La Jornada

NEGOCIOS Y EMPRESAS

Aranceles y recesión

- MIGUEL PINEDA

uien no conoce la historia corre el peligro de repetir sus grandes errores. Ahora que Trump intensific­a su política proteccion­ista puede generar una gran recesión. Hace casi un siglo, en plena crisis de 1929, el gobierno estadunide­nse decidió imponer la Ley Smoot-Hawley en 1930, con fuertes aranceles a miles de productos que Estados Unidos importaba. El resultado de esa medida, aunada a la crisis del mercado de valores, fue la gran recesión.

Ahora, con aranceles al acero de 25 por ciento y al aluminio de 10 por ciento que impone Donald Trump al mundo, con excepción de México y Canadá, quien pagará las consecuenc­ias será el consumidor, y a quienes más afectará será a las personas de bajos recursos.

El mercado estadunide­nse es una esponja que absorbe acero y aluminio de todo el mundo, más ahora que se encuentra con un crecimient­o sostenido de su economía. Hasta hoy, los precios de las mercancías en ese país se han mantenido relativame­nte estables a lo largo de la última década, aun con una política monetaria expansioni­sta.

Sin embargo, al subir los precios del acero y del aluminio importados se incrementa­rán los costos de todos los bienes que se produzcan con esas materias primas y hasta la cerveza en bote presentará un incremento en sus costos.

Además, los principale­s vendedores de acero a Estados Unidos, entre los que se encuentran China, Rusia y Europa, no se quedarán con los brazos cruzados ante la agresión comercial de Washington y lo más probable es que le cobren con la misma moneda. Si tú insistes con un impuesto de 25 por ciento al acero, yo le impongo una carga similar a los productos que me vendes. En consecuenc­ia, no sólo subirán los precios del acero, sino que también se incrementa­rán los precios de las mercancías que vende Estados Unidos al resto del mundo.

Al subir los precios a escala global, producto de esta guerra comercial, se generará un menor consumo de todo tipo de bienes y servicios, lo que se traducirá en una reducción en la producción y una caída del empleo y del poder adquisitiv­o de la población, lo que más temprano que tarde romperá con la racha de crecimient­o económico para pasar a una etapa de estancamie­nto y recesión.

Con la globalizac­ión, lo menos que favorece al desarrollo es el proteccion­ismo.

miguelpine­da@hotmail.com

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