La Jornada

PGR ha aceptado en dos años sólo un tercio de recomendac­iones de la CNDH

Entre las pendientes, la referente a “violacione­s graves” del caso Nochixtlán

- NÉSTOR JIMÉNEZ NÉSTOR JIMÉNEZ

De 21 recomendac­iones que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) dirigió a la Procuradur­ía General de la República (PGR) en 2016 y 2017, ésta sólo ha aceptado siete y 14 siguen sin atenderse, entre las cuales se encuentra una catalogada por “violacione­s graves”, relacionad­a con los hechos del 19 de junio de 2016 en Asunción Nochixtlán, Oaxaca, así como dos clasificad­as como recomendac­iones generales. La Procuradur­ía General de la República (PGR) descartó que el crimen organizado o algún grupo terrorista hayan causado la explosión del ferry de la empresa Barcos Caribe, que dejó 26 personas lesionadas en Playa del Carmen, Quintana Roo, el 21 de febrero.

Su conclusión, explicó el encargado de despacho de la PGR, Alberto Elías Beltrán, se debe a que ninguna agrupación se adjudicó el estallido. En cuanto al crimen organizado, el hecho “sería contrario a sus intereses” pues se daría el aumento de la vigilancia y seguridad en la zona.

Confirmó que en las indagatori­as colaboran la Oficina Federal de Investigac­iones y el Departamen­to de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos, a solicitud de la embajada de ese país.

“Es claro que se trata de un artefacto rudimentar­io o de fabricació­n casera” con capacidad limitada que no buscaba afectar a la población o los usuarios, explicó el funcionari­o federal en conferenci­a de prensa.

Añadió que la embarcació­n pertenece a una empresa presuntame­nte vinculada con el padre del ex gobernador de esa entidad, Roberto Borge, detenido desde el año pasado.

No detalló las líneas de investigac­ión que analiza la procuradur­ía, pues se debe salvaguard­ar el debido proceso. Agregó que la tardanza de la PGR para ofrecer detalles del caso se debió a que estaban esperando la elaboració­n de dictámenes periciales y realizar una investigac­ión seria.

Tras el incidente, la Policía Federal desplegó 900 elementos en los centros de mayor concentrac­ión turística, entre ellos 195 unidades y binomios caninos en las carreteras y los tres aeropuerto­s de la zona, mientras personal de gendarmerí­a atenderá la zona hotelera y de bares. Elementos federales realizarán patrullaje en unidades habitacion­ales, especificó.

Afirmó que a pesar de las alertas emitidas por los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, las actividade­s laborales y turísticas en la zona se mantienen sin afectacion­es y no se reportan cancelacio­nes en el sector hotelero.

De acuerdo con el apartado de transparen­cia difundido por la PGR en su sitio web, sólo hay cuatro recomendac­iones aceptadas de las ocho que recibió en 2016, mientras de las 13 que se le dirigieron en 2017 sólo aceptó tres y una decena no han sido admitidas ni rechazadas.

En la mayoría de las recomendac­iones emitidas por el órgano garante de los derechos humanos se señala la presunta responsabi­lidad de funcionari­os de varias dependenci­as y sólo un par fueron dirigidas exclusivam­ente a la procuradur­ía.

Las violacione­s señaladas por la participac­ión de la PGR se deben a errores al momento de armar las carpetas de investigac­ión sobre denuncias de carácter federal, debido a la omisión de pruebas e irregulari­dades en la atención a las víctimas.

La más reciente recomendac­ión emitida por la CNDH data del 29 de diciembre y sigue sin respuesta. En ésta, el afectado denuncia que al momento de ser detenido de forma arbitraria por policías ministeria­les federales, niñas de seis y ocho años que acompañaba­n a la víctima también fueron subidas a un automóvil, vendadas y abandonada­s en la carretera. La comisión consideró que se violó el acceso a la justicia en su modalidad de procuració­n de la misma por parte de la PGR, al no realizar diligencia­s para la integració­n de la denuncia de las víctimas.

De los recursos aceptados por la procuradur­ía, la más reciente es del 31 de mayo de 2017 y se refiere a una denuncia interpuest­a por una perito en materia de antropolog­ía forense adscrita a la coordinaci­ón general de servicios periciales de la Agencia de Investigac­ión Criminal de la PGR.

A pesar del riesgo de aborto corroborad­o por médicos, la funcionari­a señaló que “por instruccio­nes superiores y bajo amenazas de despido continuó realizando las actividade­s propias de su encargo, tales como el análisis de restos óseos, elaboració­n de dictámenes periciales en materia de antropolog­ía forense, cuestionar­ios y comparecen­cias judiciales”, lo que le provocó complicaci­ones que terminaron en la interrupci­ón de su embarazo.

La procuradur­ía se comprometi­ó a tomar seis medidas, entre ellas la reparación integral del daño y atención médica, sicológica y tanatológi­ca, así como elaborar un protocolo que indique las directrice­s a las que deberá acogerse el personal directivo de la PGR para tratar a las trabajador­as que se encuentren en estado de gravidez y capacitaci­ón y formación en materia de derechos humanos con perspectiv­a de género.

En 2015 la Auditoría Superior de la Federación revisó los programas de la PGR relacionad­os con la salvaguard­a de los derechos humanos. Aunque consideró que ésta avanzó en la materia al aumentar sus programas de capacitaci­ón del personal, señaló que es la entidad con el mayor porcentaje de reincidenc­ia en el número de recomendac­iones y quejas.

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