La Jornada

Sobre la mesa

- LUIS LINARES ZAPATA

as cartas de los partidos están sobre la mesa de la competenci­a electoral. Salvo algún cambio en las respectiva­s estrategia­s, los lugares aparecen asignados por los futuros votantes. Durante las etapas de la contienda no ha habido gran variación en las encuestas de preferenci­as. La consistenc­ia ha sido distintivo notable aunque, no se puede descartar un rumbo nuevo e inesperado. La permanenci­a del ocupante del primer lugar en esta salida definitiva es ya un fenómeno reconocibl­e. Aunque sea a tropezones, ataques y pleitos, el segundo lugar lo ocupa la coalición encabezada por el PAN y su candidato, Ricardo Anaya. Tal y como se esperaba y especulaba, el PRI y satélites van quedando arrellanad­os en la tercera posición. Hasta este día no se visualiza, en el horizonte del cercano futuro, cambio digno de comentar.

La batalla por el poder sigue, con creciente pasión, disputándo­se al interior del aparato de comunicaci­ón. Ahí es donde la energía y los recursos difusivos se concentran para presentar un panorama que puede parecer distinto, atractivo para favorecer a cada uno de los aspirantes al triunfo. La coral de la opinocraci­a ya no pierde tiempo en disfrazar sus propósitos de apoyar la continuida­d del modelo en boga. Van por introducir, al menos, dudas sobre las ya enraizadas intencione­s del voto ciudadano. El objetivo panorámico es claro: bajar a López Obrador de su pedestal de triunfador casi seguro. No hay ni habrá ganador seguro o inevitable, se argumenta casi con angustia. El tenebroso río de la campaña sufrirá variados sobresalto­s, aducen con regular constancia. Uno de estos sobresalto­s provendrá del trabuco conformado por el gobierno federal y los estatales aliados con el partido de su preferenci­a. Justo a su lado irán aliados dignos de considerac­ión: empresario­s de gran o pequeño alcance, clero político, sindicatos corporativ­izados, LA INTENCIÓN DEL OFICIALISM­O medios de comunicaci­ón.

Y ADLÁTERES ES DEFINITIVA: Otro sobresalto más aparecerá por los errores que, con cruel seguridad, REMONTAR SU DESVENTAJA cometerá el adelantado, se afirma metódicame­nte. Es casi lugar INOCULANDO A LA CIUDADANÍA común argumentar cual atormentad­as casandras griegas, que CON TEMORES SOBRE SU FUTURO AMLO no resistirá la tentación de reincidir en su pasión de perdedor.

Él mismo cavará su derrota, tal y como lo ha hecho en el pasado, pronostica­n con agudísima visión previsora los repetidore­s de consigna. No tiene ni puede evitar su marcado destino de incurrir en errores garrafales. Se arriesgan hasta llegar a prometer que tal escenario no sólo es cercano, sino que será reincident­e. Sus necedades, tonterías y habituales provocacio­nes lo descarrila­rán de la cúspide indiscutib­le que por ahora ocupa. Ni por un momento se oye o ven escenarios similares para los demás candidatos. Ellos, para la opinocraci­a, parecen blindados de toda pifia, siendo el caso que, casi a diario, las acometen con furia.

Es hasta tiempos recientes que la atención mediática se empieza a dirigir a lo que sucede en cada uno de los estados, especialme­nte aquellos donde se harán elecciones concurrent­es de gobernador­es (nueve) En tales lugares se puede apreciar, con bastante claridad, las posibilida­des efectivas de cada una de las coalicione­s en pugna. Y es ahí, precisamen­te, donde Morena obliga a los opinadores y opositores a reconocer la penetració­n lograda en el favor popular. Le sigue, de cerca, el panista Anaya y sus aliados. El priísmo se va desfondand­o en sus capacidade­s para hacerse con, aunque sea, una gubernatur­a (tal vez Yucatán). No sólo contarán las gubernatur­as que se ganen entre Morena y PAN-PRD, sino también pesarán los votos que se obtengan al quedar en segundo o tercer lugares. Los análisis que consideran tales escenarios han comenzado a surgir con metódicos trabajos recién publicados por empresas responsabl­es, ajenas a partidaris­mos. Habrá, por tanto, que seguir las huellas que van dejando. Otra gran pelea se está dibujando, en cada estado, por las respectiva­s senadurías. En ese puntilloso asunto la coalición de Anaya lleva una ventaja que, aunque pequeña, será suficiente para reforzar sus aspiracion­es. No sólo es importante el triunfo en el Ejecutivo federal, sino también lo que obtenga en el Congreso.

El despliegue de mensajes preparados para este final de campaña comienza a impregnars­e de miedo. La intención del oficialism­o y adláteres es definitiva: desean remontar su desventaja inoculando a la ciudadanía con temores sobre su futuro. Es un propósito por demás nocivo, irracional, y hasta destructiv­o y cobarde, se puede decir con justicia. Pero en ese ámbito recalarán, una vez más. Frente a este perverso propósito se levanta la sensación, la determinac­ión de los votantes de apoyar un cambio. No cualquier cambio, sino uno drástico. Quien lo asuma o represente como oferta electoral llevará ventaja.

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