FIN A UNA ÉPOCA DEL “NI LOS VEO NI LOS OIGO” EN COYOACÁN
I
Cuando el cuerpo desfallece en triste mazmorra, laberinto insospechado de tristeza, hecho feto y barro, sangrado, ultrajado, cubierto con telas ausentes; friolentas, tragando el agua que se escapa de conocida sangre, con sabor a prolongado y frío sudor, se siente la tristeza.
II
Cuando el cuerpo desfallece y recuerda que no es el pico de un ave el que canta, sino el ala al sentirse liberada, el espíritu se agiganta y hay alegría. Sacarán miles de veces dos ojos de un cuerpo, golpearán mil veces un rostro, se harán miles de injurias en un fragmento de tiempo: todo ello, al cuerpo, ¿al espíritu cuándo?
III
Cuando el cuerpo recuerda, que no sólo él da vida; muere, quizá, pero con alegría, al pensar que del ave no es el pico el que canta, sino el ala al sentirse liberada. En sus declaraciones a La Jornada, publicadas el 2 de abril anterior, el señor
Raúl Pérez Bedolla, secretario general de la Alianza Campesina del Noroeste (Alcano) explicó que los costos de producción en las entidades más tecnificadas de nuestro país son de alrededor de 35 mil pesos por hectárea cosechada de maíz-grano, es decir, si se consideran los rendimientos promedio por hectárea, por ejemplo en Sinaloa, en los cuatro años anteriores, el costo por tonelada ha sido de 3 mil 500 pesos.
En un afán constructivo, es válido preguntar al señor Pérez Bedolla si en sus cálculos tomó en cuenta el pago de la renta de tierras, ya que, por desgracia es muy frecuente que ejidatarios y pequeños propietarios prefieran recibir entre 12 mil y 13 mil pesos por hectárea, al año, sin realizar esfuerzo alguno al rentar sus parcelas y campos a otras personas físicas y morales que sí corren riesgos y trabajan la tierra.
De acuerdo con las cuentas de los productores que sí trabajan sus parcelas, el costo total por cada tonelada de maíz de riego completo (cinco) en Sinaloa, durante el ciclo otoño invierno 20172018 ascendió a 2 mil 555 pesos. Muchos habitantes de esta ciudad, vemos con agrado que por fin se terminó la administración de Miguel Ángel Mancera, que con su renuncia para ser candidato al Senado por el Partido Acción Nacional, termina una época del “ni los veo, ni los oigo”.
Somos habitantes de la pequeña colonia Cipreses, en concreto los de la calle Ponciano Quiroz Herrera, delegación Coyoacán, quienes durante todo ese periodo tramitamos ante el jefe de Gobierno e instancias como el Instituto de Verificación Administrativa, Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, Protección Civil y delegación Coyoacán (acompañados de fotografías, videos y testimonios), y asimismo pedimos su intervención para resolver el problema provocado por la violación del uso del suelo (habitacional) y abuso