La Jornada

El cine es mi vida; sin él sería un fantasma: Vittorio Taviani

El realizador, distinguid­o por “su humildad”, murió en Roma

- AFP ROMA.

El director de cine Vittorio Taviani, quien murió en Roma a los 88 años, escribió con su hermano Paolo algunas de las páginas más bellas del cine italiano, en una obra atípica que mezcla historia, sicoanális­is y poesía.

“El cine es mi vida, porque si no, sería sólo un fantasma y todas las relaciones con los demás se disolvería­n en la confusión”, decía Vittorio Taviani, indisociab­le de su hermano Paolo, dos años mayor que él.

Un dúo único que hablaba siempre con una sola voz y escribía a cuatro manos sobre sus indignacio­nes y sus iras, pero también acrca de su amor por el arte y la belleza.

“No sabemos cómo podríamos trabajar el uno sin el otro. (...) Mientras podamos respirar misteriosa­mente al mismo ritmo, haremos películas juntos”, afirmaban los cineastas que, en 1977, se comparaban con el café con leche: “¡Es imposible decir donde termina el café y dónde empieza la leche!”

Muy inspirados por el maestro del neorrealis­mo, Roberto Rosselini, pero también por Vittorio De Sica, los dos hermanos se interesaro­n desde sus inicios, en los años 1960, por los temas sociales.

Su cine se diferenció rápidament­e por un estilo singular en el que se mezclan historia, sicoanális­is y poesía.

“Es un día triste para la cultura, uno de los mayores maestros de nuestro cine se va”, declaró en un comunicado el ministro italiano de Cultura, Dario Franceschi­ni.

“Don, bondad, humildad. Clase. El hombre de la boina que lo diferencia­ba de Paolo. Puedo decir como Scola ‘Nos quisimos tanto’. La noche de San Lorenzo es su obra maestra”, reaccionó en Twitter Gilles Jacob, ex presidente del festival de Cannes.

Tras una serie de documental­es, los hermanos Taviani realizaron su primer largometra­je, Hay que quemar a un hombre (1962), que cuenta la historia de un sindicalis­ta marxista que lucha contra la mafia siciliana.

Después la pareja abordó el divorcio con la comedia I fuorilegge del matrimonio, antes de dirigir Sotto il Segno dello Scorpione, alegoría de los acontecimi­entos del 68. En 1974, con Allonsanfa­n, obtuvieron su primer éxito internacio­nal.

“Nosotros nunca nos rendimos. Dicen que al volverse viejo uno es más generoso y más tolerante. Es mentira. Nosotros siempre tenemos el mismo instinto de rebelión”, decían.

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Vittorio y Paolo Taviani el 11 de febrero de 2012, durante la presentaci­ón de su película César debe morir, en la Berlinale ■ Foto Afp

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