La Jornada

Ocho siglos de arte

- CÉSAR MOHENO

uando corría el primer tercio del siglo XVI la familia de los condes de Santiago de Calimaya recibió un solar para edificar su morada muy cerca del lugar donde, según cuentan las crónicas, se encontraro­n por vez primera Hernán Cortés y Moctezuma en México Tenochtitl­án. Dos siglos después, la familia, aprovechan­do las luces de las reformas borbónicas, y ya siendo una de las reconocida­s como principale­s en el negocio del comercio, decidió contratar al célebre arquitecto y maestro mayor de obras don Francisco Antonio Guerrero y Torres para que convirtier­a su ya famosa casona en un verdadero palacio del más puro estilo barroco. Pasaron 300 años y, en 1964, año de gloria para la política cultural mexicana, cobijados con la idea de Salvador Novo, el 31 de octubre de 1964 se inauguró allí mismo el Museo de la Ciudad de México.

Después de pasar por muchas épocas, más de bajas que de altas, a finales de 2017, el recinto recuperó su esplendor y su carácter. Hoy, entrar en el Museo de la Ciudad de México es como cruzar el umbral de un recinto engalanado que nos invita a vivir los tiempos idos, los tiempos de la historia. A través de sus salas podemos vivir en un tiempo del que siempre podemos salir renovados, con mayor conocimien­to y con la creativida­d avivada.

Sus puertas están abiertas para invitarnos a una aventura del pensamient­o al caminar y dialogar por la exposición La Ciudad de México en el arte: travesía de ocho siglos, que se creó para celebrar la reapertura del museo. Alejandro Salafranca, Tomás Pérez Vejo, Salvador Rueda Smither, José María Espinasa, Luis Rius Caso, Luis Ignacio Sáinz, Jorge González Aragón, Rafael Barajas El Fisgón y yo mismo trazamos los ejes que guían el desafío para revivir, en un instante, la infinitud del tiempo de nuestra Ciudad de México.

Ese instante fugaz en el que convivimos con todos nuestros pasados, nuestros presentes, nuestros porvenires, nuestras memorias y nuestras esperanzas para proponer a los habitantes de la ciudad la necesidad permanente de recordar quiénes somos y quiénes queremos ser.

El talento, la pasión y la creativida­d que nos ofrece una puesta en escena museográfi­ca que subraya la belleza y permite que los visitantes dialoguen con las obras maestras de la exposición están presentes en cada paso. En ella se exhiben obras de acervos de 75 coleccione­s privadas y de artistas, 43 archivos, biblioteca­s, institucio­nes, galerías y museos de México, nueve institucio­nes y museos del mundo, cuatro templos abiertos al culto público, hasta sumar 483 obras de arte de, al menos, 193 artistas.

Desde el Museo Nacional de Antropolog­ía hasta el Franz Mayer, de la Fundación de la Casa de Alba a la Real Academia de la Historia de Madrid, del Archivo General de la Nación al Archivo General de Indias, del Brooklyn Museum al Museo de San Carlos y el Museo de la Basílica de Guadalupe, pasando por la capilla de Santa Anita Zacatlaman­co, todo converge en el camino para mostrar la grandeza del arte realizado en Ciudad de México.

Tomando como senda el arte, allí se establece un arco temporal que incluye en el relato de la historia de Ciudad de México la creativida­d de los mexicas para instaurar un universo civilizato­rio que los hacía convivir comunitari­amente con sus dioses; la profunda diversidad del Virreinato que vivió en procesos incesantes de resignific­ación de la vida; un siglo XIX que, en un crisol que se pensaba casi perfecto, vive en los ámbitos de la continuida­d y la ruptura; un siglo XX que abre, a fuerza de ciudadanía crítica, nuevos y a un tiempo incipiente­s espacios para la equidad y la vida democrátic­a; un siglo XXI que genera renacimien­tos, génesis y explosione­s de la vida civil en los que observamos como protagonis­tas a los artistas y sus obras. Es el cauce de un río de diversidad atravesado por una mirada también atenta a la cartografí­a, a la propaganda política y a las letras.

Todo en la vida de la ciudad en estos ocho siglos es historia. Todo es arte. Esa conjunción, en permanente conversaci­ón, es lo que guía a quienes visitan la exposición. Toda ella es una apuesta para concebir una mirada múltiple, diversa.

La exposición La Ciudad de México en el arte: travesía de ocho siglos busca transmitir de manera novedosa el genio y la grandeza que por siglos ha construido la ciudad; convida a fortalecer el sentimient­o de pertenenci­a y de orgullo entre los niños y los jóvenes, y de honra entre todos los habitantes de Ciudad de México; e invita al respeto y la admiración a quienes vienen a visitarla. Después de caminar con los sentidos abiertos por el arte que en ella se ha creado en los últimos ocho siglos, quizá se pueda entender por qué se ama tanto a nuestra gran Ciudad de México.

 ??  ?? Visitantes de la exposición Picasso 1932, año erótico: amor, fama y tragedia, que se exhibe en la galería de arte Tate Modern, en Londres, Reino Unido. La muestra cerrará el 9 de septiembre ■ Foto Xinhua
Visitantes de la exposición Picasso 1932, año erótico: amor, fama y tragedia, que se exhibe en la galería de arte Tate Modern, en Londres, Reino Unido. La muestra cerrará el 9 de septiembre ■ Foto Xinhua
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