La verdadera historia del maíz
el mundo es reconocido que México es el centro de origen del maíz y que su gran diversidad se encuentra en la aportación de las culturas mesoamericanas y en los climas de la región.
Los científicos reconocen que el maíz podría ser la única planta que no pudo ser producto de la selección natural, pues está demostrado que fue con la intervención humana y el mejoramiento milenario de los campesinos como se logró obtener el grano que ahora se cultiva. Podemos decir que el maíz es uno de los primeros productos de la verdadera biotecnología.
La FAO reconoce que la milpa constituye un agro ecosistema de producción sustentable, por lo que representa una alternativa para enfrentar el cambio climático, es además una verdadera opción para enfriar el planeta. La milpa por su variabilidad en alimentos (maíz, frijol, calabaza, etcétera) constituye una solución a la pobreza alimentaria frente a los esquemas monopólicos basados en la importación masiva de alimentos.
La cultura de la autonomía alimentaria, del ordenamiento territorial, de la preservación de los recursos naturales y de la agroecología, crearon una gran diversidad genética de maíz. Para la humanidad, el mundo sería diferente si no existiera este alimento. De ahí que el significado del vocablo maíz sea: “sustento de la vida”
Muchos dicen que sin maíz no hay país, que somos el Pueblo de los Hombres de Maíz (Popol Vuh), así este alimento ha sido un claro elemento de identidad nacional y por lo tanto de la mexicanidad. El maíz es para nosotros además de alimento: raíz de nuestra mexicanidad y sustento de nuestra cultura.
Si bien el maíz se difundió en el mundo por los colonizadores, fue hasta el siglo pasado, bajo la concepción de que las semillas eran un patrimonio de la humanidad para erradicar el hambre, que los organismos internacionales colectaron los granos de las parcelas de nuestros padres o nuestros abuelos. La semilla se distribuyó en todo el mundo y para el inicio del presente milenio el maíz se convirtió en el alimento más cultivado en el mundo (45 por ciento), superando la cultura del trigo (33 por ciento) propia del continente Europeo, y la del arroz (22 por ciento) de Asia.
El año pasado llegamos a mil 54 millones de toneladas en la producción mundial de maíz, de las cuales nosotros aportamos 24 millones, o sea, 2.2 por ciento. Hay que destacar que la gran mayoría de las semillas están ahora en manos privadas, protegidas o patentadas sin que nuestro país reciba un beneficio o un reconocimiento por esta aportación a la humanidad.
Quiero destacar que una característica especial del maíz es su gran versatilidad, atributo que lo diferencia de los otros cultivos. Puede utilizarse para muchos fines, en la alimentación con más de 600 platillos (donde la Unesco nos reconoce a la cocina mexicana como un patrimonio intangible de la humanidad), lo mismo un rico elote, un pozole, tortillas, palomitas, quesadillas y sopes; en la industria tiene más de 4 mil usos, en fármacos, fabricación de bebidas, cosméticos, anticorrosivos, pinturas, jabones, barnices, explosivos, aceites, gomas de mascar, aceites y más. En investigación se está a punto de lograr que la fibra del maíz se utilice para telas ajustables, para la fabricación de computadoras, celulares, y en perspectiva hasta la producción de plásticos ligeros y resistentes.