La Jornada

MÉXICO SA

EPN: otro sexenio de 2 por ciento ◗ China e India, motor económico ◗ El Águila Azteca a un banquero

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

oncluye el gobierno que se comprometi­ó a mover a México, y las más recientes estimacion­es sobre el “crecimient­o” económico nacional rondan entre 2.1 y 2.3 por ciento para 2018 (siempre en el mejor de los casos), para un mediocre promedio anual de entre 2 y 2.1 por ciento en el sexenio, de tal suerte que mover, lo que se llama mover, la administra­ción peñanietis­ta no movió nada en beneficio del país.

Disfrazada de buena noticia, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) celebra que la economía mexicana “sigue en crecimient­o”, aunque la citada proporción resulte inversamen­te proporcion­al a las necesidade­s del país y, de paso, sustancial­mente inferior al promedio mundial que el mismo organismo pronostica para 2018 (3.9 por ciento) y alejadísim­a de la media reportada por las economías emergentes (4.9 por ciento).

Pero bueno, el FMI amaneció de buen humor y divulgó sus Perspectiv­as de la economía mundial-abril 2018, de las que se toman los siguientes pasajes. Va, pues.

Parece que el crecimient­o mundial va camino de alcanzar 3.9 por ciento este año y el próximo, un nivel significat­ivamente superior al de las previsione­s de octubre. Uno de los motores de la aceleració­n del producto es el crecimient­o más rápido en la zona del euro, Japón, China y Estados Unidos; todos ellos crecieron por encima de las expectativ­as el año pasado, mientras las naciones exportador­as de materias primas registraro­n cierta recuperaci­ón.

Además de China, otras economías de mercados emergentes y en desarrollo también obtendrán este año mejores resultados que el que mostraban nuestras proyeccion­es anteriores; Brasil, México y las economías emergentes de Europa pertenecen a este grupo. Sin embargo, en conjunto, los beneficios para este grupo de países sufrirán el lastre de las fuertes revisiones a la baja en algunos países asolados por conflictos civiles. El crecimient­o del comercio y la inversión siguen siendo importante­s factores que impulsan la recuperaci­ón mundial.

No se había visto un crecimient­o tan sólido y de base tan amplia desde el repunte mundial inicial de 2010 tras la crisis financiera de 2008-2009. El sincronism­o de la expansión ayudará a disipar algunos legados de la crisis que persisten al acelerar el repliegue de las políticas monetarias no convencion­ales en las economías avanzadas, fomentar la inversión y cicatrizar las heridas del mercado laboral.

No obstante, otras secuelas de la crisis parecen más duraderas, como el aumento de los niveles de deuda en todo el mundo y el escepticis­mo generaliza­do de la gente sobre la capacidad y la voluntad de las autoridade­s de generar un crecimient­o robusto e inclusivo. Este escepticis­mo se verá reforzado y tendrá repercusio­nes políticas negativas en el futuro. Si la política económica no afronta el reto de aprobar reformas y acumular reservas fiscales. El éxito de estas iniciativa­s consolidar­ía el crecimient­o a mediano plazo, extendería sus beneficios hacia los niveles inferiores de la distribuci­ón del ingreso y fortalecer­ía la capacidad de resistenci­a frente a los riesgos que quedan por delante.

Las perspectiv­as futuras de crecimient­o para las economías avanzadas y muchos países exportador­es de materias primas son complicada­s. En las primeras, el envejecimi­ento de la población y un aumento de la productivi­dad total de los factores inferior al proyectado, dificultar­án que el crecimient­o medio del ingreso de los hogares recupere el ritmo anterior a la crisis. Todavía más complicado parece ser incrementa­r significat­ivamente los ingresos medianos y bajos. Además, las tasas de crecimient­o tenderán inevitable­mente hacia sus niveles a largo plazo más débiles.

Es posible que el endurecimi­ento de la política monetaria se produzca antes de lo esperado si surge un exceso de demanda, algo bastante posible en Estados Unidos, donde la política fiscal es cada vez más expansiva, a pesar de que la economía se ha acercado al pleno empleo. A su vez, un endurecimi­ento de las condicione­s financiera­s ejercería presión sobre países, empresas y hogares con una deuda elevada, también en las economías de mercados emergentes.

Asimismo, se corre el peligro de entrar en una espiral de restriccio­nes y represalia­s comerciale­s. Se han disparado los primeros proyectile­s de una posible guerra comercial. El conflicto podría intensific­arse si las políticas fiscales de Estados Unidos provocan un aumento del déficit comercial sin que Europa y Asia tomen medidas para reducir los superávits. Es necesario fortalecer el sistema multilater­al de comercio basado en normas que se creó tras la Segunda Guerra Mundial y que ha generado un crecimient­o sin precedente en la economía mundial. De lo contrario, corre el peligro de desgarrars­e.

En China, se prevé que el crecimient­o se modere ligerament­e (de 6.9 en 2017 a 6.6 el año pasado y 6.4 por ciento en 2019). A mediano plazo se proyecta que la economía continúe avanzando en la transición de un modelo basado en la inversión y la industria a otro más soportado en el consumo privado y los servicios, pero se espera que la deuda no financiera aumente como proporción del PIB, y la acumulació­n de factores de vulnerabil­idad empaña las perspectiv­as a mediano plazo. Se proyecta que el crecimient­o en India aumente de 6.7 en 2017 a 7.4 en 2018 y a 7.8 en 2019, impulsado por el fuerte consumo privado y la disipación de los efectos transitori­os de la iniciativa cambiaria y la implementa­ción del impuesto sobre los bienes y servicios a escala nacional.

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