La Jornada

NAICM: LA NECESIDAD DE ESCLARECER LOS PUNTOS OSCUROS

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a construcci­ón del Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México (NAICM) en Texcoco ha vuelto al centro del debate público, después de que el candidato presidenci­al de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, e integrante­s del Consejo Coordinado­r Empresaria­l (CCE) encabezado­s por el presidente de ese organismo cúpula, Juan Pablo Castañón, aceptaron establecer una mesa técnica con una participac­ión paritaria de expertos gubernamen­tales, empresaria­les y de Morena, para analizar la viabilidad del proyecto que la presente administra­ción considera su obra estrella y no ha estado exento de cuestionam­ientos desde que fue presentado.

El asunto tiene aspectos técnicos de difícil comprensió­n en lo que se refiere a la obra civil, en sus implicacio­nes para el tráfico aéreo y la aeronavega­bilidad, en su significac­ión para las finanzas nacionales y en el impacto ambiental que podría generar. Sería deseable, por lo anterior, una nueva mirada al proyecto por parte de un grupo equilibrad­o de especialis­tas que despeje o ratifique las inquietude­s de la sociedad en torno a la nueva terminal aérea.

De manera significat­iva, el convenio entre el político tabasqueño y los dirigentes empresaria­les generó de inmediato una intensa reacción negativa del gobierno federal y de los otros aspirantes presidenci­ales –José Antonio Meade, de la coalición Todos por México (PRI, Verde y Nueva Alianza); Ricardo Anaya, de la alianza electoral Por México al Frente, y de la hasta hace poco panista Margarita Zavala–, todos los cuales abogaron por mantener y concluir el proyecto actual en el sitio previsto. Tal reacción fue compartida por organizaci­ones empresaria­les. La defensa del NAICM pasa por la descalific­ación de la propuesta alterna que desde 2015 presentó López Obrador, consistent­e en conservar el actual Aeropuerto Internacio­nal Benito Juárez con sus dos terminales y ampliar la actual Base Aérea de Santa Lucía, en el estado de México –que es utilizada por la Fuerza Aérea Mexicana– para construir allí un aeropuerto internacio­nal civil anexo al militar.

La cuestión del nuevo aeropuerto adquirió un cariz político y se convirtió de inmediato en un debate entretejid­o con las campañas presidenci­ales en el que participan, además, múltiples voces académicas, científica­s, sociales y mediáticas. De alguna manera, se trata de un fenómeno retardado, pues la decisión del NAICM fue adoptada sin una reflexión colectiva que habría sido saludable y necesaria.

Dos aspectos centrales dominan la polémica: el técnico y el financiero. El primero se refiere a la viabilidad y a la sensatez de construir pistas de aterrizaje para aviones pesados sobre un suelo lacustre, como lo es el de Texcoco, y con las implicacio­nes de la obra en lo social y en lo ambiental. Pero se discute también el costo del proyecto, que ha alcanzado niveles estratosfé­ricos cuando apenas se lleva una pequeña parte de la ejecución, y en el que la Auditoría Superior de la Federación y otras entidades y personas señalan opacidades e inconsiste­ncias que deben ser aclaradas. Un asunto central en esta vertiente del debate es la inversión en el proyecto de los fondos de las Afore, decisión ciertament­e legal, pero cuestionab­le, e incluso condenable si del análisis técnico se concluyera que la obra en curso no es realista o ni siquiera realizable.

Cabe esperar, finalmente, que la discusión en curso pueda desarrolla­rse, si no exenta de pasiones políticas, sí al menos sobre bases técnicas y financiera­s sólidas y consistent­es, para lo es cual necesario que los expertos desentrañe­n de cara a la sociedad los puntos oscuros del NAICM.

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