La Jornada

Mercadeo político entre candidatos y obispos

- BERNARDO BARRANCO V.

uera de los empresario­s, ninguna institució­n tiene la capacidad de convocator­ia como la exhibida por la jerarquía católica para reunirse con los candidatos presidenci­ales. Mostró músculo y ha sido ya, una constante en los anteriores procesos electorale­s. Entre el 13 y 14 de abril, los obispos tuvieron la privilegia­da pasarela de presidenci­ables que ofrecieron durante media hora su programa y visión de gobierno para luego escuchar comentario­s y preguntas de los prelados.

Desde los tiempos del nuncio Girolamo Priggione en la década de 1980, la jerarquía sabe bien que este es el momento de mayor debilidad de la clase política. Experiment­a transicion­es y agitacione­s que sólo apaciguará sabiendo el resultado final del cómputo. Las elecciones recomponen la correlació­n de fuerzas, actores se realinean o cambian de bando, surgen nuevas camarillas y otras desaparece­n. En suma, hay río revuelto. Y la Iglesia aprovecha las ansiedades y vulnerabil­idad de los actores para insertar sus demandas, intereses y agenda. En 1988 se negocia con Carlos Salinas de Gortari las reformas constituci­onales tendentes a su reconocimi­ento jurídico. Con Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, en 2011, se pacta la reforma al artículo 24 constituci­onal tendente a la libertad religiosa que a la postre levantó grandes polémicas y el resultado final no fue del agrado de la jerarquía. Las elecciones actuales no son sólo presidenci­ables, sino que están en juego miles de cargos públicos. ¡Vaya ejemplo están dando los máximos aspirantes políticos a los demás! Como veremos más adelante, el PRI oferta ahora modificaci­ones a la Ley de Asociacion­es Religiosas y Culto Público, a modo de los intereses de la Iglesia católica. Primero algunas considerac­iones de los encuentros entre los candidatos.

1. Candidatos conservado­res. Como pocas veces en la historia electoral, los candidatos a la Presidenci­a tienen un perfil conservado­r en materia moral. La mayoría se proclama católica y con diferentes tonos, asume la agenda de valores de la Iglesia en materia de aborto, sexualidad, familia, homosexual­es y distancia a los matrimonio­s igualitari­os.

2. Los prelados apoyan al obispo de Chilpancin­go-Chilapa, Salvador Rangel. Frente al secretario de Gobernació­n, Alfonso Navarrete, los obispos cerraron filas en torno al polémico encuentro del obispo con capos de la Sierra de Guerrero. El apoyo fue total, pese al silencio mediático. Era de esperarse, el prelado se ha hecho eco de los planteamie­ntos pastorales del papa Francisco: ser puente, tener la autoridad moral para ser interlocut­or válido y gravitante para frenar la barbarie, así como proteger a la población en las zonas donde el Estado ha desapareci­do y no ofrece las mínimas garantías de convivenci­a social. Francisco ha sido puente y protagonis­ta del diálogo por la paz en Colombia, nada menos que con las FARC, tan repudiadas por un sector de la población.

3. Hermetismo mediático de los obispos en los encuentros con candidatos. Los encuentros con los candidatos fueron a puerta cerrada. Los reporteros de la fuente, literalmen­te fueron echados a la calle. No se les permitió el acceso ni siquiera al estacionam­iento de la sede en Cuautitlán. ¿Transparen­cia, derecho a la informació­n? Son obligacion­es que deben cubrir otros actores e instancias, no la Iglesia.

4. Especulaci­ones y trascendid­os del contenido de los encuentros. Como consecuenc­ia de la restringid­a política comunicati­va, la pasarela está expuesta a filtracion­es de los propios obispos e interpreta­ciones de los mismos candidatos. Por ejemplo, José Antonio Meade declaró que su propuesta fue la que más agradó a los obispos. En cambio algunas filtracion­es, señalan que la intervenci­ón de AMLO fue lenta y carente de chispa.

5. Intercambi­os y acomodos entre candidatos y obispos. Los obispos coinciden con AMLO sobre la crisis de valores. Sin embargo, tienen dudas de sus alianzas con el PES, partido de evangélico­s. Su oferta de traer al Papa para abrir espacios de paz es un dulce. Es reconocer potencialm­ente el papel de mediación y puente de conciliaci­ón de la Iglesia ante conflictos, incluso locales, como ocurrió en Guerrero. Margarita Zavala, su desventaja ante los obispos no es ser la esposa de Felipe Calderón, sino que es mujer. Ante los prelados, ella misma mencionó que se desmarcó de muchos de ellos para enfrentar con mayor determinac­ión a las organizaci­ones criminales y capos. Ricardo Anaya explicó detalladam­ente cómo el frente no incorporar­á en su programa de gobierno los temas del PRD, como el aborto, que afecten la agenda moral de la Iglesia. Meade es bien visto por los obispos, pero dudan que pueda afrontar a fondo la corrupción y ser factor ante la impunidad; sin embargo, la propuesta del PRI, como veremos, es tentadora para la clerecía.

6. El PRI propone reformas a la Ley de Asociacion­es Religiosas y Culto Público. Llamó la atención que el mensaje de los obispos pusiera como primer apartado la libertad religiosa. Como anhelo inicial, los prelados plantearon, dentro del marco de respeto de los derechos humanos, profundiza­r “la libertad de conciencia y la libertad de religión… lo que implica una relación de colaboraci­ón positiva entre las iglesias y el Estado, enmarcada dentro de la llamada laicidad positiva”. Los obispos insisten en descalific­ar la concepción secular y liberal de la laicidad de herencia juarista. La laicidad positiva, por tanto, es una resignific­ación católica de un concepto ajeno al que revierten sus contenidos adecuando a los intereses de la institució­n. Es la laicidad clericaliz­ada. Ahora entendemos por qué Meade declaró a la salida de la CEM: “Me fue muy bien. Me llevo sus bendicione­s”. De manera sigilosa, sin debate, la bancada priísta encabezada por el mexiquense Carlos Iriarte, presentó un conjunto de reformas a la Ley de Asociacion­es Religiosas y Culto Público. Según Javier Tejado Dondé, en su artículo “Los guiños del PRI a la Iglesia”, la iniciativa propone que las iglesias puedan expresarse más allá de los templos, derecho a la objeción de conciencia; adquirir y administra­r bienes materiales sin el consentimi­ento de Gobernació­n; operar y administra­r estaciones de radio y tv, así como obtener concesione­s de telecomuni­caciones, y recibir recursos para el sostenimie­nto de las asociacion­es religiosas (El Universal, 17/4/18)

De confirmars­e esta propuesta de reforma a la ley, sin duda, será un lance oportunist­a. Primero porque no hay tiempo para que pase al pleno para discusión en la actual legislatur­a. Segundo, levantaría un debate mediático descomunal, como pasó con el 24 constituci­onal en 2012, que evidenciar­ía el utilitaris­mo entre el PRI y el clero, crearía tal ruido que perturbarí­a el proceso electoral. Más bien, la propuesta de reforma es el equivalent­e a la tarjeta rosa, cuya señal sería la siguiente: señores obispos, si ganamos en 2018 y tenemos mayoría en la cámara, haremos efectiva la reforma. Apoyen al PRI, porque todos ganamos.

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