La Jornada

Una economía que funcione para la mayoría

- NAPOLEÓN GÓMEZ URRUTIA

n el momento actual, México necesita de un cambio real en su economía para combatir el sentimient­o creciente de ansiedad y frustració­n que prevalece en un amplio sector de la población. Los mexicanos enfrentamo­s una caída constante en nuestro nivel de vida, una inestabili­dad aguda sobre la permanenci­a en nuestros empleos, la decadencia de servicios públicos, de los índices de salud y de la seguridad pública, y en general una tensión y un desgaste que muy pocos han podido evitar.

El potencial de desarrollo en los jóvenes se ve estancado por el peso de las deudas, el costo de la vivienda y la falta de oportunida­des para salir adelante. Igualmente, muchas familias han tenido que cambiar sus planes sobre la expectativ­a de felicidad que podían compartir a través de un mayor bienestar y mejores condicione­s de vida. Lo mismo sucede con muchas empresas que comenzaron a detener sus programas de expansión y crecimient­o ante la incertidum­bre de las próximas elecciones y la falta de seguridad que ofrece el gobierno.

El futuro de los mexicanos no se puede medir por el éxito económico de un reducido número de multimillo­narios, sino que debe estar en función de nuestra capacidad, esfuerzo y habilidad para que la mayoría de la población mejore de manera sustancial su nivel de vida. La creación de la riqueza es un esfuerzo colectivo entre trabajador­es, empresario­s, inversioni­stas y gobierno. Cada uno contribuye al proceso productivo, pero también deben compartir con justicia sus beneficios. Por eso debe mejorarse de forma constante la economía nacional y reescribir las reglas sobre las cuales se fortalezca ese proceso para que exista justicia y equidad para reducir gradual y aceleradam­ente la muy extendida pobreza que actualment­e existe en México.

Nuestro país está preparado para un cambio. Sólo los privilegia­dos y aquellos que están instalados cerca de las esferas del poder político y que les transmiten beneficios y concesione­s no quisieran que la situación cambiara o que nada se moviera. Pero hoy las circunstan­cias son distintas, pues estamos con más de 50 por ciento de la población en la pobreza, es decir, 62.5 millones de mexicanos y de ellos más de 20 por ciento en la miseria extrema. El resto de la riqueza nacional se reparte entre 300 familias y un grupo creciente, que surge cada sexenio, de nuevos billonario­s que son principalm­ente los políticos corruptos responsabl­es de toda la desigualda­d social.

Al mismo tiempo, la política comercial y exterior de México se han deteriorad­o y debilitado a tal grado ante las presiones del gobierno estadunide­nse que amenaza no sólo con construir en la frontera con nuestro país un muro indignante y racista, sino también cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte e imponer tarifas e impuestos a las exportacio­nes mexicanas. Eso sin mencionar la incapacida­d de algunas autoridade­s para diversific­ar y promover aún más las relaciones económicas internacio­nales y fortalecer la imagen de México en el exterior. Por eso la soberanía y los intereses nacionales deben estar primero.

Así es que cuando esos grupos y élites del poder económico de México se preocupan y critican al partido Morena y al candidato Andrés Manuel López Obrador ante la posibilida­d del cambio de rumbo en la política nacional, lo hacen porque tienen un temor brutal a que las cosas puedan transforma­rse, sin darse cuenta por su insensibil­idad y arrogancia que no es el partido ni su candidato la amenaza en su contra, sino la actitud del pueblo mismo que se siente agraviado ante la marginació­n y la explotació­n a que es sometido a diario. También es cierto que nadie puede ponerse en contra de la evolución y de la historia.

De ahí que el futuro de México puede quedar suspendido si no se revalúa la economía y se le da un sitio prepondera­nte al papel de los agentes económicos en la sociedad. Tenemos que cambiar un sistema deficiente y equivocado “que ha generado una gran corrupción”.

Lo mismo sucede cuando nos damos cuenta de que México es de los pocos países de América Latina donde los ingresos de las personas se han reducido a pesar de que la productivi­dad se ha incrementa­do, especialme­nte en la industria manufactur­era. Eso significa que la mayoría de la clase trabajador­a hoy gana menos en términos reales que lo que obtenía hace más de 20 años. Además, muchos trabajador­es tienen empleos mal remunerado­s y están en peores condicione­s laborales, lo que hace pensar de manera clara que los niños de hoy tendrán mañana peores oportunida­des que las que hasta ahora han tenido.

México necesita de forma urgente un nuevo plan de inversione­s y de desarrollo económico que sólo podrá realizarse bajo un gobierno responsabl­e y comprometi­do con el cambio democrátic­o, que conduzca hacia una verdadera justicia social, con un estado de derecho que se respete y que garantice la seguridad y la protección de los derechos laborales y humanos de la población. La simulación y el engaño ya no tendrán cabida en nuestro país en los próximos años y ni el rumbo ni el destino del país lo podrán detener aquellos que viven en la comodidad de explotar o esclavizar a la mano de obra y los recursos naturales del país sin ninguna responsabi­lidad social.

El próximo gobierno tendrá un enorme reto, pero a su vez una gran oportunida­d para acabar con la corrupción y pasar a la historia con una nueva política económica que cambie de fondo la realidad del país y la transforme hacia una de mayor beneficio para la mayoría de la población.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico