Justicia, no venganza, ofrece AMLO tras pedir registro como candidato presidencial
Propondrá ley para juzgar al titular del Ejecutivo federal por corrupción
Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, integrada por Morena, Partido del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES), extendió ayer su mano abierta y franca a sus adversarios, a quienes rechazó ubicar como enemigos. “Tras su derrota”, dijo, no habrá represalias, persecución ni destierro para nadie, porque lo que se necesita “es justicia, no venganza”.
Después de solicitar el registro por tercera ocasión como candidato presidencial ante el Instituto Nacional Electoral (INE), sostuvo que su propósito es iniciar una nueva etapa en el país como un Presidente que no estará subordinado a ningún grupo de intereses creados y que sólo tendrá como amo al pueblo de México.
Acompañado de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, desde un templete colocado en la explanada del órgano electoral prometió que, de llegar a Los Pinos, Esta vez no hubo recriminaciones por fraudes pasados ni alusiones a dados cargados del árbitro electoral. La formalidad del acto de registro de su tercera candidatura presidencial se mantuvo en los términos del protocolo. Andrés Manuel López Obrador dio su anuencia, discreta, eso sí, al discurso del titular del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, quien señaló expresamente la obligación de los gobiernos.
Sonriente, confiado, al término del registro López Obrador prodigaba abrazos a quienes forman la élite de la coalición que ahora lo postula: Juntos Haremos Historia. Concluido el acto oficial fue al encuentro de quienes lo esperaban en la explanada central del INE, donde destacaban las camisetas rojas de los mineros afines a Napoléon Gómez Urrutia que coreaban consignas lo mismo al líder sindical que al tabasqueño.
Inevitable el déjà vu con 2006: los niveles de confianza en el triunfo antes de la elección de entonces se corresponden con los de ahora; la certeza de la victoria de ese tiempo tiene su correlación con la actual. Sólo difiere la estrategia, producto de la amarga experiencia de aquel año. No habrá tanta ingenuidad a la hora de tejer las alianzas. Ni para defender el voto.
Ricardo Monreal, encargado de la campaña en la segunda circunscripción, resumió los avances del “posicionamiento de Andrés” en los estados del norte, enclave panista en 2006 que en la actualidad, aseguró, ha dejado atrás gran parte del recelo que le tenían en aquellos años.
Y algo más, que entonces, como ahora, puede influir en el rumbo de la elección: se avanza en construir alianzas. Incluye una fundamental: el magisterio, el oficial y el disidente. El SNTE y la CNTE, acotó Monreal.
Desde la convocatoria se avizoraba la primera iniciativa de reforma de ley que enviará al Congreso será para poder juzgar al Presidente de la República por delitos electorales y corrupción.
Confiado en que ganará el primero de julio, ofreció someterse a la revocación de mandato cada dos años de su gobierno.
Frente a cientos de militantes de los partidos coaligados, simpatizantes y mineros –quienes portaban playeras rojas con la leyenda “Exigimos al gobierno garantías para el regreso de Napoleón Gómez Urrutia”, acompañada de la foto del líder sindical– López Obrador llamó a la reconciliación y a transformar la vida pública del país.
Se busca el camino de la concordia, que no iba a ser un mitin pretencioso ni una demostración de fuerza a 15 días del inicio de la campaña. No llegaron más de mil 500 asistentes, cuya mayoría lo hizo por cuenta del sindicato minero.
Tampoco abarrotaron el auditorio central del INE, al que ingresaron los obradoristas de antaño con la nueva oleada de adherentes: la eterna dirigencia petista, el ala más leal a López Obrador de los morenistas con Claudia Sheinbaum, Manuel Bartlett, Tatiana Clouthier, Jaime Cárdenas, Horacio Duarte, Javier Jiménez Espriú y algunos personajes integrados desde la disidencia del PAN. Visiblemente con Germán Martínez y Gabriela Cuevas, antaño detractores y hoy sumados a la causa.
En el acto formal sólo hubo espacio para los dirigentes partidistas que fueron mucho más allá de un discurso oficial para convertir sus palabras en desbordadas proclamas que exaltaron la figura de López Obrador:
“Hay causa, hay pueblo, hay líder”, arengó Eric Flores, quien sigue convencido de estar, con sus evangelistas, “del lado correcto de la historia”. El petista Alejandro González reivindicó para su partido la persistente lealtad al tabasqueño: “somos el único que ha postulado a Andrés tres veces a la Presidencia”.
Todo ello, ante los inexpresivos rostros de los nueve consejeros en aras de la salvaguarda de su imparcialidad. Ni una mueca que demostrara rechazo ni una sonrisa que proyectara simpatía para el candidato.
Ni siquiera lo hubo cuando la única voz que rompió el protocolo, la de Yeidckol Polevnsky, aludió a alguna de las malas artes electorales del pasado, solicitando que se impidan en la próxima elección. Y si bien distinguió en el desempeño entre consejeros y magistrados, les hizo una exigencia: “no “porque no queremos ni tenemos enemigos, tenemos adversarios”, dijo el candidato que ha incorporado a su equipo de campaña a ex panistas, ex priístas, ex perredistas, empresarios… muchos de ellos presentes en su registro, como Germán Martínez, Tatiana Clouthier, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y muchos más, además de los líderes de Morena, Yeidckol Polevnsky; del PT, Alberto Anaya; y del PES, Hugo Eric Flores.
Mientras los trabajadores del INE seguían atentos el discurso desde las ventanas de sus oficinas, el tabasqueño envió a integrantes del poder político y económico del país el mensaje de que no les guarda rencor, pero dejen que se compre el voto, como sucedió, todavía, en los comicios mexiquenses”.
Nada parecido a lo ocurrido en 2012, cuando en el acto oficial de registro López Obrador recriminó el comportamiento del Instituto Federal Electoral al entonces presidente del organismo, Leonardo Valdés: espero que no se repita el fraude de 2006 ni se pisotee otra vez la voluntad ciudadana.
Esta ocasión optó por no hablar durante el acto oficial y se reservó su discurso para el mitin. A la salida del auditorio sólo hubo saludos amables y algunas sonrisas, que en los códigos morenistas, en su trato con la autoridad electoral, marca diferencia. Concluido el trámite se trasladó a la explanada, donde lo esperaban sus seguidores. Y desde las oficinas del INE decenas de empleados lo escucharon.
Acompañado siempre por su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, única que estuvo en el templete, López Obrador parecía relajado. Nada le borraba el gesto satisfecho por el registro de su nueva postulación.
Al pie de la estatua de Benito Juárez, en la explanada se colocó el templete desde donde lanzó su proclama sobre el nuevo rumbo del país, alejado del odio, venganzas y revanchas. No hay enemigos ni adversarios; habrá negocios, pero no abusos; la corrupción como mal endémico se combatirá y la inseguridad se enfrentará. Y fue más allá: ofreció que no habrá destierros para quienes han sido sus adversarios y anunció su sometimiento a la revocación del mandato mediante consulta cada dos años.
Concluida la proclama, cuando los gritos de “Presidente, Presidente” dominaban el escenario, López Obrador interrumpió a sus simpatizantes: “Posdata: ¡la tercera es la vencida!” advirtió que de llegar a la Presidencia ningún grupo, por importante y poderoso que sea, “podrá seguir conspirando contra la paz social en beneficio propio”.
En consonancia con el discurso de concordia que ha venido enarbolando, puntualizó que se podrán hacer negocios, pero “no habrá influyentismos, corrupción ni impunidad”. También ratificó que dará preferencia a los pobres y no permitirá que los privilegios de pocos “se sustenten en la opresión, la inseguridad y la miseria de los mexicanos”.
Asimismo, resaltó que esta elección “será la última que se celebrará bajo la sospecha y el temor del fraude. A partir del próximo sexenio nadie podrá comprar la voluntad de ciudadanos, las elecciones serán limpias y libres; no habrá compra de voto y me comprometo a que la Presidencia será el principal guardián de las libertades del pueblo”, como dijo Francisco I. Madero.
López Obrador ofreció “toda su imaginación y talento” para garantizar la tranquilidad, conseguir la paz y la reconstrucción de la seguridad pública.
Subrayó que su “legítima ambición” es pasar a la historia como uno de los mejores presidentes de México y estar a la altura de Benito Juárez, Madero y el general Lázaro Cárdenas del Río. “La tercera es la vencida”, cerró su discurso.
Momentos antes había estado en el auditorio del INE, donde los consejeros electorales, encabezados por Lorenzo Córdova, recibieron los documentos de la solicitud para su registro como candidato presidencial, lo que se resolverá el 29 de marzo, un día antes del inicio formal de las campañas.
Córdova afirmó que para que la elección llegue a buen puerto se requiere que todos los actores se apeguen a las reglas. Y los gobiernos, precisó, deben cumplir con su obligación de mantener la imparcialidad y abstenerse de intervenir en el proceso electoral.
Polevsky solicitó a los consejeros que los resultados de los comicios “no se dicten desde las cúpulas del poder”. Exigió que cuenten bien los sufragios y pongan en marcha una campaña para pedir a los electores que no vendan su voto. Destacó que su preocupación es que les roben votos en las casillas o que voten 108 o 114 por ciento de electores, como sucedió en el estado de México.