Viaje de regreso
–Si lo dice por mí... –comenta Sergio retador.
Rosa le contesta con uno de los muchos refranes que sabe de memoria:
–“Al que le quede el saco, que se lo ponga.” Punto. Me callo. No voy a pasarme el resto del viaje discutiendo tonterías.
Antes de reiniciar la lectura, Mercedes hace un comentario general:
–Éstos se pasaron todas las vacaciones peleando y ya van a agarrarse otra vez. Parecen matrimonio.
Se escuchan risas y algunas bromas malintencionadas que estimulan a Rosa para descargar su ambigua antipatía hacia Sergio:
–¡Toco madera! Con ese señor no me casaba ni aunque fuera el último hombre en la tierra. (Las risas se oyen más fuerte.) Además, por si no lo saben, a pesar de mi edad tengo pretendientes mejores que ese vinagrillo flatulento.
Aunque divertida por la situación, Aurora piensa que deben frenarla:
–Oye, Meche, si no los distraemos con algo, estos van a terminar de las greñas. Voy a pedirle a Monina que nos cuente un chiste. Esas cosas le fascinan.
–Ay, no. Sus chistes son espantosísimos, y lo peor es que sólo a ella le dan risa. Te juro que eso me mata de pena.
–A mí también... Ya sé: le diré a Nelly que declame algo. ¿Pero qué? Bueno, que ella escoja. (Se levanta y mira a Nelly): Estaba comentándole a Aurora que me gusta mucho cómo dices los versos. ¿Por qué no recitas algo?
Nelly se apresta a complacer a su amiga. Virgilio le deja el paso libre hacia el pasillo. La declamadora se lo agradece y, entre ademanes, comienza a recitar. Cuando termina, abrumada por los aplausos, vuelve a su asiento y mira por la ventanilla la ciudad distante: un mar de luces que señalan la vida de personas con las que quizá compartió un momento y jamás volverá a ver. Sólo con una le gustaría reencontrarse. Para desterrar su anhelo cierra los ojos.
–No se duerma. Ya casi llegamos –le dice Virgilio.
–¿Tan pronto?
Virgilio la mira asombrado, como si nunca antes lo hubiera hecho:
–¿Sabe? Eso mismo dijo mi padre al darse cuenta de que estaba a punto de fallecer: “¿Tan pronto?”
Virgilio siente la mano de Nelly oprimiendo la suya y piensa que no cambiaría por nada del mundo ese momento del viaje de regreso.