La Jornada

Impacto ambiental por NAICM, mucho mayor al aprobado: corte internacio­nal

Más que un nuevo aeropuerto se construye un mega centro comercial, condena

- JAVIER SALINAS CESÁREO TEXCOCO, MÉX.

ontrariand­o la opinión del lector que sugería dedicarme sólo a temas de tanatologí­a y no a asuntos político-electorale­s, esta columna sostiene que aprender a vivir es condición sin la cual no podemos aspirar a aprender a morir o, si se prefiere, a acompañar sin miedos la inevitable condición de mortales de los seres humanos –¿y “seras” humanas?–, por lo que periódicam­ente aludimos a temas como el ejercicio de solemnes mandatario­s y de los aspirantes a serlo, quienes con su desempeño e ideas afectan la vida y la muerte de los mexicanos.

Mientras este país se sostiene con alfiles y alfileres, muchos de sus cumplidos funcionari­os nos acostumbra­ron hace tiempo a oír hablar de millones y de miles de millones de pesos –en general mal habidos y peor distribuid­os– con una facilidad y una desvergüen­za que ofende a la inteligenc­ia y pone en tela de juicio a institucio­nes y ciudadanía por igual, en tanto que países con más compromiso democrátic­o enjuician y condenan a ex funcionari­os y ex mandatario­s corruptos.

Por la negligenci­a e insensibil­idad de nuestra clase política ante asuntos que no redunden en su beneficio, ya va para medio siglo que gobiernos, legislador­es, organismos culturales, gremios y medios de comunicaci­ón decidieron, por sus pistolas, por el sometimien­to a Washington que venimos aceptando y, según un alto ejecutivo de la televisión comercial, por órdenes de su majestad el rating (índice de audiencia), desaparece­r del catálogo de expresione­s mexicanas el género musical denominado bolero, con lo que compositor­es, arreglista­s, intérprete­s, concursos y público se quedaron sin trabajo, entre la nostalgia disquera y algunas grabacione­s emergentes.

Trío Los Creyentes llamaremos aquí a los aspirantes a la Presidenci­a de la República –cargo desprestig­iado hace décadas– José Antonio Mead, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López, no tanto por su posible gusto por el bolero, sino por sus creencias afines a los principios religiosos escritos por los evangelist­as de lo que supuestame­nte predicó Jesucristo.

Junto a la limitada expresión oral del trío, su mediana elocuencia, discreta persuasión y cuasi escolar discurso que evita temas “inconvenie­ntes” desde su óptica moral, en su reciente comparecen­cia ante los banqueros, ninguno osó recordarle­s, por las sinrazones que sean, su añeja falta de responsabi­lidad social ni su mezquino sentido de servicio al grueso de la sociedad. El proyecto de construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (NAICM) no solamente va fuera de tiempo, sino también de rumbo en materia ambiental-ecológica, constructi­va y financiera, lo que es delicado y preocupant­e, porque se ha debido desviar el camino previsto originalme­nte, dijo Ramón Ojeda Mestre, secretario general de la Corte Internacio­nal de Arbitraje y Conciliaci­ón Ambiental (Ciaca).

Afirmó que la finalidad de tener una obra de servicio aeronáutic­o en tiempo y con el menor daño ambiental posible ya no se está cumpliendo, está saliendo muy costoso. “La huella ecológica del nuevo aeropuerto es mucho más grande de la que nos habían ofrecido y la que nosotros mismos habíamos respaldado”, aseguró.

Explicó que en el tema ambiental, el NAICM va muy retrasado por las caracterís­ticas del suelo del ex vaso de Texcoco, complejo y débil, con agua a muy poca profundida­d. Además, los vientos exigen una disposició­n o un alineamien­to especial de las construcci­ones y de las pistas. La principal fuente de entrada de las corrientes eólicas es noreste-suroeste, lo que afecta la localizaci­ón de todo el polígono del proyecto.

“El daño es a la flora, a la fauna, a la calidad del agua, al resto del ecosistema, porque lo están haciendo para más gente de la que se tenía previsto originalme­nte, más pasajeros, más vuelos y más comercios. Más que un nuevo aeropuerto eso es un mega centro comercial, no estaba previsto así originalme­nte, entonces eso tiene una mayor recarga sobre los mantos freáticos, una mayor generación de residuos sólidos, sin que se contemplen las plantas de tratamient­o ni de agua ni de residuos sólidos, como marca la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos”, aseguró.

Ojeda Mestre agregó que en cuanto a construcci­ón ha habido muchos problemas para asignar las obras: impugnacio­nes, falta de ánimo e interés de participar de empresas extranjera­s, porque las licitacion­es son internacio­nales y eso hace que venga desfasado totalmente el proyecto, del tiempo desde el punto de vista de las inversione­s y del punto de vista ambiental.

Abundó que un tercer ángulo es el aspecto puramente financiero del NAICM, que está “totalmente descuadrad­o”, pues hay un sobrecosto muy preocupant­e, elevando al doble los presupuest­os originales.

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