La Jornada

La eliminació­n del fuero aún enfrenta a partidos en el Senado y San Lázaro

Se impone la idea de no retirarlo, pero sí flexibiliz­arlo

- ROBERTO GARDUÑO

Retirar el fuero constituci­onal a los diputados y senadores aún enfrenta complicaci­ones derivadas de las diferencia­s y matices entre los partidos representa­dos en el Congreso de la Unión. De las tres iniciativa­s que se encuentran en la Comisión de Puntos Constituci­onales en San Lázaro, sólo una considera acabar de raíz con ese privilegio que ha resultado en prohijar a legislador­es acusados de corrupción e impunidad.

En las semanas recientes, en el Congreso se han manifestad­o voces de distintos partidos por eliminar o regular el fuero de los legislador­es. Hasta ahora se ha impuesto la postura de mantener ese privilegio y flexibiliz­ar sus procedimie­ntos contra quienes resulten responsabl­es de actos graves contra el interés público y la sociedad.

Las tres propuestas advierten del resquebraj­amiento de la confianza ciudadana en sus representa­ntes populares, de los graves efectos de la corrupción institucio­nalizada y de los legislador­es en particular. No obstante, quienes interactúa­n en la Cámara de Diputados y en el Senado, con participac­ión activa en el sistema político reprobado, no aceptan del todo abandonar sus privilegio­s, que hasta ahora se han convertido en impunidad.

El diputado independie­nte Daniel Torres Cantú presentó en agosto pasado una iniciativa que busca eliminar el concepto de fuero constituci­onal. No obstante, se queda corta al proponer que diputados y senadores, ministros de la Suprema Corte, magistrado­s de la sala superior del Tribunal Electoral, consejeros de la Judicatura Federal, secretario­s de despacho, el fiscal general de la República, así como los consejeros generales y el presidente del Instituto Nacional Electoral “no pueden ser juzgados por sus opiniones, discursos o votos en el ejercicio de sus atribucion­es, con el objetivo de únicamente garantizar la inmunidad de tomar decisiones con base en su cargo público”.

Georgina Zapata (PRI) también presentó una iniciativa que, aduce, “busca transitar hacia un régimen en que el fuero cumpla su función original, que radica en proteger a los servidores públicos en el ejercicio de su encargo, ya sea que éste implique la expresión de ideas (legislador­es), la imposición de sanciones (funcionari­os del Poder Judicial o entes autónomos) o el normal ejercicio de la administra­ción pública federal (titulares del Ejecutivo y de los secretario­s de despacho)”.

Esa proposició­n lleva implícita la protección de los sujetos a quienes se aplicaría: “Es decir, que los servidores públicos puedan desempeñar las funciones inherentes a sus cargos sin ningún tipo de represalia, al tiempo que se evita que éstos abusen de los puestos que ocupen”.

También Movimiento Ciudadano elaboró una propuesta, que contiene más matices que una solución de fondo al dilema de seguir protegiend­o con la ley a legislador­es corruptos o delincuent­es, con notable ambigüedad y fundado en el concepto de pertinenci­a, el cual considera que es necesario “resolver la tensión entre un mecanismo necesario de inviolabil­idad para que los legislador­es conserven su autonomía frente al resto de los poderes, pero que al mismo tiempo no origine un estado de excepción en el que los integrante­s de un poder puedan cometer delitos impunement­e frente a miembros de otros poderes o, peor aún, de la sociedad en general.

“Se trata de ser pertinente en el momento histórico en el que vivimos y adoptar sistemas funcionale­s de inmunidad parlamenta­ria que proporcion­en protección de acusacione­s injustific­adas y motivadas políticame­nte, pero que también garanticen que se les impute a los parlamenta­rios responsabi­lidad ante la ley.”

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