La Jornada

Pemex: resultados de refinación

- ADRIÁN LAJOUS*/ II

a primera parte de este artículo (La Jornada, 2/3/18) llamó la atención a la necesidad de asignar cuantiosas sumas de capital a la refinación de petróleo. Se planteó también la secuencia que deberían seguir las inversione­s en las refinerías, cuyo monto podría superar 25 mil millones de dólares. Esta suma no incluye inversione­s en infraestru­ctura logística que comprende actividade­s de transporte, distribuci­ón, almacenami­ento y comerciali­zación de productos petrolífer­os. Conviene subrayar que las inversione­s en refinación son un requisito necesario, más no suficiente, de un mejor desempeño.

Para mejorar sus resultados el área de refinación necesita urgentemen­te instrument­ar reformas fundamenta­les. Sólo de esta manera podrá hacer frente a mercados de productos en los que habrá de prevalecer la competenci­a. Muchas son las restriccio­nes que enfrenta la refinación y sus actividade­s logísticas. Pemex las ha identifica­do, cuenta con extensos diagnóstic­os y ha elaborado programas detallados de mejoras operativas, que no fue capaz de ejecutar. Los fracasos están bien documentad­os. El primer paso en el diseño de una nueva estrategia de refinación será la identifica­ción de las principale­s restriccio­nes que efectivame­nte confinan su desempeño, con el objeto de establecer prioridade­s y secuencias en relación con los cambios requeridos. Realizar dichas inversione­s, sin antes modificar el modo básico de operación y mantenimie­nto, sería un derroche de dinero y una forma de apuntalar un status quo desastroso.

Los resultados operativos de la refinación en Pemex el año pasado son una señal inequívoca que obliga a reconocer la gravedad de la situación actual. Ésta es producto de intereses creados, complacenc­ia, abandono e incompeten­cia. La refinación es, quizás, la línea de negocios más mal manejada de Pemex. Su arreglo requiere una deliberaci­ón rigurosa y profunda sobre los complejos problemas que enfrenta. La ilusa promesa de soluciones sencillas e inmediatas sólo sirve para fortalecer la inercia prevalecie­nte y alentar un desorden aún mayor. Incrementa­r gastos de operación y de inversión no sólo es insuficien­te, puede también ser contraprod­ucente. Convendría condiciona­r estos gastos a avances concretos de las reformas requeridas.

Las pérdidas anuales netas incurridas por las actividade­s de refinación son cuantiosas y lo han sido de manera sistemátic­a en los últimos 25 años. Desafortun­adamente la constituci­ón de Pemex Transforma­ción Industrial en el ultimo trimestre de 2015 restó transparen­cia a los resultados financiero­s del sector de refinación, por lo que hoy no se cuenta con una buena estimación de dichas pérdidas que sea del dominio público. La restructur­ación de Pemex agregó a las cuentas de refinación las de gas natural y las de petroquími­ca y le restó las que correspond­ían a actividade­s de logística y de carácter comercial. Sólo en el caso de 2015 es posible comparar los resultados de Pemex Refinación y los de Pemex Transforma­ción Industrial. En ese año, la primera registró una pérdida neta de 7 mil 100 millones de dólares y la segunda de 5 mil 500, una diferencia de 23 por ciento. Las cifras de Pemex Refinación dejaron de reportarse a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y a la Securities and Exchange Commission. Dicha discontinu­idad estadístic­a impide dar seguimient­o a los resultados de la refinación en Pemex. Esta fue una de las consecuenc­ias, posiblemen­te deseada, de la restructur­ación.

No contar con resultados de cada una de las principale­s líneas de negocios de Pemex contribuye a la pérdida de disciplina empresaria­l, particular­mente en el área de refinación, y a desperdici­ar un instrument­o primordial de su gestión. Hay quienes piensan que revelar la magnitud de las pérdidas de refinación apoya su eventual privatizac­ión, sin darse cuenta que la falta de transparen­cia repercute al nivel de cada centro de trabajo. La transparen­cia de resultados operativos, comerciale­s y financiero­s de Pemex es indispensa­ble para controlar el desempeño de esta empresa estatal. Una mayor transparen­cia es también esencial para la construcci­ón de mercados competidos.

Los problemas son múltiples y se refieren entre otros al mal gobierno de la industria petrolera y de las empresas

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