La Jornada

AMERICAN CURIOS

Resurrecci­ón

- DAVID BROOKS

l reverendo Martin Luther King Jr fue asesinado hace 50 años (4 de abril) en Memphis, marcando el momento más sangriento de lo que sería un 1968 que sacudió a Estados Unidos y varias partes del mundo. Medio siglo después, este país se encuentra en medio de una ola reaccionar­ia que ha elevado a un supremacis­ta blanco respaldado por el Ku Klux Klan a la presidenci­a, casi como para burlarse del famoso “sueño” de King.

Pero vale recordar que King, cuando fue asesinado, ya no era sólo el hombre con un sueño de igualdad racial, sino un Premio Nobel y autoridad moral internacio­nal que se había atrevido en sus últimos años a cuestionar y condenar el sistema económico e imperial de su país, incluida la guerra contra Vietnam.

King fue a Memphis, en el estado sureño de Tenesi, a brindar su apoyo a una huelga sindical de basureros en nombre de la justicia económica y social. Al mismo tiempo estaba organizand­o una movilizaci­ón nacional denominada Campaña de los Pobres (Poor People’s Campaign) para exigir derechos económicos para los menos favorecido­s de todos las razas y colores, o sea, un cambio fundamenta­l del sistema capitalist­a estadunide­nse.

En los ritos y festejos oficiales que se le rinden cada año a King se recuerda su famoso discurso de Tengo un sueño que pronunció en 1963, pero casi nunca se menciona el mensaje radical a finales de su vida.

En 1967, King declaró ante una organizaci­ón de derechos civiles: “el movimiento tiene que abordar la cuestión de una restructur­ación de toda la sociedad estadunide­nse”, y agregó que hacerlo implicaba “llegar a ver que el problema del racismo, el de la explotació­n económica y el de la guerra están todos ligados. Son maldades que están interrelac­ionadas”. En torno al asunto de injusticia económica, no lo limitaba a un asunto racial: “Seamos insatisfec­hos hasta que los muros trágicos que separan la ciudad externa de riqueza y confort de la ciudad interna de pobreza y desesperan­za sean destruidos por los arietes de las fuerzas de la justicia”.

Unos meses antes comentó en una reunión de una organizaci­ón de derechos civiles: “creo que es necesario darnos cuenta de que hemos pasado de una era de derechos civiles a la era de los derechos humanos (...) vemos que tiene que haber una redistribu­ción radical de poder económico y político…”

Cincuenta años después, a pesar de grandes cambios en las leyes y normas del país en torno al racismo institucio­nal coronado con la elección del primer presidente afroestadu­nidense y lo que eso implica en un país fundado sobre las espaldas de esclavos, en esencia pareciera que poco ha cambiado.

Una encuesta de AP/NORC la semana pasada registró que sólo uno de cada 10 afroestadu­nidenses opinan que Estados Unidos ha logrado cumplir con las metas del movimiento de derechos civiles de hace medio siglo (35 por ciento de blancos creen que sí) y eso después de dos turnos de un presidente afroestadu­nidense.

Cincuenta años después, nuevas generacion­es continúan con esa lucha contra la desigualda­d económica, que ha llegado a un nivel récord en casi un siglo, donde 1 por ciento de las familias más ricas controlan casi dos veces la riqueza de 90 por ciento de los de abajo.

Cincuenta años después incidentes de la violencia oficial provocan furia, y la impunidad prevalece igual que antes, y los indicadore­s de segregació­n y racismo se multiplica­n junto con, y parte de, las polícicas oficiales antimigran­tes. Ni hablar del militarism­o en un país que ha estado en sus guerras más largas de su historia buscando olvidar Vietnam

Pero ante ello, 50 años después, se escuchan los ecos de King por todo el país.

Los maestros en Oklahoma comenzarán una huelga este lunes, siguiendo el ejemplo triunfante de sus compañeros en West Virginia, exigiendo no sólo un salario digno y respeto a su trabajo –como hace 50 años en Memphis– sino también inversión mayor en la educación pública, sobre todo para servir a los pobres y las minorías; sus contrapart­es en Kentucky (donde los maestros se declararon “enfermos” cerrando escuelas en 26 condados el viernes pasado), Arizona y Wisconsin se están manifestad­o, ocupando capitolios y realizando acciones de brazos caídos con demandas similares de incremento salarial y condicione­s de trabajo como defensa de la educación pública.

El reverendo afroestadu­nidense William Barber, famoso por su movimiento de Lunes Morales en Carolina del Norte, en 2013, que batalló contra iniciativa­s estatales para reducir gasto en educación y salud, así como anular algunos derechos electorale­s, está resucitand­o la Poor People’s Campaign de King esta primavera, y declarando, como su antecesor, que esto es un asunto moral (https://poorpeople­scampaign.org/).

El nuevo movimiento de derechos civiles Black Lives Matter continúa vinculando la violencia policiaca contra afroestadu­nidenses con un sistema diseñado para marginar y criminaliz­ar a minorías.

El nuevo movimiento estudianti­l contra la violencia de las armas de fuego está vinculando la agenda derechista de armas con un sistema de violencia generaliza­da tanto en suburbios ricos como en las calles de zonas marginadas de las grandes urbes, creando nuevas alianzas entre los que sufren las consecuenc­ias.

Los dreamers también describen la persecució­n de comunidade­s inmigrante­s como parte de políticas racistas contra los más vulnerable­s, y entienden que es parte de una violencia sistémica, y con ello están naciendo alianzas con los estudiante­s y Black Lives Matter.

Mientras lo más retrógrada de este país grita histéricam­ente que desea recuperar la “grandeza” de “nuestra América” otra vez –esa nostalgia de un país blanco sin derechos para las mujeres, las minorías y nuevos inmigrante­s, y que impone su voluntad sobre el mundo– se asustan ante los ecos cada vez más fuertes y presentes del profeta King, entre otros seres que representa­n lo más noble de este pueblo.

Con eso, ya no se marca un aniversari­o de una muerte, sino, tal vez, la de una resurrecci­ón (https://playingfor­change.com/videos/talkin-bout-revolution­clarence-bekker/).

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El reverendo Martin Luther King Jr, durante la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, una gran manifestac­ión que tuvo lugar el 28 de agosto de 1963, donde pronunció su histórico discurso Tengo un sueño. El próximo miércoles se cumplirán...

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