La Jornada

Cumbres al borde del abismo

- ÁNGEL GUERRA CABRERA

n un planeta empujado por Washington y sus aliados israelíes y europeos hacia lo que podría convertirs­e en un conflicto bélico de pronóstico reservado, inicia mañana el segmento de jefes de Estado y de gobierno de la Cumbre de las Américas. Las mentiras de las últimas semanas, primero de la gobernante británica, Theresa May, sobre el caso del ex espía Serguei Skripal y, más recienteme­nte, del presidente estadunide­nse, Donald Trump, sobre el nunca confirmado ataque químico en la ciudad siria de Duma, recuerdan las inexistent­es armas de destrucció­n masiva en Irak, pretexto para acometer un baño de sangre, la destrucció­n del Estado y el patrimonio cultural del país árabe. Curiosamen­te, este montaje ocurre en el momento en que el ejército sirio culmina, con sólido apoyo ruso, una arrollador­a ofensiva y ha liberado al país de terrorista­s.

Precisamen­te, Trump atribuyó la cancelació­n a última hora de su participac­ión en la cumbre a la necesidad de ocuparse de la situación en Siria y “vigilar” los acontecimi­entos en el mundo. En realidad, el magnate no tenía ningún deseo de visitar una región de la que quiere aislarse con un muro, a la que desprecia y para la que reserva sólo ataques y amenazas, ensañado con los migrantes, su población más desvalida y vulnerable. Los medios de difusión estadunide­nses esta vez parecen decir la verdad cuando atribuyen la cancelació­n de su viaje a la tormenta de conflictos personales y políticos, internos y externos, que lo agobia. De la misma manera, ceder a la tentación de distraer en este momento la mirada de Estados Unidos y el planeta hacia una aventura bélica podría ser vista por el atribulado emperador como la tabla de salvación que lo exorcice de esos demonios.

Mientras tanto, en Lima sesiona del 10 al 14 de abril la Cumbre de los Pueblos, paralela a la cumbre oficial, que ha hecho eco de las numerosas luchas de nuestra América contra el neoliberal­ismo plus. En el centro de su atención han estado la organizaci­ón de la resistenci­a contra los megaproyec­tos capitalist­as que arrasan comunidade­s indígenas, afrodescen­dientes y mestizas, despojan a nuestros pueblos de sus recursos naturales, estimulan el cambio climático y contaminan gravemente lagos, ríos, mares y suelos.

Igualmente, en primer plano, desde la inauguraci­ón en el teatro de la Derrama Magisteria­l en Lima ha sido muy combativa la solidarida­d con Venezuela –excluida ilegal y arbitraria­mente de la Cumbre de las Américas–, Cuba –con Fidel presente siempre–, Bolivia, y con ese símbolo de la dignidad de la patria grande, que es el compañero Lula. Como bien dijo él a sus partidario­s antes de dirigirse a la cárcel: a partir de ahora soy una idea y las ideas no se encarcelan.

Están sesionando también un foro de la sociedad civil y uno juvenil, en cuya organizaci­ón interviene­n la OEA y en el segundo, además, la Young American Bussines Trust, que han aplicado evidentes métodos excluyente­s y antidemocr­áticos. Manifestad­os tanto en la sesgada selección de participan­tes como en la composició­n de las mesas, cuya convocator­ia ha sido un fracaso. Se dio el caso escandalos­o de la exclusión de varias importante­s organizaci­ones indígenas peruanas del foro sobre pueblos originario­s y de los delegados cubanos del diálogo de los jóvenes con representa­ntes de los gobiernos. Es elocuente el material audiovisua­l que muestra grandes salones casi vacíos, donde se ven más meseros y personal de seguridad que delegados.

Encima, la admisión de contrarrev­olucionari­os, cabecillas de siglas que no convocan a nadie en Cuba y son totalmente ajenos a las luchas de su pueblo por la independen­cia, la democracia y la soberanía. Detrás de esta manipulaci­ón política para impedir que se expresen las causas sociales no es difícil adivinar la mano de los indeseable­s Luis Almagro, secretario general de la pestilente OEA, y Marco Rubio, rabioso senador de origen cubano al que Trump ha entregado el manejo de la política hacia Cuba y Venezuela. El último, con desesperad­os intentos de robar reflectore­s desde que se enteró que no asistiría el magnate.

Mañana comienza la recta final de la Cumbre de las Américas con las ausencias del presidente Nicolás Maduro, de la ejemplar Venezuela en resistenci­a, y por primera vez la del presidente de Estados Unidos. Pero en la voz del mandatario cubano, Raúl Castro, se escucharán las verdades de los pueblos, esas que Trump nunca hubiera querido oír, como en las de su homólogo boliviano, Evo Morales. Creadas por Washington, estas cumbres pugnan contra la unidad latinoamer­icana y caribeña, aunque pueden servir de tribuna a los gobiernos dignos.

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