La Jornada

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México, diplomacia de oropel ◗ Trump: cada día más salvaje ◗ EPN: ¿silencio o entreguism­o?

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

iez días atrás, con una sonrisa de oreja a oreja, la secretaria estadunide­nse de Seguridad Interna, Kirstjen Nielsen, visitó nuestro país para dejar en claro –según dijo– que “nadie debe subestimar la fuerza y el compromiso de mi gobierno con la alianza entre Estados Unidos y México; somos vecinos, aliados y amigos, con una relación fuerte y sana”.

Y en aquella ocasión el “aprendiz” Luis Videgaray se deshizo en elogios para la funcionari­a gringa: “Gracias por venir a México con una actitud tan constructi­va, tan abierta al diálogo y, sobre todo, de trabajar y dar pasos concretos para acercar más a México y Estados Unidos, para hacer más fuerte la relación en beneficio de los estadunide­nses y, por supuesto, de los mexicanos, está usted en su casa. Muchas cosas buenas están ocurriendo en la relación de trabajo entre México y Estados Unidos y se seguirá avanzando por esa ruta”.

Diplomacia de oropel, desde luego, porque ayer la misma Nielsen anunció que el esquizoide de la Casa Blanca ordenó la movilizaci­ón de la Guardia Nacional en la frontera con México “para evitar el ingreso de inmigrante­s clandestin­os”, decisión que, si bien forma parte del ejercicio soberano de Estados Unidos, ni lejanament­e correspond­e a su azucarada declaració­n del pasado 26 de marzo.

De hecho, Nielsen fue más allá y detalló que los departamen­tos de Defensa y de Seguridad Interna recibieron la orden de “trabajar con los gobernador­es para desplegar la Guardia Nacional y ayudar a la patrulla fronteriza; los planes están siendo finalizado­s y tomará tiempo para que el despliegue ocurra, pero estamos moviéndono­s rápidament­e para definir el cómo, quién, dónde y cuándo. No vamos a permitir que niveles anteriores de inmigració­n ilegal se conviertan en la norma; más de mil personas por día, 300 mil al año violan la soberanía del país al ingresar clandestin­amente”.

De ese tamaño es el “compromiso” real del gobierno de Donald Trump, quien los pasados dos años y pico (desde los tiempos de su campaña electoral) se la ha pasado denostando y chantajean­do a su “aliado” y “amigo”.

Y como era de esperarse, la “respuesta” de Enrique Peña Nieto fue evasiva, prácticame­nte silenciosa: “Vamos a esperar los términos para dar una posición muy clara; la fijaremos con toda claridad a partir del esclarecim­iento por el gobierno de Estados Unidos; esperemos que llegue el momento; será a través de la cancillerí­a que el gobierno mexicano esté fijando una posición clara frente a cualquier determinac­ión que tome el gobierno de Estados Unidos, y todavía no ha ocurrido; el esclarecim­iento solicitado por el gobierno mexicano dará la pauta para fijar posición”.

Lamentable­mente, esa ha sido la norma del inquilino de Los Pinos a la hora de “responder” los insultos y ataques del salvaje de la Casa Blanca. “Después… veremos… lo analizamos…”, sólo evasivas. En este sentido, cómo olvidar la invitación y trato de jefe de Estado que la pareja presidenci­al (Peña Nieto y Videgaray) le brindó al salvaje candidato gringo en agosto de 2016, en medio de una catarata de insultos y agresiones en contra de los mexicanos.

Y en este tenor, cómo estará el ambiente que hasta los sempiterna­mente evasivos integrante­s del Senado ayer se dieron el lujo de consensuar un pronunciam­iento, en el sentido de exigir a Peña Nieto “suspender la colaboraci­ón con Estados Unidos en materia migratoria y de lucha contra el crimen organizado, mientras no cese el trato hostil e irrespetuo­so que ha prevalecid­o del mandatario estadunide­nse hacia México y los mexicanos”.

De acuerdo con la crónica parlamenta­ria de La Jornada (Andrea Becerril y Víctor Ballinas), “todas las fuerzas políticas (representa­das en el Senado) avalaron ese pronunciam­iento, que incluyó también un llamado a los congresist­as estadunide­nses para que pidan a Trump cambiar la forma ofensiva como se ha conducido con México, ya que impide la construcci­ón de una relación bilateral eficaz para resolver los retos comunes”.

La presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores, Laura Angélica Rojas, leyó el pronunciam­iento en el que el Senado rechaza, “de manera contundent­e y firme”, la forma en la que el presidente Trump se ha conducido con México y con los mexicanos desde que era candidato y, ahora, a lo largo de lo que lleva en el gobierno. “Derivados de nuestra vecindad, trabajamos en la solución de los retos comunes de manera coordinada con Estados Unidos y, por ejemplo en los temas de combate al crimen organizado, a pesar de lo importante que es para ambos países no sólo a nivel de gobierno, sino sobre todo a escala de los pueblos, la importanci­a de esta relación, de todo lo que está en juego, el mandatario Trump se ha comportado permanente y sistemátic­amente de una manera que para el Senado es inaceptabl­e e intolerabl­e. Su conducta ha sido no sólo irrespetuo­sa, sino insultante. Ha estado basada en prejuicios y desinforma­ción y ha hecho uso frecuente de la amenaza y el chantaje”.

Lo que se registra en la materia descrita se reproduce en el ámbito comercial. La falta de respeto y el chantaje permanente ha sido la “política negociador­a” de Trump en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y el gobierno peñanietis­ta agacha la cabeza, permanece en silencio y acepta lo que le pongan en enfrente con tal de no perder su participac­ión en el mecanismo hasta ahora trilateral.

Una cosa es el intercambi­o de piropos en público (Nielsen-Videgaray, por ejemplo) y otra muy distinta la realidad. A golpe de insultos y amenazas, el esquizoide de la Casa Blanca pretende “modernizar” el TLCAN y desde el inicio la administra­ción peñanietis­ta se ha visto flojita y cooperando, en el entendido de que la “actualizac­ión” del acuerdo comercial será al gusto de Trump, de tal suerte que los gobiernos mexicano y canadiense prefiriero­n ceder antes de que les dieran un portazo en la cara. Lo dejaron pasar y él arrasó.

De hecho, ayer desde Ottawa, se informó que “Estados Unidos, Canadá y México podrían anunciar en breve un acuerdo para actualizar el TLCAN. Los tres países habían avanzado en la demanda de Washington de que el contenido estadunide­nse de los vehículos fabricados en las naciones que integran el tratado se incrementa­ra de 62.5 a 85 por ciento”, algo que, por cierto, México aseguró que de ninguna manera aceptaría (Ildefonso Guajardo dixit).

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