La Jornada

Biblioteca Burgoa, Memoria del Mundo por la Unesco

Toledo impulsó su rescate hace 25 años

- DE REDACCIÓN

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La biblioteca fray Francisco de Burgoa, que resguarda más de cinco siglos de cultura impresa, cuyo rescate fue impulsado hace 25 años por el artista Francisco Toledo y la Universida­d Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), fue reconocida como Memoria del Mundo por la Organizaci­ón de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).

El espacio, con aproximada­mente 40 mil volúmenes que forman el acervo, se ubica en el Centro Cultural Santo Domingo, en la capital oaxaqueña.

El grabador y promotor cultural narró que fue en 1953 cuando conoció biblioteca, entonces se encontraba en la calle Macedonio Alcalá. “Íbamos ahí a hacer nuestras tareas. Tenía muebles antiguos que se habían hecho especialme­nte para ese espacio; era muy impresiona­nte, así como es ahora la Burgoa”.

Décadas más tarde, al acudir junto con el historiado­r Guillermo Tovar y de Teresa para conocer el estado de los libros, al ver que eran tesoros, surgió la iniciativa de salvarlos del abandono en la Facultad de Arquitectu­ra.

Esfuerzo conjunto

María Isabel Grañén Porrúa, directora de la biblioteca, y Eduardo Bautista Martínez, rector de la UABJO, recibieron el pasado 4 de marzo en el Palacio de Minería, en Ciudad de México, el reconocimi­ento de la inclusión del patrimonio documental universita­rio en el Registro de la Memoria del Mundo por la Unesco.

En la ceremonia, Grañén reconoció la labor emprendida desde 1993, con apoyo del pintor Francisco Toledo, la organizaci­ón Apoyo al Desarrollo de Archivos y Biblioteca­s de México, la Fundación Alfredo Harp Helú y la sociedad civil, que han trabajado en la restauraci­ón y conservaci­ón de este legado oaxaqueño.

La colección de la biblioteca fundada en 1827 se integra en su mayoría por libros que pertenecie­ron al Instituto de Ciencias y Artes del Estado, que fueron rescatados, clasificad­os y restaurado­s. Algunos de los ejemplares fueron propiedad de conventos en la época de la Colonia, con las lecturas cotidianas de dominicos, franciscan­os, jesuitas, carmelitas y mercedario­s. Además de que posee valiosas piezas bibliográf­icas, como obras europeas del siglo XVI.

Contenido religioso, política, literatura, historia, geografía, medicina y arte son algunos de los temas que integran los ejemplares, en diversas lenguas, como latín, francés, castellano y alemán, así como zapoteco, mixteco, mixe y náhuatl.

También el acervo se ha incrementa­do con recientes adquisicio­nes gracias a diversas donaciones, entre ellas la del Códice de Yanhuitlán, dividido en tres partes; las otras dos se localizan en el Archivo General de la Nación y en la biblioteca José María Lafragua, en Puebla.

Al respecto, Grañén Porrúa detalló que cuando se comenzó el trabajo de catalogaci­ón había 27 mil títulos, que ahora ascienden a 40 mil por la constante compra en subastas.

Francisco Toledo afirmó que con la creación de la biblioteca fray Francisco de Burgoa se logró “un rescate ejemplar”, con apoyo del Patronato Prodefensa y Conservaci­ón Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca.

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