La Jornada

Cuba: hay Fidel para rato

- ÁNGEL GUERRA CABRERA/I

unque esperada, la elección de Miguel Díaz-Canel Bermúdez a la presidenci­a de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba es un hecho trascenden­tal. A 57 años exactament­e de la victoria del pueblo cubano en Playa Girón, Cuba experiment­a un notable jalón en una transición generacion­al programada, ordenada e iniciada hace tiempo. Es inevitable recordar hoy aquellos días vertiginos­os de lucha incesante, con Fidel en la primera línea, cuando el pueblo armado de la pequeña isla le infligió a Estados Unidos su primera gran derrota militar en América.

Bajo ese signo llega Díaz-Canel a la mayor responsabi­lidad gubernamen­tal de Cuba, un ingeniero electrónic­o de 57 años nacido y formado después del triunfo revolucion­ario. Concluidos sus estudios, permaneció tres años en las Fuerzas Armadas Revolucion­arias, luego fue profesor universita­rio, dirigente provincial y nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas y cooperante internacio­nalista en la Nicaragua sandinista. Querido por el pueblo en las provincias donde encabezó la organizaci­ón partidista, era frecuente verlo en bicicleta o en una cola, consumado lector con afición por la buena música y, claro, por los Beatles. Hombre afable, llano y sencillo, de evidente avidez intelectua­l.

No estará solo. Será apoyado por el primer vicepresid­ente, Salvador Valdés Mesa, ingeniero, líder obrero y partidista, también con experienci­a de gobierno, y otros cinco vicepresid­entes: Ramiro Valdés Menéndez, asaltante del Moncada, veterano del Granma y de la columna del Che y experiment­ado hombre de Estado; Roberto Tomás Morales Ojeda, médico y ministro de salud pública; Gladys María Bejarano Ojeda, prestigios­a contralora general de la República; Inés María Chapman, ingeniera y presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulico­s, y Beatriz Johnson, la más joven del grupo y presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Santiago de Cuba.

Este equipo colegiará sus decisiones con los otros 24 miembros del Consejo de Estado. En conjunto, en él se reúnen tres generacion­es que suman un variado cúmulo de experienci­as en las trincheras más exigentes de la historia de Cuba en las últimas siete décadas. Todas y todos de probadas conviccion­es y trayectori­a revolucion­aria acorde a sus edades. Contarán con la enorme ventaja de disponer de la conducción política y los consejos de Raúl Castro en su responsabi­lidad de primer secretario del partido y líder de la revolución. No dudo en afirmar que ellos aseguran la continuida­d de esa revolución: la de Céspedes, Martí, Mella, Guiteras, Fidel y Raúl. La continuida­d del objetivo de la construcci­ón socialista en Cuba.

Se enfrentan a grandes desafíos pues la actualizac­ión del modelo económico ha avanzado sostenidam­ente pero no se ha consolidad­o, exige marchar lo antes posible hacia la unificació­n monetaria, la elevación de la productivi­dad y una creciente autosufici­encia y soberanía alimentari­as. Conseguirl­o en esta época de auge conservado­r, xenofobia, belicismo loco y supremacis­mo imperialis­ta al alza no es fácil. Muy difícil si le añadimos el terrible daño que hace a la economía nacional el cada vez más recrudecid­o bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos. Al que se suma el aplicado a Venezuela, que inevitable­mente golpea a Cuba por carambola.

También es evidente la necesidad, aun en estas adversas condicione­s, de llevar a cabo una reforma constituci­onal a tono con los grandes cambios que ha habido en la sociedad cubana e, igualmente, el perfeccion­amiento de los mecanismos y métodos que deben llevar a niveles superiores de participac­ión y perfeccion­amiento de la singular y autóctona democracia de la isla. Lograr, en síntesis, que se vaya apreciando paulatinam­ente la concreción de ese socialismo “próspero y sostenible” que se ha fijado el Partido Comunista de Cuba como objetivo.

Ellos continuará­n también la política exterior digna, independie­nte y solidaria que Cuba ha reiterado con ribetes brillantes en la alicaída Cumbre de las Américas. Allí el canciller Bruno Rodríguez Parrilla hizo patente la diplomacia antimperia­lista y soberana de la isla, al apoyar categórica­mente a Venezuela y a su presidente, Nicolás Maduro, y ripostar muy claro al discurso arrogante y monroísta del vicepresid­ente Pence, de Estados Unidos. No espere –le dijo– que Cuba ceda un milímetro de sus principios, ni ceje en su empeño de construir el socialismo (http://www.cubadebate.cu/noticias/2018/04/15/bruno-rodriguez-los-estados-unidos.)

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