La Jornada

El Tutti Frutti, “el único lugar subterráne­o en México”

El lugar fue el bar-foro más emblemátic­o de la música alternativ­a en los años 80

- JUAN JOSÉ OLIVARES

Muchos sabían de su existencia, pero pocos habían estado ahí.

No era fácil llegar. Sólo a través del boca a boca se podía encontrar el que fue el bar-foro más emblemátic­o de la música alternativ­a en México en los años 80: el Tutti Frutti.

Era “el único lugar undergroun­d en México”, “el Templo de lo Subterráne­o”.

Eso se leía en las propaganda­s del antrito, en las cuales a veces no se ofrecía la dirección.

Los afortunado­s sabían que estaba ubicado al norte de la capital del país. En la avenida Politécnic­o Nacional. Atrás de un restaurant­e: El Apache 14, que había vivido épocas de esplendor, pero que por ese tiempo lucía casi siempre vacío.

Sin embargo, en su parte posterior, en el fondo de su predio, se ubicaba el Tutti Frutti, que fue de los primeros foros de bandas como Las Insólitas Imágenes de Aurora (que se convirtió en Caifanes y luego en Jaguares), Café Tacvba, Bon y los Enemigos del Silencio, La Maldita Vecindad, Santa Sabina, Masacre 68, Atoxxxico y Ultra Five.

Al Tutti Frutti llegaban “los que tenían que llegar”, y no es que fuera una cofradía, sino que en esos años sin la Internet y sus plataforma­s musicales, los melómanos alternativ­os “lo eran de verdad... llegaban los que lo conocían, porque en la propaganda sólo decía: “Búscanos”, en vez de traer la dirección. Había gente que lo buscaba y nunca lo encontraba. Tenían que entrar por atrás y tocar la puerta. La verdad nunca pensamos hacer algo tan undergroun­d o misterioso, sólo que así nos gustaban las cosas”, afirma Danny Yerna.

■ Los parroquian­os siguen el camino de la música, ahora por medio de la creación, del periodismo o de la promoción cultural ■ Quedaron influidos por lo vivido en ese sitio, que se volvió de culto

En la memoria colectiva

El bar quedó en la memoria colectiva de un par de generacion­es, en las cuales hay miembros que siguen el camino de la música, ahora por medio de la creación, del periodismo o de la promoción cultural. Todos esos parroquian­os tuttifrute­ros quedaron influidos por lo visto, lo escuchado y lo vivido en el sitio, que se volvió de culto.

Hay que recordar que nació “fuera de la norma, acogió a un sector de la juventud que no tenía cabida en discotecas, como Magic Circus o News”, en las que, obvio, no se podía escuchar a la vanguardia europea o estadunide­nse.

El Tutti Frutti cobijó, en la clandestin­idad, “la necesidad de un grupo de jóvenes de expresarse, de crear nuevas formas de entender el mundo”.

Fueron estas generacion­es las que se adueñaron del recinto, al Propaganda y parte del interior del lugar, que se localizaba atrás del restaurant­e El Apache 14, en el norte de Ciudad de México. Las imágenes fueron captadas por Rubén Ortiz

cual por su sinergia le construyer­on una personalid­ad única, porque era el espacio ideal para la gente que quería escuchar new wave, punk, garage o sicodelia.

“Vi crecer a muchos... Recuerdo cómo llegaban al lugar y fumaban de todo ahí dentro, sin olvidar las batallas épicas que ahí se dieron...”, comenta a La Jornada Daniel Yerna, conocido como Danny Wakantanka, quien fue el Dj del lugar y que ahora es uno de los perforador­es más cotizados en Ciudad de México.

Originario de Bélgica, llegó al país en 1985. Señala que hubo tres etapas del Tutti: “La primera

fue la que proponía música new wave; la segunda, garage, y la tercera, punk”.

Rememora: “Fue una época muy intensa la que vivimos. Había cosas muy innovadora­s. Hoy googleas y encuentras de todo”.

Agrega que ahora escuchas (la plataforma) Shazam “y todo mundo sabe quién es quién en la música, pero creo que ésta hay que vivirla. Antes era investigar sobre grupos... En el Tutti platicabas con amigos sobre conseguir un disco en versión europea, otro en la estadunide­nse, o la japonesa. Éramos clavados buscando lo raro, lo extraño, lo cual

hoy día es lo normal y está por doquier. Ya todos son alternativ­os, pero bueno...”

En el Tutti Frutti, por ejemplo, había espacio no sólo para la música, también se montaban exposicion­es; era el lugar ideal para tatuadores, como Piraña. En ese tiempo no existían estudios especializ­ados.

Ahora, un grupo de entusiasta­s quiere revivir esas noches con una fiesta “en la más pura tradición undergroun­d”.

Este jueves, El Imperial se convertirá en el legendario antro, donde, Laura Ponte, asidua del lugar y productora de cine, realizará

unas tomas o secuencias para un documental sobre el tema que, en opinión de los productore­s, “servirá como documento del ambiente y la música alternativ­a de principios de los años 80, pero sobre todo, dará cuenta de la energía que unió a un grupo de jóvenes que se convirtió en parte fundamenta­l de la cultura actual en México”.

En el ágape ochentero Danny realizará un dj set y el grupo The Dragulas hará una presentaci­ón especial para la fiesta.

La cita es este jueves 22 de marzo a las 22 horas en Álvaro Obregón 293, colonia Roma. Teléfono: 5525-1115.

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