Impacto ambiental por NAICM, mucho mayor al aprobado: corte internacional
Más que un nuevo aeropuerto se construye un mega centro comercial, condena
ontrariando la opinión del lector que sugería dedicarme sólo a temas de tanatología y no a asuntos político-electorales, esta columna sostiene que aprender a vivir es condición sin la cual no podemos aspirar a aprender a morir o, si se prefiere, a acompañar sin miedos la inevitable condición de mortales de los seres humanos –¿y “seras” humanas?–, por lo que periódicamente aludimos a temas como el ejercicio de solemnes mandatarios y de los aspirantes a serlo, quienes con su desempeño e ideas afectan la vida y la muerte de los mexicanos.
Mientras este país se sostiene con alfiles y alfileres, muchos de sus cumplidos funcionarios nos acostumbraron hace tiempo a oír hablar de millones y de miles de millones de pesos –en general mal habidos y peor distribuidos– con una facilidad y una desvergüenza que ofende a la inteligencia y pone en tela de juicio a instituciones y ciudadanía por igual, en tanto que países con más compromiso democrático enjuician y condenan a ex funcionarios y ex mandatarios corruptos.
Por la negligencia e insensibilidad de nuestra clase política ante asuntos que no redunden en su beneficio, ya va para medio siglo que gobiernos, legisladores, organismos culturales, gremios y medios de comunicación decidieron, por sus pistolas, por el sometimiento a Washington que venimos aceptando y, según un alto ejecutivo de la televisión comercial, por órdenes de su majestad el rating (índice de audiencia), desaparecer del catálogo de expresiones mexicanas el género musical denominado bolero, con lo que compositores, arreglistas, intérpretes, concursos y público se quedaron sin trabajo, entre la nostalgia disquera y algunas grabaciones emergentes.
Trío Los Creyentes llamaremos aquí a los aspirantes a la Presidencia de la República –cargo desprestigiado hace décadas– José Antonio Mead, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López, no tanto por su posible gusto por el bolero, sino por sus creencias afines a los principios religiosos escritos por los evangelistas de lo que supuestamente predicó Jesucristo.
Junto a la limitada expresión oral del trío, su mediana elocuencia, discreta persuasión y cuasi escolar discurso que evita temas “inconvenientes” desde su óptica moral, en su reciente comparecencia ante los banqueros, ninguno osó recordarles, por las sinrazones que sean, su añeja falta de responsabilidad social ni su mezquino sentido de servicio al grueso de la sociedad. El proyecto de construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) no solamente va fuera de tiempo, sino también de rumbo en materia ambiental-ecológica, constructiva y financiera, lo que es delicado y preocupante, porque se ha debido desviar el camino previsto originalmente, dijo Ramón Ojeda Mestre, secretario general de la Corte Internacional de Arbitraje y Conciliación Ambiental (Ciaca).
Afirmó que la finalidad de tener una obra de servicio aeronáutico en tiempo y con el menor daño ambiental posible ya no se está cumpliendo, está saliendo muy costoso. “La huella ecológica del nuevo aeropuerto es mucho más grande de la que nos habían ofrecido y la que nosotros mismos habíamos respaldado”, aseguró.
Explicó que en el tema ambiental, el NAICM va muy retrasado por las características del suelo del ex vaso de Texcoco, complejo y débil, con agua a muy poca profundidad. Además, los vientos exigen una disposición o un alineamiento especial de las construcciones y de las pistas. La principal fuente de entrada de las corrientes eólicas es noreste-suroeste, lo que afecta la localización de todo el polígono del proyecto.
“El daño es a la flora, a la fauna, a la calidad del agua, al resto del ecosistema, porque lo están haciendo para más gente de la que se tenía previsto originalmente, más pasajeros, más vuelos y más comercios. Más que un nuevo aeropuerto eso es un mega centro comercial, no estaba previsto así originalmente, entonces eso tiene una mayor recarga sobre los mantos freáticos, una mayor generación de residuos sólidos, sin que se contemplen las plantas de tratamiento ni de agua ni de residuos sólidos, como marca la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos”, aseguró.
Ojeda Mestre agregó que en cuanto a construcción ha habido muchos problemas para asignar las obras: impugnaciones, falta de ánimo e interés de participar de empresas extranjeras, porque las licitaciones son internacionales y eso hace que venga desfasado totalmente el proyecto, del tiempo desde el punto de vista de las inversiones y del punto de vista ambiental.
Abundó que un tercer ángulo es el aspecto puramente financiero del NAICM, que está “totalmente descuadrado”, pues hay un sobrecosto muy preocupante, elevando al doble los presupuestos originales.