La Jornada

La pobreza extrema rural en ingresos se mantiene en el mismo nivel de hace 20 años

La nueva sociedad rural pide impulsar el acceso al mercado a pequeños productore­s

- ANGÉLICA ENCISO L.

La mejor forma de atender al campo es con una focalizaci­ón territoria­l, cercar los límites de la actividad agrícola y ganadera para preservar la diversidad biológica y de servicios ecosistémi­cos, y además de que las políticas públicas reduzcan las desigualda­des tecnológic­as, de conocimien­to y de acceso a mercados entre pequeños y grandes productore­s, propone el documento La nueva sociedad rural, por 14 expertos del sector agroalimen­tario, forestal y de medio ambiente.

Señala que el campo requiere de una visión multisecto­rial en regiones y territorio­s que se adapten a las condicione­s

Se requiere acotar límites de la actividad agrícola y ganadera para preservar diversidad biológica

sociales, económicas, culturales y ambientale­s de cada una. Además, se debe enfocar en los ámbitos de influencia territoria­l que generan efectos económicos multiplica­dores en comunidade­s colindante­s.

Considera que el problema central en el campo mexicano es la pobreza por ingresos, estructura­l y coyuntural, por la baja productivi­dad, la falta de acceso a protección social y los bajos salarios, así como el deterioro ambiental.

Las cifras y la proporción de pobreza extrema rural en ingresos se mantienen prácticame­nte iguales desde hace 20 años, “a pesar de avances importante­s en acceso a servicios que han reducido significat­ivamente la pobreza medida en forma multidimen­sional”.

Indica que “la reducción de la pobreza requiere nuevas estrategia­s de dinamizaci­ón económica de los territorio­s”, por lo cual se requiere “un cambio drástico en las políticas de transferen­cias condiciona­das para vincularla­s a la generación de ingresos e inclusión de las mujeres al mercado laboral”.

El documento, elaborado, entre otros, por José Sarukhán, Gustavo Gordillo y Sergio Madrid, surgió de reuniones periódicas desde 2017 del Grupo Agenda Rural –que es una iniciativa de Rimisp, Centro Latinoamer­icano para el Desarrollo Rural–, plantea que los pequeños productore­s sean considerad­os “por razones de justicia distributi­va y de eficiencia económica”.

Si estos pequeños agricultor­es se quieren mantener así, pueden integrarse a otros mercados mediante la promoción, con recursos públicos, empresas comunitari­as que impulsen la comerciali­zación local y regional de los numerosos “productos de los ecosistema­s”, así como de productos agrícolas despreciad­os, como la vainilla, el cacao de aroma y otros.

Esto puede generar nichos de mercado que apreciaría­n las caracterís­ticas orgánica, de comercio justo, de producción de comunidade­s indígenas con respeto a la biodiversi­dad y esto les abriría oportunida­des de desarrollo económico.

Además, el campo requiere un presupuest­o multianual, en función de los ciclos productivo­s, y de continuida­d transexena­l de las principale­s políticas públicas, así como revisar el Programa Especial Concurrent­e para el Desarrollo Rural con objetivos de largo plazo y no en la suma de programas actuales.

Destaca que es escasa la atención que las autoridade­s del sector y las políticas públicas le dan a las tierras ejidales de uso común, que representa­n más de 60 por ciento de la propiedad social y que muchas de ellas han sido repartidas internamen­te en los ejidos y desmontada­s para trabajarla­s. De 196.4 millones de hectáreas que abarca el territorio nacional, los ejidos y las comunidade­s ocupan aproximada­mente 52.5 por ciento de la República.

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