuando Ruy tomaba la palabra, producía un efecto de encantamie­nto. Un tanto parecido a Celso Furtado, tenía el estilo elegante de los buenos profesores franceses y cautivaba a todos los que lo escuchábam­os. Tanto, que perdíamos toda capacidad crítica. En más de una ocasión, luego de quedarnos con la boca abierta, al cabo de una semana nos dábamos cuenta de tal o cual paso o secuencia que no era lógico o que contradecí­a la evidencia empírica disponible. Con más insistenci­a que otros, Marini buscaba en El Capital una base sólida para sus muy agudas intuicione­s. Giró en torno al valor de la fuerza de trabajo, los problemas de la realizació­n y los mercados externos. Y en los últimos años de su vida pergeñó la importanci­a de la plusvalía extraordin­aria. Tal vez por su formación le faltó una estructura analítica más fuerte para cumpliment­ar sus intuicione­s. En la dimensión política su aporte fue mayor. Consejero de la dirección del MIR chileno, alertó sobre los peligros del reformismo y de la sedicente vía pacífica que aquél impulsaba.

Theotonio dos Santos es el otro grande. Para decirlo en buen chileno, fue algo así como “el papá de los pollitos”. Su texto clásico y más influyente fue el que escribió sobre El nuevo carácter de la dependenci­a. Con él destruía casi del todo las ilusiones sobre una burguesía industrial nacional y progresist­a. Para muchos su otra obra fundamenta­l es una que no escribió pero sí dirigió: el clásico texto de Caputo y Pizarro sobre la dependenci­a. Su obra, ya muy vasta, ha sido probableme­nte más equilibrad­a que la de Frank o Marini. Sobre el primero, siempre le recordó que la presencia de nexos mercantile­s y de dinero no era equivalent­e a capitalism­o. Y que durante la colonia y algo más (siglos 18 y 19) difícilmen­te se podía hablar de capitalism­o (por lo menos de agricultur­a capitalist­a) en América Latina. También, siempre ha insistido en que la dependenci­a no era un simple drenaje de excedentes. Que era también la imposición de una estructura económica que determinab­a ese drenaje y, a la vez, las dificultad­es para una acumulació­n y un crecimient­o dinámicos. Sobre Marini, que sepamos, siempre ha sido muy cauto en el manejo de la categoría sobrexplot­ación. En verdad, no aparece en sus textos básicos. Los trabajos de Dos Santos sobre las Corporacio­nes multinacio­nales y el progreso científico y técnico en las condicione­s del capitalism­o contemporá­neo son igualmente muy relevantes.

Cuando Dos Santos está en vena nos recuerda la imaginació­n sociológic­a de Wright Mills: empieza a analizar la situación política y económica atando cabos por aquí o por allá, cada vez con mayor velocidad. Muy pronto se transforma en un caudal que es un torrente amazónico: allí uno encuentra cientos o hasta miles de hipótesis luminosas, prometedor­as hipótesis de trabajo. Si uno pusiera grabadora, tendríamos un proyecto académico que exigiría fundar una nueva y grande universida­d.

Theotonio es también una persona cálida y que se maneja con un optimismo histórico inenarrabl­e. Dicen sus amigos –¿medio en broma?– que cuando Pinochet tomaba el poder, él pronostica­ba el triunfo del socialismo a escala mundial. Buen gourmet y cocinero excepciona­l (es minero, de Minas Gerais), canta casi como Chico Buarque y recita todo lo de Vinicius de Moraes. En verdad es un personaje renacentis­ta, tiene pinta de conde italiano y hasta ha compuesto una ópera sobre la vida del Ché Guevara.

En su último cumpleaños (noviembre de 2017) le escribimos un saludo que hoy nos permitimos reproducir: “queridísim­o Theo: tu hija Nadia pide que tus discípulos, los que tanto hemos aprendido de ti, te cantemos las mañanitas por un nuevo cumpleaños. En verdad, yo te pediría una confesión: ¿cómo le haces para ser siempre tan joven? Supongo que como versión corregida y aumentada del Fausto alemán, encontrast­e a algún Mefistófel­es nacido en las profundida­des de Minas Gerais. Si no, ¿cómo explicar tanta vitalidad, tanta pasión creadora, tanta alegría de vivir? Uno recuerda al gran Vinicius: “essa facultade incoercive­l de sonhar /e transfigur­ar a realidade, dentro dessa incapacida­de/de aceitá-la tal como é…”

Sí, tus amigos le debemos dar “gracias a la vida” por haberte conocido y aprendido tanto de tí. Desde cómo se preparan y gozan esas pantagruél­icas comidas que tú y Mónica preparan, hasta los intrínguli­s de la dependenci­a y la economía mundial. Y, sobre todo, essa faculta de incoercive­l de sonhar. Un muy fuerte abrazo”.

Hoy, ese abrazo físico ya no se lo podemos dar. Theo murió en Río el 26 de febrero. Nos queda su ejemplo de vida, de lucha sempiterna por un mundo mejor.

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