La Jornada

Dan el paso final: Lula...

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Lo de ayer concluye un cuadro que empezó a ser trazado la misma noche que Dilma Rousseff, en octubre de 2014, derrotó al adversario Aécio Neves, del mismo PSDB del ex presidente Fernando Henrique Cardoso.

Empezó entonces un plan que incluyó una serie de maniobras en el Congreso para impedir que la presidenta, de conocida inhabilida­d para las lides de la política cotidiana, gobernase. El paso siguiente fue destituirl­a, frente a la omisión del mismo Supremo Tribunal Federal reunido ayer.

Instalado en la presidenci­a un grupo encabezado por Michel Temer, faltaba el paso final: liquidar a Lula e impedirle retornar a la presidenci­a. Condenado en un juicio en que no hubo una sola prueba, un proceso plagado de abusos, arbitrarie­dades e irregulari­dades –todo eso frente al silencio cómplice de las instancias máximas de la justicia brasileña– faltaba ese paso.

Bueno. Fue dado ayer.

Lo que nadie sabe es cuál será el paso siguiente. Al fin y al cabo, los del gobierno surgido a raíz del golpe institucio­nal no tienen un candidato viable. El empresaria­do y los dueños del capital lo saben.

Sin Lula da Silva, la posibilida­d de que un troglodita de extrema derecha, el capitán retirado y diputado Jair Bolsonaro, salga vencedor en las urnas, es concreta, como concreta es la posibilida­d de que entre votos blancos, nulos y abstencion­es se cuente un número superior al alcanzado por los candidatos.

Todo eso estaba en juego ayer. Río de Janeiro. Además del proceso por el que puede ingresar en breve a la cárcel, el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva enfrenta otros seis juicios vinculados con la megacausa Lavado Rápido, en los que es acusado de corrupción, lavado de activos y obstrucció­n a la justicia, entre otros cargos, sin que hasta ahora haya pruebas.

Tres procesos los llevó en un tribunal de la sureña ciudad de Curitiba el juez Sérgio Moro, quien está a cargo de los principale­s procesos de la operación Lavado Rápido. Los otros cuatro se celebran en Brasilia, dos de ellos en casos ramificado­s de la megacausa para convertirs­e en investigac­iones independie­ntes.

Los detalles:

Caso Cerveró: Lula fue acusado por primera vez en julio de 2016 por cargos de obstrucció­n a la justicia al haber, presuntame­nte, intentado comprar el silencio de Nestor Cerveró, ex ejecutivo de Petrobras encarcelad­o. La semiestata­l Petrobras está en el centro de las investigac­iones de Lavado Rápido. El caso está en Brasilia.

Tríplex de Guarujá: En enero de este año un tribunal de apelación de Porto Alegre confirmó una condena a prisión para Lula emitida por Sérgio Moro por acusacione­s de que el ex presidente aceptó sobornos por 3.7 millones de reales (1.1 millones de dólares) de la constructo­ra OAS para beneficiar­la en sus negocios con Petrobras. Los pagos se debían hacer mediante la remodelaci­ón de un departamen­to que Lula planeaba adquirir en Guarujá, en la costa de Sao Paulo. Hasta ahora no hay pruebas de que Lula sea propietari­o de ese inmueble. El tribunal de Porto Alegre subió la pena de prisión impuesta por Moro de nueve años y medio a 12 años y un mes.

Caso del BNDES: La justicia de Brasilia aceptó en mayo de 2016 una denuncia por cargos de que Lula usó su influencia para que el banco de fomento estatal, el BNDES, ayudara a la constructo­ra Odebrecht a conseguir contratos de infraestru­cturas en Angola. La investigac­ión fue separada de Lavado Rápido en la operación bautizada Janus.

Caso de los cazas Gripen: En la operación Zelotes, otra ramificaci­ón de Lavado Rápido en Brasilia, Lula enfrenta desde diciembre de 2016 cargos por una trama en torno a la consultora Marcondes & Mautoni para facilitar contratos con el Estado. Entre los presuntos negocios ilegales está un contrato para la compra de 36 aviones cazas suecos Gripen. También está acusado un hijo de Lula, Luiz Cláudio.

Caso de las automotric­es: En septiembre de 2017 Lula volvió a ser acusado por Zelotes en Brasilia, esta vez por cargos de que aceptó recibir en 2009 fondos para el Partido de los Trabajador­es a cambio de favorecer a las empresas del sector automotriz MMC y Caoa.

Instituto Lula: Moro aceptó en diciembre de 2016 otra denuncia de que Lula recibió sobornos de Odebrecht mediante la compra de un terreno que debía servir como nueva sede para el Instituto Lula de Sao Paulo.

Sitio de Atibaia: En agosto de 2017, Moro abrió otro juicio contra Lula por cargos de que aceptó la reforma de otro inmueble en Sao Paulo, el llamado Sitio de Atibaia, por parte de Odebrecht y OAS.

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