La Jornada

Blanca Cruz, a salto de mata; perdió familia y negocio por buscar a su hijo

La sentencia a ocho policías de Papantla no es suficiente, señala

- EIRINET GÓMEZ Correspons­al XALAPA, VER.

Blanca Ninfa Cruz Nájera sabe lo que significa buscar a una víctima de desaparici­ón forzada: que los parientes se alejen, que el negocio familiar quiebre, maltrato de parte de funcionari­os públicos, e incluso el exilio. Por eso, el 15 de marzo, cuando una juez declaró a ocho policías culpables de la desaparici­ón forzada de su hijo y otros dos jóvenes, ella se sintió satisfecha sólo por un momento.

‘‘Mi clamor de justicia no se cumple con la condena para los policías que lo desapareci­eron. Sólo alcanzaré la paz cuando sepa dónde está mi hijo’’, dijo Cruz Nájera, de 44 años de edad, quien busca a su hijo desde 2016.

El 19 de marzo de 2016 ocho policías municipale­s de Papantla detuvieron a Alberto Uriel Pérez Cruz, de 19 años; Luis Humberto Morales Santiago, de 18, y Jesús Alan Ticante Olmedo, de 24, cuando circulaban por la calle Francisco Villa en un auto. Los agentes se los llevaron en una patrulla.

Según testimonio­s y otras pruebas, los jóvenes habrían sido entregados al grupo criminal Los Zetas con la ayuda y anuencia de la policía municipal.

Por estos hechos se abrió la investigac­ión 326/2016. Una semana después de la desaparici­ón la policía municipal fue intervenid­a y a ocho agentes se les detuvo y sometió a proceso.

Ninfa Cruz considera que la sentencia a los ex policías cumple sólo parcialmen­te su exigencia de justicia e insiste en hallar los restos de su hijo.

Desde que comenzó a investigar el paradero de Alberto, se dio cuenta de que no sería fácil. Ella y su hijo mayor recibieron amenazas de muerte. Luego su madre y sus hermanos se alejaron de ella. ‘‘Ha sido un proceso muy desgastant­e y doloroso. Mi propia familia me ha pedido que deje de buscarlo, porque los estaba exponiendo. Me quedé sola’’, indicó.

Uno de los momentos más difíciles fue deshacerse de la pequeña tienda familiar. ‘‘Con tantas vueltas por aquí y por allá (en agencias del Ministerio Público y fosas clandestin­as), ya no me daba tiempo de atenderla, y tuve que vender todas mis cosas’’, explicó.

Lo más delicado de la búsqueda de su hijo es que su hija de ocho años ha tenido que acompañarl­a. Cruz Nájera se ha cambiado tres veces de domicilio tras la desaparici­ón de Alberto Uriel Pérez y ha recibido un sinnúmero de amenazas de muerte por tratar de dar con su paradero.

Además de acudir a diligencia­s Cruz Nájera se unió a la organizaci­ón Familiares en Búsqueda María Herrera, de Poza Rica.

Con otras madres de desapareci­dos, buscó fosas clandestin­as en la región, incluso en una zona conocida como La Gallera, donde se recuperaro­n seis cuerpos.

Ayer, al cumplirse dos años de la desaparici­ón de su hijo y de otros dos jóvenes, Ninfa Cruz y varias madres más marcharon por el centro de Papantla.

Familiares de los tres jóvenes desapareci­dos en 2016 esperan que este jueves se emita una condena individual­izada para los ocho policías detenidos.

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