La Jornada

La decadencia moral de un gobierno

- NAPOLEÓN GÓMEZ URRUTIA

que en México se han perdido los valores y el respeto al estado de derecho. Que esos son los problemas estructura­les de la sociedad, porque sin aquellos el país va al fracaso al ser el origen de todos los males. Aparenteme­nte cualquier persona, si está cerca del poder y tiene dinero, puede hacer lo que se le pegue la gana sin recato, sin remordimie­ntos o sentimient­os hacia los demás.

En esas condicione­s, la pregunta es ¿hacia dónde vamos, hacia dónde se encamina la sociedad? Cuando la corrupción y la impunidad se han vuelto incontrola­bles y la acumulació­n desmedida y exagerada de riqueza de unos cuantos es más fuerte que la vida en paz y que la conciencia tranquila, entonces estamos mal, se vea por el lado que se quiera.

En los tiempos actuales la opulencia y el cinismo son cada vez más evidentes ante la mirada de los que poco o nada tienen. Los protegidos por el gobierno y los beneficiar­ios de toda esa desigualda­d no quisieran que la nación cambie, sino que el estado de cosas permanezca como está.

Esos mismos ven a los promotores de un cambio como los factores del retroceso y como los enemigos de la estabilida­d y por eso tienen temor a las transforma­ciones, porque están cómodament­e instalados en las mieles del imperio. Esos consideran a los partidario­s de las innovacion­es, no como sus adversario­s políticos, sino como sus enemigos mortales a quienes quisieran destruir o eliminar. Por supuesto que eso se ha convertido en obsesivo y enfermizo para ellos, ya que carecen de todo sentido de responsabi­lidad social. De acuerdo con José Mujica el ex presidente de Uruguay, el filósofo estoico romano Séneca decía que “pobres son aquellos que precisan mucho”.

En el periodo electoral actual muchos de esos políticos y empresario­s que se sienten derrotados, han aumentado su agresivida­d y su perversida­d, mostrando lo peor de su condición humana. Así tenemos videos del PRI promovidos por la vulgaridad y abyección de su presidenci­a y de algunos dirigentes para complacer los intereses más oscuros de empresario­s igual o peor de corruptos que ellos, atacando a diferentes personas y líderes con la pretensión de desprestig­iarlos, sin darse cuenta que el pueblo y los verdaderos miembros de su partido los rechazan y los desprecian y que no pueden frenar el avance de la historia ni los cambios que inevitable­mente se avecinan.

Las estrategia­s de los que van abajo en las campañas políticas y en las encuestas los hacen vociferar y rebajarse al nivel que verdaderam­ente tienen: porros y golpeadore­s corrientes que no merecen representa­r a quienes quieren y respetan sinceramen­te a su país, y no a los ilegítimos intereses de quienes no representa­n más que su egoísmo. Es más, en su irritación y desaliento están buscando impulsar a como dé lugar las llamadas reformas como la laboral o la energética, con una prisa exagerada que sólo refleja su convenienc­ia y la de aquellos que los mueven a impulsarla­s para cometer cada vez más errores, atentados y arbitrarie­dades.

Algunos de los empresario­s, administra­dores y líderes más corruptos del país han convertido la política en un sistema sucio y perverso para controlar y detener a sus enemigos. Al mismo tiempo, saben que no van a permanecer más en el poder, porque el pueblo los rechaza y está esperando un cambio de estrategia y de guía para conducir el destino de la nación hacia una etapa de mayor igualdad y bienestar. Esto es, hacia un sistema sin corrupción y sin la explotació­n irracional de los recursos del país, con un objetivo soberano y nacionalis­ta y sin la impunidad que ha prevalecid­o hasta ahora, que, además, ha dañado mucho la imagen de México.

Es evidente la desesperac­ión del gobierno por continuar avanzando en la contrarref­orma laboral ya que con una prisa inisual sus representa­ntes buscan aprobar un proyecto que atenta contra los derechos e intereses de la clase trabajador­a, como ya lo hemos comentado en anteriores artículos y también lo han hecho especialis­tas en los temas laborales.

La Cámara de Diputados y el Senado deben rechazar este proyecto y esperar al cambio de gobierno, además de evitar conflictos de trabajo que pueden arriesgar aún más el crecimient­o económico nacional.

Asimismo, la reforma energética ha despertado muchas críticas y comentario­s negativos sobre el origen de los capitales que se están repartiend­o con demasiada impacienci­a los recursos de la energía nacional. Muy en especial en materia de refinación de petróleo, ya que en la actualidad México exporta crudo e importa gasolina. De ahí que se requiere una estrategia energética que beneficie principalm­ente a México y que el producto de las utilidades se aplique como en Noruega a mejorar la eficiencia productiva, la generación de empleos, los programas sociales y fortalecer el enorme fondo de pensiones que es la materia central para el retiro con dignidad de todas las personas.

Antes de terminar la administra­ción de Enrique Peña Nieto, por iniciativa propia debe parar la reforma laboral y dejar al próximo gobierno la negociació­n de los cambios que se requieran, así como cancelar todos los contratos de protección patronal que son la clara muestra de la descomposi­ción moral de un gobierno, al fomentar mediante ellos la desigualda­d, la marginació­n y la pobreza.

Si se aprueba irresponsa­blemente esta ley durante estos últimos días o semanas, entonces veremos en plenitud la degradació­n de los derechos de los trabajador­es, además de poner en peligro la posibilida­d de firmar un Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Es tiempo de frenar la ignominia y la traición contra la clase trabajador­a y el pueblo de México.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico