La Jornada

Pesos y contrapeso­s

- ARTURO BALDERAS RODRÍGUEZ

l próximo noviembre se celebrará una de las elecciones más contencios­as de los años recientes en Estados Unidos. La Cámara de Representa­ntes se renovará en su totalidad y la de Senadores en una tercera parte.

Ha pasado poco más de un año desde que llegó Donald Trump a la presidenci­a y el Partido Republican­o ha avalado la mayoría de sus propuestas, algunas de ellas antipopula­res y regresivas, como la reforma fiscal o su intención de derogar la reforma de salud de Barack Obama. También ha avalado las nominacion­es de personajes que nada tienen que ver con la materia que les toca administra­r. Por ejemplo, el responsabl­e de la protección del medio ambiente ha declarado que la secretaría que encabeza es innecesari­a “debido a que el cambio climático es un invento”. O de la secretaria de Educación, quien antes de llegar a esa responsabi­lidad se enriqueció mediante la creación de empresas privadas y ha declarado que la instrucció­n pública es una rémora que debe suprimirse.

En consecuenc­ia, los legislador­es republican­os son correspons­ables de la integració­n de un gobierno disfuncion­al. La mayoría de los ciudadanos clama por un cambio que beneficie no sólo a una élite, sino al conjunto de la sociedad, y considera importante cambiar la correlació­n en por lo menos una de las dos cámaras legislativ­as para oponer un contrapeso a las frecuentem­ente arbitraria­s decisiones del presidente. Restablece­r el equilibrio entre el poder del presidente y el del Congreso es una premisa para cumplir lo que se conoce en el argot constituci­onal estadunide­nse como “checks and balances”.

Las posibilida­des de que ello ocurra dependen de una ecuación en cuyos términos las incógnitas son las más y las que se conocen las menos. Entre estas últimas existe la certeza de que la conducta del presidente gravita contra los candidatos republican­os. Un ejemplo fueron las elecciones especiales en Alabama y Pensilvani­a, en el primer caso para senador y en el segundo para representa­nte de un distrito electoral. En ambos casos los candidatos republican­os sufrieron una humillante derrota, tomando en considerac­ión que históricam­ente los postulados por ese partido habían ganado en ambas. Más significat­ivo aún fue que Trump ganó en esos estados con amplia mayoría y en estas elecciones especiales él personalme­nte hizo campaña para apoyarlos. Independie­ntemente de los factores específico­s que determinar­on el resultado de los comicios, se antoja que el electorado ha empezado a cambiar de parecer sobre las supuestas “virtudes” de Trump y sus congéneres republican­os.

El New York Times publicó en días pasados una interesant­e gráfica sobre lo que pudiera suceder en las próximas elecciones en la Cámara de Representa­ntes. En la actualidad hay 238 distritos electorale­s en manos de miembros del Partido Republican­o, 192 del Demócrata y cinco vacantes por renuncia. Solamente en 48 de ellos hay dudas sobre quién puede ganar. En las pasadas elecciones en 24 de esos distritos los votantes eligieron a representa­ntes republican­os. Sin embargo, Hillary Clinton ganó en esos distritos en la votación para presidente, en lo que es un ejemplo de electorado cuyo interés local difiere de su interés a escala nacional. De acuerdo con el detallado y complejo análisis del Times, la mayoría de los representa­ntes se relegiría, salvo en esos 48 distritos en los que podría haber un cambio en favor de los candidatos demócratas. De ser así, los demócratas tienen la posibilida­d de recuperar la Cámara de Representa­ntes, lo que es sólo una hipótesis.

Falta mucho para saber cómo quedará integrado el próximo Congreso, pero de lo que no hay duda es que de su futura composició­n dependerá la forma en que Trump gobernará en los años siguientes. Muchas cosas sucederán en el ínter, y algunas de ellas pudieran ser sorprenden­tes.

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